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Coger el (último) tren El Consejo de Ministros aprobó el 27 de abril el Plan de Recuperación, Trans- formación y Resiliencia de la economía española. No era la primera vez que habíamos oído de este Plan puesto que antes se había anunciado unas cuan- tas veces. A pesar de ser muy anunciado, no se ha explicado y poco a poco se va cono- ciendo más del mismo; quizás como más se ha conocido ha sido a través de filtraciones periodísticas provenientes de Bruselas, donde se ha tenido que en- viar para su evaluación por parte de la Comisión Europea en un plazo máximo de dos meses. Sin duda, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia debería ser el instrumento fundamental para el desarrollo de los fondos europeos de recu- peración Next Generation EU que van a ser el ’nuevo maná’ y debería suponer el impulso más importante para salir de la crisis económica y de la situación en la que nos encontramos en España, especialmente por el COVID. Y repito, debería, porque hay muchas incógnitas que también deberían resolverse. Las dudas vienen por su escasa concreción, las condiciones/ contraprestacio- nes que supondrán y la falta de criterios objetivos de la asignación de pro- yectos para concretar las inversiones y reformas en el periodo 2021-2023 (la primera fase de ejecución), que van a movilizar cerca de 70.000 millones de euros de transferencias del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia y que va a suponer un gran esfuerzo de país. Es bien conocida la palanca y tractor que ha de ser la Rehabilitación de Vivienda y Regeneración Urbana en la que tene- mos puestas muchas esperanzas. En positivo, debemos decir que parecen coherentes los diagnósticos del Plan y que despeja las dudas sobre la aplicación de ciertas medidas/barbaridades políticas barajadas, pero sin embargo preocupa su gobernanza por la falta de planteamientos de transparencia o un plan de ajuste del gasto. Tampoco se conocen fechas de implantación ni va a haber a priori un estamento indepen- diente que vele por la correcta asignación de proyectos y por tanto podríamos correr el riesgo de un reparto clientelar. Quizás debamos vernos en el espejo de nuestros vecinos italianos y buscar acuerdos transversales y consenso. Nos exponemos a dejar pasar este último tren y no nos lo podemos permitir porque no volverá a pasar. Aún estamos a tiempo de reconducir aspectos, afrontar los retos del futuro y que se imponga la cultura de los datos, la unidad y la objetividad. Más nos vale. EDITORIAL Santos de Paz, director de iARQCO

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