104 EFICIENCIA ENERGÉTICA se tienen más evidencias de su impacto sobre la salud y el medio ambiente. Desde Europa ya se está alertando sobre el uso de determinados plastificantes y retardantes de llama muy presentes en materiales sintéticos, por lo tanto es importante tomar conciencia e ir reduciendo su uso, o encontrar alternativas que no tengan esa toxicidad. Tampoco hemos de olvidar otros productos que no son materiales de construcción, pero empleamos en el día a día, como los productos de limpieza, ambientadores... que son fuentes de emisión de compuestos volátiles, pero también con otras muchas sustancias químicas. Muchas veces no somos del todo conscientes de la contaminación que se genera en los espacios interiores por el hecho de que es aparentemente imperceptible. térmica es un factor a tener muy en cuenta en una gran parte del territorio. Y esa es otra clave: las soluciones no pueden ser globales, sino que se debe analizar caso por caso. De ahí la necesidad de hacer una buena diagnosis del edificio, permitiendo entender cómo funciona y establecer mejoras que incorporen beneficios en sostenibilidad, bienestar y salud. ¿La profesión está preparada? Porque nos basamos en normas comunitarias en las cuales existe una serie de especificaciones y no sé si el profesional está preparado o tiene la pedagogía suficiente para valorar caso particular en particular. Es cierto que la rehabilitación siempre ha sido un patito feo y que incluso en las escuelas de arquitectura no siempre ha existido una buena sensibilización ni ha sido la temática principal a nivel formativo básico (aunque afortunadamente va cambiando). Sí que es cierto que a nivel profesional existe esa especialización y yo no creo que haya falta de conocimiento. Lo que sí encuentro es que los técnicos, y hablo en general, estamos un poco agotados del exceso de burocracia y de sumatorio de normativas. Muchas veces la dificultad en un proyecto no es de diseño o técnica, sino es el enfrentamiento a cada vez más justificaciones burocráticas con ayuntamientos y distintas administraciones reguladoras. Conseguir una licencia de rehabilitación es una carrera de obstáculos y el proceso quita muchísima energía. Todo este tiempo invertido en papeleo se podría invertir en reflexionar e investigar sobre qué necesita cada edificio. Encuentro que la vía legal en la que se tienen que justificar las cosas es demasiado compleja y, a la vez, limitante. También está la dificultad cuando se quieren conseguir fondos Next Generation, pero al final hay que destinar muchas horas a un proyecto, así que creo que en general la profesión puede estar preparada, porque realmente a nivel formativo básico nos hayan enseñado a resolver problemas complejos. ¿Los nuevos sistemas constructivos pueden alinearse con la salud arquitectónica? Últimamente la industrialización se vende como un objetivo, aunque creo que es un medio por el cual poder conseguir mayor calidad, agilizar procesos, pero no necesariamente indica que el producto final sea mejor o peor. Así que es una parte del control de procesos, pero tiene que haber una reflexión en paralelo de qué es lo que estoy construyendo. Es decir, cuál es el resultado final. Por supuesto se puede mejorar en temas de salud industrializando, pero tiene que haber esta lectura en el proceso, porque la industrialización ahora mismo puede que solo cumpla la parte de sostenibilidad. Por ejemplo, un edificio indus- “La inercia térmica es un factor a tener en cuenta por nuestro clima, pero no se deben aplicar soluciones globales” En este sentido, ¿podría comentar la dicotomía que existe actualmente entre la eficiencia energética y la certificación de edificios con la salud? Existe una cierta obsesión por mejorar la letra de eficiencia energética, sin atender que puede perjudicar nuestra salud, así que, ¿sostenibilidad y salubridad pueden entrar en conflicto? No debería entrar en conflicto, pero una mirada unilateral de eficiencia energética sí que podría generar problemas. Es decir, supongamos que tenemos un edificio de viviendas de los años 50 que tiene una certificación energética muy mala y tiene una fachada norte con ventanas que no cierran del todo bien, que también generan problemas acústicos. Si propongo sustituir las carpinterías por unas más estancas y le añado un SATE de poliestireno (el más económico), aparentemente habré conseguido mejorar la eficiencia, pero tengo muchos números de que aparezcan problemas de condensación, debido a la falta de transpirabilidad del muro y a la pérdida de microventilación, repercutiendo negativamente en la calidad del aire interior. La presencia de humedades tiene un impacto sobre el sistema respiratorio e inmunológico, por lo tanto tendré que analizar diversas propuestas que mejoren la eficiencia del edificio, pero que mejoren (o no emperoren) la calidad del ambiente interior. ¿Cuáles pueden ser algunas de esas estrategias? Pues analizando bien la física de la construcción, eligiendo sistemas de aislamiento térmico abiertos a la difusión de vapor de agua, o trabajando a través de la inercia térmica (no todo es aislar). La inercia
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