de Contratos del Sector Público, vigente desde hace dos años, que impide por fin la preeminencia del precio al valorar las ofertas, como sucedía con la legislación anterior y que llevaba a la infravaloración de la ingeniería, acuñando incluso un término a todas luces lamentable: la 'ingeniería low cost'. Sin embargo, aún está pendiente que los pliegos reflejen el verdadero espíritu de esta ley, que no es otra cosa que una apuesta decidida por la calidad, según el ejemplo de los más importantes organismos interna- cionales y las principales economías mundiales, elevando hasta el 80% el peso de la calidad técnica al valorar la oferta, frente al 20% restante del precio. Si en nuestra casa particular todos sabemos que 'lo barato sale caro', ¿por qué no lo tenemos en cuenta en nuestra 'casa común'? En la actualidad, los organismos y entidades contratantes se limitan en la mayoría de las ocasiones a los mínimos que marca la ley, es decir, una ponderación 51% - 49%, respectivamente. Encaja en la ley, pero falta ese cambio cultural en la Administración para valorar la inge- niería como lo que es, un servicio de carácter intelectual, un conoci- miento aplicado que bien utilizado y aprovechado revierta en grandes beneficios para la sociedad y sus personas y, al mismo tiempo, evite el contrapunto por el que tantas veces han sido conocidas nuestras infraes- tructuras: los retrasos y sobrecostes durante la ejecución de las obras. Sin adaptación, no hay conservación El tercer frente que afrontan las infraestructuras en nuestro país está asociado a la conservación y mante- nimiento, algo en lo que parece que hará hincapié el nuevo Ministerio de Transportes. Es necesario aumen- tar la inversión en esta partida para tener en las mejores condiciones el patrimonio levantado en los últi- mos 40 años, bajo la máxima de que conservar es más económico que reconstruir. No obstante, esta ecuación de conservación y mantenimiento es incompleta si no se añade un tercer factor: la adaptación al cambio climá- tico. De hecho, el Gobierno debe ser consciente de que las necesidades presupuestarias para el manteni- miento de infraestructuras crecerán notablemente con las nuevas con- diciones climáticas, siendo las lluvias torrenciales la principal amenaza, lo que obligará a revisar, entre otros aspectos, el drenaje de todas nues- tras infraestructuras lineales. Cerca del 50% de la red viaria y ferroviaria en España podría verse afectada por fenómenos climáticos extremos. Por ello, y fruto del posible pacto de Estado por la financiación de las infraestructuras, el Gobierno debe- ría introducir los riesgos asociados al cambio climático para determinar las inversiones necesarias para conseguir infraestructuras resilientes. Financiación, legislación y cambio cli- mático son los tres grandes desafíos que las infraestructuras y sus sec- tores afrontan para esta legislatura y las siguientes, pensando siempre en las próximas generaciones. Este matiz es el que nos diferencia a las ingenierías de los gobiernos: la visión largoplacista. Ojalá esto cambie y todos empecemos a pensar más allá de los cuatro años que dura una legislatura. Ojalá esto cambie para, en definitiva, volver a abanderar con orgullo la marca España. 45 Infraestructuras