ENTREVISTA 41 raban las correspondientes patologías, desperfectos y obsolescencias. También sus instalaciones empezaron a sufrir problemas de mantenimiento. Lo que afectaba a su subsistencia. Todo llevaba, por tanto, a una disminución en su apreciación cultural y arquitectónica por parte de la sociedad y las administraciones. Han pasado 30 años desde ese inicio de Docomomo, de esa primera muralla de contención para proteger ese patrimonio reciente de una arquitectura no tan canónica según la historia del arte, sino más técnica o sociológica de la historia reciente. ¿En qué fase nos encontraríamos ahora? El primer resultado escrito del trabajo de Docomomo Ibérico se dio a conocer en la reunión de UIA de 1996, celebrada en Barcelona, con la presentación de un registro en forma de libro que recogía 156 edificios. Enseguida nos dimos cuenta de que esa cifra no reflejaba “en absoluto” la realidad presencial de estos edificios, que nosotros queríamos reivindicar como patrimonio para promover su permanencia. Eso dio pie a crear unos registros, que nos permitía trabajar más fácilmente para ‘trocear’ ese patrimonio en base a tres tipologías: industria, vivienda y equipamientos. Al cabo de diez años, habíamos manejado más de 3.000 construcciones y llegamos a la conclusión de que 1.856, en una división de grupos A, B y C, podían considerarse edificios de primera categoría. El panorama ya era muy diferente. Pudimos concretar un patrimonio perfectamente conocido y cuantificable, cuyas circunstancias pueden ser abordadas razonablemente por las administraciones responsables. ¿Qué descubrimientos se hicieron a partir de esta labor de catalogación? La labor que hicimos de clasificación nos permitió, desde un punto de vista social y cultural, establecer las estrategias primeras para su conservación. Los ayuntamientos y las administraciones podían ahora reconocer su patrimonio arquitectónico moderno, y los historiadores y la crítica de arquitectura tomaban conciencia de que éste era mucho más rico de lo esperado. En ese momento solo unos pocos trabajos habían emprendido la tarea pionera de ‘historiografiar’ estos edificios y, enseguida, se vieron superados. Hasta entonces, el conocimiento que se tenía del patrimonio moderno reconocido se centraba en Catalunya, algo en el País Vasco de la mano Gimnasio del Colegio Maravillas, 1960-1962. Alejandro de la Sota Martínez. Madrid. https://docomomoiberico.com/edificios/gimnasio-del-colegio-maravillas/. Foto: © José Hevia/Fundación Docomomo Ibérico.
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