44 ya tenían un mandato de BIM obligatorio en 2016”. Salvador Bohigas, CEO & Cofounder de MSI Studio, Vicepresidente de la Building Smart Spanish Chapter, Comisión de Promotores y Operación, co-director del grupo de la BSSCH de BIM para O&M, miembro fundador de la comisión BIM de la ACFM y Director de máster superior en BIM Management por CEDEU (Universidad Juan Carlos I), abordó la cuestión desde el enfoque de la formación y aseguró en este sentido que “en 2017 había poca formación y, sin duda, no había un plan estratégico a nivel nacional, aunque esto ha ido evolucionando mucho. En esos momentos, la formación era muy enfocada a la herramienta y ahora es más metodológica y de ‘management’ para liderar proyectos”. Dorota Gryka, responsable global de Marca y Experiencia del cliente en MP Lifts y miembro del grupo ISO WG 178_ New technologies in lifts ofreció el punto de vista de la industria, asegurando que “en 2015-16 detectamos necesidades de exportación desde el punto de vista de BIM para las industrias nórdicas y creímos que la tendencia iba a aterrizar en mercados en los que tienen más presencia y negocio. Parecía una oportunidad de establecer mejores relaciones con los clientes y, como era necesaria formación, sabíamos que había un programa de transferencia de universidades que iba a optimizar la productividad del sector de la construcción. Ahora vemos con más claridad que los beneficios que se fomentaban en los inicios, como mejora de la colaboración o la productividad, no han llegado hoy al nivel esperado en proyectos concretos, salvo en el caso de las grandes promotoras, sin duda no con los colaboradores más pequeños”, aunque no dejó de añadir que “aunque no vemos los beneficios que se postulaban en un principio, no dudamos de que llegarán”. En esta misma línea, Aitor Aragón, responsable de Sostenibilidad en construcción, BIM y Comités de productos de construcción en UNE, apuntó que “lo que falla en la aplicación de BIM es el intercambio de información. No se impulsó desde Europa y desde España se ha intentado haciendo normas de aplicación en diferentes sectores”. Y puntualizó que “ahora llega un concepto nuevo, que es el pasaporte digital de producto –en el que desde UNE se es muy activo–, que puede dinamizar esta situación, aunque el reto sigue siendo el mismo: en las organizaciones las cosas funcionan bien y el problema se plantea cuando se intentan intercambiar los datos con otras organizaciones”. Los profesionales participantes en la mesa coincideron en que, como cualquier otra tendencia relacionada con la transformación digital, la implantación de BIM requiere la transformación de las personas en la que la formación juega un papel clave. Durante todos estos años, hemos ido aprendiendo mediante la práctica y ahora comienzan a darse las circunstancias para que pueda acelerarse el proceso de implantación. Cuestiones como la falta de profesionales cualificados –teniendo en cuenta que BIM ofrece una mayor eficiencia con menos personal–, la cultura de la resistencia a cambiar cosas que ya funcionan bien o la frustración de quien ha hecho la inversión y no ha tenido ningún beneficio influyen en esta evolución, en la que se hace necesario que toda la cadena de valor implemente la tecnología BIM, para solucionar el problema de la transferencia de información. “Ahora, la tecnología es más madura, hay estándares, regulaciones y, cada vez más, demanda desde el ámbito de la administración. Son muchos los factores que han variado, incluyendo la formación reglada, aunque hay que llegar a los objetivos personales y las personas tienen que ver un cambio claro en su trabajo diario. Que sea compartido por todos los elementos que aportan en toda la cadena de valor”, aseguró en este sentido Salvador Bohigas. A la aceleración de esta tecnología ayudará, sin duda, el Plan BIM 20242030, pero sobre todo el hecho de que los gestores de edificios que ven BIM como una metodología útil y no como un impuesto, están a empezando a demandar el uso de esta metodología. Por todo ello, el período de transición, en el que se ha estado dando la duplicidad de metodologías tradicionales versus metodología BIM, con la carga que supone para las empresas proveedoras, podría estar llegando a su fin. “En 2017, no había demanda. Ahora hay mucha más y las empresas lo perciben; también hay más oferta en formación y consultoría y, aunque queda bastante camino por recorrer, hay un cierto impulso desde el ámbito público, con un plan BIM nacional a partir de 1 de abril que se incluye un mandato para obras de más de 5 millones de euros. El objetivo es llegar al proyecto construcción y, finalmente, al mantenimiento”, fue una de las conclusiones en la que coincideron los asistentes. Otra cuestión en la que todos estuvieron de acuerdo es la necesidad de regulación, como prueba el hecho de que en Comunidades Autónomas en las que el BIM era obligatorio para proyectos de determinada envergadura, su evolución fue mucho más rápida. Y, para todos aquellos que aún consideran que el BIM, a día de hoy, es más un obstáculo que un facilitador, ya que requiere la ayuda de una consultoría o un gestor de proyecto BIM.
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