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92 En los últimos años, desde el mundo académico se ha hecho un esfuerzo por recuperar la memoria de una de las actuaciones más singulares de los primeros años del franquismo: los pueblos construidos por el Instituto Nacional de Colonización (INC). Una de las razones que hicieron despertar este interés es la existencia de un reportaje fotográfico de Joaquín del Palacio (Kindel) y, en concreto, de una célebre fotografía. En ella vemos una lavandera ante una lámina de agua en la que se refleja una arquitectura sorprendente, moderna y rural a la vez. Se trata del Pueblo de Colonización de Vegaviana, en Cáceres, del arquitecto José Luis Fernández del Amo. Roger Subirà El Pueblo de Colonización de Vegaviana (1956, Cáceres) de José Luis Fernández del Amo Moreno Al término de la Guerra Civil, en una España hambrienta y devastada, la lluvia no llegaba. La sequía que abarcó toda la década de 1940 es una de las más severas que se recuerdan. La productividad agrícola debía mejorar urgentemente para ayudar a paliar la hambruna; sin embargo, la situación del campo español, largamente abandonado y falto de infraestructuras (especialmente hídricas), era mísera. Por ende, este se vaciaba en un éxodo imparable hacia las grandes urbes del país. El Régimen pronto entendió que el futuro se jugaría en las ciudades, pero también estaba en deuda con una España rural que había apoyado mayoritariamente el levantamiento de 1936. Teniendo en cuenta todas estas circunstancias, no es de extrañar que una de las primeras acciones del Régimen fuera poner en marcha un gran programa de desarrollo y modernización del mundo rural. Es así como nace, en 1939, el Instituto Nacional de Colonización, dependiente del Ministerio de Agricultura.

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