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COLUMNA Una de las últimas, de este mismo mes de julio, ha sido el paquete de proyectos legislativos ‘Fit for 55’. ¿El objetivo de estas medidas? Ampliar la reducción de emisiones para el año 2030. Con este paquete buscamos pasar de una reducción del 40% (res- pecto a los niveles de emisiones de 1990) a una reducción del 55%. Para hacernos una idea de la impor- tancia del objetivo, recordemos que el año pasado teníamos como meta el famoso 20-20-20. Un 20% de reno- vables y una reducción del 20% de emisiones para el año 2020. Si ya nos parecía ambicioso pasar de una reduc- ción de emisiones del 20% al 40% en una sola década, hay que pensar que ahora tenemos que alcanzar el 55%. Un verdadero reto como sociedad. La edificación es fundamental en estos objetivos globales por su peso en el consumo energético y en las emisio- nes. Calefacción, refrigeración, agua caliente sanitaria, ventilación, ilumi- nación, cocción, conservación de los alimentos, electrónica, informática… Son muchos los usos en la edifica- ción que requieren energía y que, por tanto, son origen de emisiones. Del orden del 20% del consumo de ener- gía final se produce en la edificación, un porcentaje al alza. La necesaria descarbonización de la edificación José María González Moya, director general de APPA Renovables Dentro de los usos energéticos hay una gran disparidad, aquellos que usan electricidad de forma directa, son claves para la descarbonización, dado que el sistema eléctrico es el que ha demostrado una mayor capa- cidad de integración renovable a corto plazo y, por tanto, de descarboniza- ción. Las renovables suministraron el 44% de la electricidad a nivel nacional en 2020, un porcentaje que, previsi- blemente, se supere en 2021. Según el avance del cálculo de emisiones proporcionado por el Miteco, el sec- tor eléctrico había conseguido en 2019 una reducción de emisiones del 35%, mientras que el sector residen- cial había aumentado sus emisiones en un 56%. Como vemos, es absolutamente necesario abordar la transición ener- gética de la edificación. Al igual que se desarrollaron planes de renovables en el sector eléctrico, con objetivos e incentivos, que han conseguido que muchas tecnologías se hayan convertido en las más baratas (reduc- ciones de costes del 90% en una década), debemos hacer lo mismo en la edificación. ¿A nuestro favor? Soluciones tec- nológicas competitivas en costes: fotovoltaica para generación eléctrica, biomasa, geotermia o solar térmica para calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria… Son muchas las herramientas renovables a nuestra disposición, sin olvidar, por supuesto, la eficiencia energética. El kWh más sostenible es el que no se consume. Debemos trabajar con criterios de eficiencia energética en la nueva edificación y favorecer al máximo la mejora energética, con eficiencia y renovables, de las viviendas y ofici- nas existentes. No solo es rentable a nivel individual, también es una cues- tión estratégica para la economía de nuestro país: el gasóleo o el gas que se usa en calefacción lastran nuestra balanza de pagos, en 2019, el déficit del sector energético (-23.242 millo- nes) fue un 73% del déficit comercial total (31.980 millones). El objetivo ambicioso de reducción de emisiones, en el que la edificación debe jugar un papel clave, es funda- mental para nuestra economía, a nivel doméstico y nacional. La transición energética va mucho más allá que el componente medioambiental o la salud de los ciudadanos, en un país sin recursos fósiles, también es una magnífica forma de relanzar nuestra economía usando nuestras energías autóctonas. n No es una sorpresa si decimos que los principales cambios estructurales de nuestro país suelen venir de Europa. Bien por nuestra incapacidad para ponernos de acuerdo, bien por pertenecer a un sistema supranacional, lo cierto es que Bruselas suele marcar nuestro paso en las grandes decisiones.
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