IARQCO

88 En la década de 1950, se inicia un periodo de reactivación de la arquitectura española, muy lastrada hasta entonces por las estrecheces económicas que siguieron a la Guerra Civil. Las escasas inversiones públicas se habían concentrado en la reconstrucción y en afrontar el problema, cada vez más acuciante, de la escasez de vivienda urbana. La Cámara de Comercio e Industria de Córdoba inaugura un periodo en el que se van a construir obras de gran relevancia y brillantez, cuyos arquitectos, ante la escasez de trabajo y la falta de recursos, dedicarán más esfuerzo a cada obra, a la vez que luchaban por incorporar España a las grandes corrientes arquitectónicas de vanguardia. Roger Subirà Una joya del interiorismo de la década de 1950 escondida en el casco antiguo de Córdoba: la Cámara de Comercio e Industria de Rafael de La-Hoz y José María García de Paredes Lo que resulta más singular de esta pequeña obra cordobesa es que su interior haya llegado a nuestros días con pocas alteraciones. Ya sea por cambios de uso, o bien porque el interiorismo se considera un elemento secundario dentro del planteamiento arquitectónico ─más sometido a las modas y gustos de cada momento─, los interiores acostumbran a cambiar varias veces a lo largo de la vida del edificio y son su elemento más efímero. En este caso es justo al revés: detrás de una fachada discreta, es en el interior donde los arquitectos despliegan todo el potencial expresivo de su arquitectura, con un planteamiento totalizador en el que ningún detalle se deja al azar. Esto incluye notables obras de arte y piezas de mobiliario específicamente diseñadas que, por fortuna, podemos admirar aún hoy. Sin duda, para el visitante, los ambientes interiores de esta obra tendrán una gran capacidad de evocación: recordándonos a Gio Ponti, Eero Saarinen o las ambientaciones de la serie Mad Men, etc. Fachada a calle Pérez de Castro. El edificio se adapta al entorno urbano. Foto: José Hevia/ Fundación Docomomo Ibérico.

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