EFICIENCIA ENERGÉTICA Además, siempre que sea posible, es crucial replantearse, con el resto de los agentes, la gestión del proceso de redacción del proyecto. El modelo anglosajón, que aboga por una colaboración desde el inicio de proyecto por parte de todos los agentes, se presenta como una opción más que deseable a la hora de acometer cualquier encargo. Un buen trabajo en esta fase garantiza en un alto porcentaje la no aparición de desviaciones en fase de obra. Hoy en día, los procesos en arquitectura son iterativos. La secuencialidad en cascada se reserva (y sólo de manera testimonial) en la fase de obra. Durante el proyecto, la única constante es el cambio. Trabajamos en un ciclo continuo de aportes de valor, donde la revisión constante con la propiedad reduce el riesgo de desviación respecto al producto deseado y maximiza el valor aportado para personalizar cada solución. Los procesos ágiles y con plena trazabilidad son una innovación en la manera de entender la arquitectura. No debemos temer al cambio, debemos ser el cambio. Así entendido, la ingeniería de valor no debería traducirse en un proceso de frustración, sacrificio o pérdida, sino en una ventana de oportunidad para proponer mejoras al proyecto. Rem Koolhaas afirmó: “Todo edificio tiene dos vidas: una la que su creador imagina y otra la que finalmente tiene. Y no necesariamente son la misma”. Esta reflexión es igualmente crucial hoy en día. Si bien la idea y el proyecto originales del arquitecto están respaldadas de base por un análisis cada vez más certero y riguroso, basado en principios de optimización, no es menos cierto que puntualmente pueden sucederse cambios durante el proceso de obra. Lo importante de este momento es entender que la buena arquitectura es aquella que permanece pese a las contingencias. Los arquitectos de hoy deben entender que su asesoramiento en la consecución de una integración equilibrada entre el clima del emplazamiento, los requerimientos de este, las circunstancias de la construcción, las contingencias, los plazos y los costos es imprescindible. Cálculo de Huella de Carbono de estudios de arquitectura En lo que se refiere a la parte corporativa, la huella de carbono empresarial es una métrica fundamental para cualquier estudio de arquitectura que busque ser sostenible. Estándares como el GHG protocol, actualmente con reporte obligatorio de los alcances 1 y 2 y voluntario a nivel de alcance 3, o la norma ISO 14064 son las bases para declarar el reporte de huella corporativa ante el MITERD (Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico). En este contexto, las acciones que se deben implementar se articulan en torno a un enfoque tridimensional que, de manera ideal y cíclica, abarca el cálculo, la reducción y la compensación de las emisiones. El primer paso a adoptar, como ya hemos adelantado, es un cálculo de la huella de carbono que comporta nuestro estudio de arquitectura. Aunque no sea obligatorio, contemplar de manera estimativa el alcance 3 es más que aconsejable de cara a sensibilizar acerca de vías alternativas para mitigar dichas emisiones. El Alcance 3 del Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol) contempla las emisiones indirectas que son consecuencia de las actividades de la empresa, pero ocurren en fuentes que no son propiedad ni están controladas por la empresa. Estas emisiones se originan fuera del límite de propiedad o control de la empresa y comportan tanto las emisiones producidas por proveedores, como las emisiones derivadas de la producción, las derivadas del transporte y/o las derivadas de viajes de negocios. Edificio KOI en Madrid. Foto: David Frutos. 116
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