78 SMART FOOD Durante la presentación del proyecto, realizada en el marco de la feria Alimentaria, Miquel Puig, Secretario de Asuntos Económicos y Fondos Europeos del Departament d’Economia i Hisenda de la Generalitat de Catalunya, aseguró que “Cataluña es un país industrial con un sector alimentario esencial para el crecimiento, por lo que apostar por la proteína alternativa es una estrategia de futuro”. Para Puig, escuchar a la industria ha sido clave para entender qué necesitan las empresas que trabajan en este sector para hacerlo crecer: “Nos dijeron que necesitaban investigación, y eso lo tenemos con centros como el IRTA, empresas dispuestas a arriesgar, y nuestras compañías cárnicas llevan ya años trabajando en el desarrollo de productos alternativos, y, por último, nos hablaron de la necesidad de escalabilidad industrial, y por eso iniciamos este proyecto”. Con una inversión prevista de 12 millones de euros, el objetivo de la Generalitat es que el centro se gestione públicamente en un 49% y de forma privada en un 51%, “motivo por el que necesitamos que nuestras empresas se sumen”, afirmó Puig. Oriol Alcoba Malaspina, Director General de Industria del Departament d’Empresa i Treball de la Generalitat de Catalunya, recordó que este proyecto se enmarca dentro del Pacto Nacional para la Industria, “una hoja de ruta que seguimos desde hace dos años”. Alcoba considera que la proteína alternativa cuenta con “una cadena de valor incipiente” pero está convencido de que es “un sector de futuro”. Así, dijo: “Cataluña lo tiene todo para ser un agente protagonista del desarrollo de esta industria”. El proyecto “solo funcionará si las empresas lo usan”, declaró, insistiendo en que la coexistencia entre las compañías privadas, los inversores internacionales y el centro IRTA serán la clave del éxito. Jaume Sió Torres, jefe del Gabinete Técnico del Departament d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural de la Generalitat de Cataluña añadió que el objetivo es “transformar el conocimiento en tejido productivo” ya que considera que “existe suficiente investigación para convertir el escalado industrial en una realidad y, así, transformar recursos propios en riqueza que alimente el territorio, pero también con capacidad exportadora”. En este sentido, el presidente de la Diputació de Lleida, Jaume Talarn, destacó el grupo de trabajo interinstitucional G10, que impulsa la transformación del modelo económico de las Terres de Lleida, Pirineo y Aran, lugar en el que se ubicará la planta. Es en esta línea que la bioeconomía juega un papel vital ya que la planta se situará en un espacio donde se desarrollará el primer biopolígono industrial, promovido por la Generalitat en el marco de la iniciativa Biohub Cat y de la Ris3cat 2030, que cuenta con el apoyo de la UE: “La creación de biopolígonos industriales y bioindustrias son la clave del reequilibrio del territorio”, afirmó Talarn. Para que esta bioeconomía será factible, debe ser “socialmente deseable, económicamente viable y medioambientalmente posible”, y con el anteproyecto de la planta “lo hemos logrado”, garantizó. La instalación ofrecerá servicio a las empresas que hayan superado la fase piloto de desarrollo de un nuevo producto y que podrán validar en ella los procesos para saltar a una escala significativa de producción Oscar Serra, director de Ingal, presentó el proyecto.
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