37 salvar la vida de muchas personas o evitar una tercera Guerra Mundial. Sin embargo, no por ello se han de dejar de lado iniciativas como el Pacto Verde Europeo, para que todos los países remen en el mismo sentido en pro de conseguir la neutralidad del carbono, para lograr frenar el cambio climático. Y es que, contribuir a la descarbonización está enmanos de todas las compañías, especialmente, en las del sector financiero, que suponen la llave económica, para hacer realidad iniciativas y proyectos sostenibles, desde infraestructuras hasta los hogares que habitamos. 2022 está llamado a ser el año de la sostenibilidad, primero por la llegada y reparto de los Fondos Next Generation EU, que suponen una ayuda directa de más de 6.800 millones de euros, para la rehabilitación energética de nuestro parque edificado, de los que 3.400millones se destinarán a la rehabilitación de viviendas, y que serán complementados con financiación sostenible proveniente de entidades financieras. En segundo lugar, pero no menos importante, por la llamada Taxonomía Verde Europea, un mecanismo para que inversores y empresas puedan comparar y evaluar el impacto de los proyectos sobre el medio ambiente. Dicho de otra manera, la Taxonomía Verde supone integrar el impacto climático en la tradicional visión empresarial de Riesgo – Rentabilidad. La propia Unión Europea define a esta herramienta como sólida y de base científica, que permitirá crear un lenguaje común para los inversores, donde estos podrán recurrir al interesarse en proyectos o iniciativas que mejoren el clima. Además, la taxonomía incorpora obligaciones de reporting, para las compañías en los mercados financieros. De este modo, la Unión Europea tiene como objetivo dotar a empresas e inversores de una clara definición de lo que sí y no es sostenible, para evitar el famoso greenwashing. En términos marketinianos podríamos decir que la taxonomía verde va a acabar con el storytelling, que únicamente se sustentaba en relato, al storydoing, que podría simplificarse como: “no lo cuento, lo hago”. Así, a partir de ahora, aquellas compañías que aún no hayan adaptado su estrategia a los criterios ESG (Environmental, Social y Governance), estarán llamadas a hacerlo en el corto plazo, introduciendo la variable de la sostenibilidad en su cuenta de resultados, un cambio que requiere de una transformación cultural y que ha llegado para quedarse. ¿SON EL GAS NATURAL Y LA ENERGÍA NUCLEAR VERDES? Un detalle sobre la taxonomía que ha dado lugar a debates y ocupado páginas en numerosos medios es la inclusión de fuentes, como el gas natural y la energía nuclear, como energías de transición hacia un futuro en el que predominen las energías renovables, la vía para conseguir los objetivos 2050. Cabe recordar que el 75% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en la UE provienen del uso de la energía y aquí es donde estas dos fuentes toman especial relevancia, en el caso del gas como sustituto del carbón, y en el caso de la energía nuclear, en aquellas centrales que cuenten con un plan establecido, para la eliminación de sus desechos. De hecho, la Unión Europea impulsará, en los próximos años, el desarrollo de fuentes como el hidrógeno o la energía mareomotriz, también llamada energía oceánica o marina y que se consigue con el movimiento de las mareas.n El compromiso por cumplir los ODS de la Unión Europea debe contar con la participación de todos los actores. En este sentido, la Taxonomía Verde Europea y los Fondos NextGeneration deberán contribuir a impulsar la neutralidad del carbono con iniciativas que fomenten las energías renovables
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