24 camiento hacia los entornos de cloud nos llevó la necesidad de disponer de entornos de soporte y respaldo. El éxito de este pequeño proyecto nos abrió los ojos hacia una tecnología que finalmente ha servido no solo para transformar el centro de datos de la Universidad, sino también el modo en el que se gestionan y se ofrecen servicios digitales a nuestra comunidad universitaria. El 15 de julio de este año completamos una migración del Centro de Proceso de Datos y apagamos una infraestructura que durante 20 años nos ha dado servicio y también algún que otro dolor de cabeza. Las instalaciones eléctricas, las instalaciones de climatización o las instalaciones y servicios de seguridad física son entornos necesarios para el alojamiento de infraestructuras de tecnología. Sin embargo, esta dependencia y su impacto genera riesgos y niveles de gasto no siempre eficientes para la institución, y para quienes asumimos responsabilidad en tecnología dentro de estas instituciones de tamaño medio, niveles frustración tampoco despreciables. No obstante, este viaje a los entornos de nube tiene un largo recorrido, con pequeños pasos iniciales, pero también con hitos determinantes que reforzaron esa estrategia. En marzo de 2020 todos nos vimos superados por una pandemia inédita para nuestra generación. El periodo de confinamiento exigió seguir desarrollando actividad en remoto. En nuestro caso, un año antes habíamos conseguido migrar completamente nuestro campus virtual a un entorno cloud que finalmente se convertiría en nuestro CPD. Eso nos permitió absorber una demanda que se había triplicado de un viernes a un lunes. Aquel 16 de marzo de 2020 habría sido imposible gestionar esa demanda con los recursos físicos que teníamos en aquel momento. Además de otros servicios de menor impacto, nuestra apuesta por los entornos cloud también nos había llevado ya entonces a diseñar un proyecto de comunicaciones unificadas en modo servicio. Ese marzo de 2020 se convirtió en otro de los elementos clave para permitir la continuidad de la docencia universitaria. Aproximadamente un año más tarde, en la primavera de 2021, aún sin salir del periodo de pandemia, sufrimos otra situación inédita que terminó fortaleciendo nuestra estrategia de evolución al cloud. El domingo 18 abril de 2021 sufrimos el mayor ciberataque del que ninguna universidad española había sido objeto hasta ese momento. El ataque, basado en el uso de herramientas de cifrado, nos permitió visualizar la magnitud de la amenaza a la que están expuestas nuestras infraestructuras, pero también la resiliencia de otras. Especialmente ante un ataque de ransomware, aquellas desplegadas en entornos de nube en modalidad de plataforma como servicio y software como servicio. El estado en el que quedaron las infraestructuras críticas para el desarrollo de servicios digitales en la universidad nos llevó a reconstruir prácticamente toda la arquitectura tecnológica de la Universidad. No la replicamos, la transformamos. Incorporamos el criterio de “confianza cero” en el diseño y apostamos fuertemente por el uso de herramientas en la nube y el despliegue de servicios en esos entornos donde ya habíamos estado creciendo. Esta evolución, soportada en una estrategia que nace años antes y se refuerza con hitos complejos en el trayecto, nos ha llevado a poder apagar nuestro CPD. Quizá uno de los fotogramas más significativas de toda mi carrera profesional, junto a alguno vinculado a los dos hitos mencionados anteriormente, es el de la mañana del apagado final. No obstante, no supone el final de una etapa sino un
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