iARQCO_AQ33

Rebautizado como Plan de Transformación y Colonización, sus actuaciones permiten el aprovechamiento integral de buena parte de las cuencas hidrográficas, principalmente en los Pirineos centrales, en la franja cantábrica y Galicia. Se construyeron hasta 615 embalses y, con ellos, la proliferaron de imágenes de Franco inaugurando pantanos. En el Cantábrico, la abundancia de recursos hídricos, por el clima atlántico y la proximidad de importantes cordilleras, simplifican la generación de energía. Las primeras centrales eléctricas en Asturias fueron construidas por el ingeniero Narciso Vaquero. ARQUITECTURAS DEL MOVIMIENTO MODERNO El hijo de Narciso Vaquero, Joaquín Vaquero Palacios, demostró una marcada sensibilidad artística desde niño y eligió la carrera de arquitectura como vocación paralela a la pintura. Sus primeros años de actividad profesional se centraron en el arte, por ello, al terminar la carrera de arquitectura se afincó en París y posteriormente en Nueva York, donde intentó hacerse un nombre como artista y expuso en diversas galerías de arte. A su regreso continuó con su intención de hacer carrera en el mundo del arte, pero empieza a compaginarlo con sus primeras obras arquitectónicas construidas en un marcado estilo racionalista y, posteriormente, de carácter historicista como el extraordinario Mercado de Abastos de Santiago de Compostela. La trayectoria profesional de Vaquero Palacios da un giro inesperado cuando recibe el encargo de construir una serie de centrales hidroeléctricas en su Asturias natal. Hidroeléctricas el Cantábrico, la empresa de la cual recibe el encargo, proviene de una de las empresas que fundó su padre, la Junta de Saltos de Agua de Somiedo. Estos trabajos se convierten en un extraordinario ejemplo de integración de las artes y la arquitectura: el maravilloso Salto de Salime, las centrales eléctricas de Miranda, Aboño y Tanes y, finalmente, la central hidroeléctrica de Proaza. Todas ellas son ejemplos únicos en el mundo de la unión de la ingeniería, la arquitectura y el arte. La central hidroeléctrica de Proaza es una gran urna de hormigón conectada a una tubería de agua proveniente del embalse de Valdemurio en Quirós y que desciende por la pronunciada pendiente de la garganta de Peñas Juntas. El edificio custodia las inmensas turbinas para la producción de energía, aunque buena parte de los mecanismos de generación de electricidad son invisibles ya que se encuentran en el subsuelo. El programa se completa con un gran puente grúa, que permite el mantenimiento de los elementos infraestructurales, salas de control y oficinas para el personal. La parte emergida de la central es un volumen prismático de 36 metros de largo y 12 de ancho, construido enteramente en hormigón. Vaquero Palacios lo trata como si fuese una gran escultura plegando sus planos a modo de un colosal ejercicio de papiroflexia. En la fachada, los pliegues generan un interesante juego de luces y sombras que cambia en función de la luz y a lo largo del día. El testero más alejado del monte está dominado por un relieve escultórico formado por 16 paneles de 2 x 2 metros con símbolos geométricos y abstractos que hacen referencia al ser humano y la naturaleza. Fachada de piezas laminares de hormigón armado que dejan ver el interior de la sala de turbinas. Foto: Luis Argüelles/Fundación Docomomo Ibérico.

RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx