ENTREVISTA 66 ¿Qué importancia se le da desde el estudio a la incorporación de la naturaleza en los hogares actuales? Se le da mucha importancia. En mi opinión, la cuestión más importante de nuestra época es generar un sentimiento y una voluntad de ciudadanía, es decir, conseguir que las personas quieran vivir en las ciudades. Para ello, es fundamental desarrollar una adecuada infraestructura verde que conecte los núcleos urbanos con su territorio. Solo así, naturalizando los edificios y abriendo corredores ecológicos, lograremos que la vida en los suburbios deje de tener sentido y atraeremos a la población de la periferia al centro. Porque es aquí donde puede generarse un verdadero sentimiento de comunidad, donde el tejido urbano es también un tejido social y donde la optimización de los recursos minimiza la huella de carbono. Somos conscientes de que conseguirlo no es tarea sencilla, porque implica un cambio de paradigma; desde el sueño americano de la casita con jardín, a un sueño compartido de una ciudad densa y verde. De la individualidad a la colectividad, pero sin negar la identidad de cada persona. Proponemos que las viviendas en altura tengan su jardín individual, pero también un jardín colectivo, que sería imposible en la casita del suburbio. En este sentido, estamos actualmente desarrollando un experimento habitacional en Calpe de ‘barrio vertical’ consistente en dos torres de dieciocho alturas con ciento tres viviendas. A la inmensa mayoría de las viviendas (¿o por qué no ‘chalets en altura’?) se accede desde una terraza o jardín privado al que se accede a su vez desde un jardín comunitario. ¡Esperamos poder verlo terminado muy pronto! ¿La industrialización ha venido para quedarse? ¿Cuáles son los sistemas que habéis empleado? La industrialización viene existiendo en nuestros hogares desde la época del fordismo. En consecuencia, muchos elementos en nuestras casas como cocinas, lavabos, retretes y chimeneas, ya están altamente industrializados. La industrialización es un slogan que promueven muchas marcas, pero siempre ha estado muy presente en la construcción. Las partes de las viviendas que aún son artesanales y dependen de oficios tradicionales existen porque la humanidad rechazó ya en el siglo XX el estereotipo de vivienda y la reproducción en serie y los experimentos en este sentido de vivienda modular no progresaron. En mi opinión, el desafío más importante radica en el hecho de que la industrialización no implique estandarización. Como seres humanos sensibles e individuales aspiramos a vivir en hogares que se adapten a nuestras necesidades y a los diferentes modelos de familia. En Adoras Atelier contamos con un departamento de I+D, que trabaja con nuevas tecnologías como la impresión 3D. Creemos que estamos muy cerca de romper esos límites y conseguir superar esos obstáculos históricos que tenemos, poniendo el foco en las personas. Estamos comprometidos en encontrar soluciones que combinen la eficiencia y la calidad industrial, con la personalización y la adaptabilidad a las necesidades individuales. Para nosotros, la solución pasa por industrializar los procesos, no las ideas. Que la tecnología trabaje al servicio de la creatividad y no al revés. ¿Hacia dónde se dirige el sector? Hay retos como la reducción de la huella de carbono y la falta de relevo generacional en la profesión. ¿Qué opinión le merece? Creo que el tiempo se está acelerando demasiado en todas las profesiones. Lo veo como una vorágine que está llevándonos a una gran incomodidad y haciendo que se vuelva ‘raro’ encontrar a personas que, además de vivir de su trabajo, también disfruten mientras lo ejercen. Hoy en día, por desgracia, el trabajo ha dejado de ser un fin para volverse un medio. Imagen del proyecto de transformación del barrio de Mas de Can Clos en Barcelona. C M Y CM MY CY CMY K
RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx