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ENTREVISTA 47 En Arabia Saudí estamos implicados en distintos ‘giga’ proyectos en varios territorios. De nuevo, lo interesante aquí es la velocidad de transformación de un país. Ganamos un concurso internacional llamado Royal Arts Complex, que implica un museo, un teatro y una universidad de arte en el centro de Riad. También nos encontramos trabajando en una fundación en Riad, con una reinterpretación de la arquitectectura vernacular Najdi, que rompe con los años en los que se importaba una mala arquitectura americana, volviendo a afirmar la identidad del lugar a través de una arquitectura muy local. Por último, tenemos la suerte de participar en varios grandes proyectos en Neom, un nuevo territorio al norte de Arabia Saudí, con una extensión similar a la de Bélgica, que estamos tratando de pensar y de afrontar. En los años 60 y 70 este despacho hizo propuestas de convivencia casi utópicas, desde Noisy-le-Grand, a las afueras de París, al edificio Walden 7, en Barcelona, o el Barrio Gaudí de Reus. Este espíritu, ¿se sigue manteniendo? PB- Sí, es el que va a dictar siempre en el Taller. La vivienda económica y social es algo que nos apasiona, como hacer viviendas económicas para estudiantes, a 300 euros el metro cuadrado, en Benín, o en Albania, donde vamos a empezar a trabajar en un módulo de vivienda social. En Arabia Saudita también queremos trabajar en vivienda económica. Aquí hemos tenido la suerte de tener un cliente como Neom, que nos ha permitido pensar sobre el resultado de los primeros ensayos de vivienda económica que hubo en el Taller, que se materializaron a través de una teoría que se llamó la ‘Ciudad en el Espacio’. Hemos podido recuperar la identidad de esa idea y tratar de actualizarla con los parámetros de sostenibilidad y del mundo en el que nos encontramos. Por lo tanto, esta idea de convivencia es algo no solo constante, sino necesaria para nuestro propio futuro e identidad. Esta es una actitud valiente, porque haymuchos despachos que no se atreverían a asumir ese compromiso y se limitarían a hacer vecindarios exportados demodelos foráneos. ¿Ese ideario os posiciona frente a otras actitudes o despachos mucho más continuistas con la tecnología o con una formalización a nivel global? PB- Competimos con despachos que tienen un gradomuy fuerte de implementación en la sociedad en la que viven. Es decir, un despacho en París, Londres, Nueva York o Tokio ya tiene mucho trabajo que hacer en su ciudad o en su país y, de vez en cuando, hará algún trabajo en el extranjero. La suerte de tener nuestro centro de actividad -y esto fue una visión de Ricardo- en Barcelona, con un equipo que mayoritariamente viene de fuera, permite que el taller se convierta para nosotros en nuestra razón de ser y de vivir. Posiblemente, si no fuera porque trabajo en el taller, yo no viviría en Barcelona. El hecho de venir a trabajar y de vivir aquí es porque nos gusta lo que hacemos. En realidad, somos todos extranjeros y serlo en una ciudad donde no tenemos ningún proyecto en ejecución nos obliga, no solo a tener pasión por nuestro trabajo, sino también a sobrevivir, porque no tenemos ninguna seguridad ni garantía de lo que pasará el año siguiente. Hace seis o siete años podíamos encontrarnos en situaciones en las que teníamos trabajo para unos meses. Ahora tenemos la suerte de tener una ‘esperanza de vida’ -una expresión que decía Ricardo- de dos años o dos años y medio. Edificio Walden 7, en Sant Just Desvern, Barcelona. Foto: Gregori Civera.

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