AFL - Arquitectura en Fachadas Ligeras_AF40

36 AFL RETROSPECTIVA Y llegamos al momento clave en el desarrollo del proyecto. La genialidad de Rafael de la Hoz A. fue romper con la inercia mental del equipo y aventurarse a razonar distinto. Cambió la orientación de la piel exterior y ésta pasó de estar formada por unas bandas verticales, a disponer unas placas horizontales que, a su vez, servían para arriostrar las cartelas y evitar los posibles desplazamientos en el plano paralelo a la fachada. Misión cumplida, no hay retícula vertical, tene- mos un material que se puede taladrar donde conviene, que es inalterable y por tanto envejece razonablemente bien y con la nueva disposición de las placas de vidrio, además, resolvemos el pro- blema de las esquinas. No hay cartelas y, por tanto, el velo exterior es realmente autoportante con unas simples pletina y bisagras: el ángulo sin perfiles es ya una reali- dad. ¡Y es tan inmaterial como quería el arquitecto! Mies Van der Rohe decía que Dios está en los detalles y Rafael de La-Hoz A. añadía además que la Santísima Trinidad estaba en las esquinas porque es donde se hace evidente la finura del arquitecto. Hablemos del concepto de visillo, halo o ‘flow’ que envuelve el edificio. Para ello hay que matizar el vidrio, hay que deslustrarlo, su piel aparente no ha de ser protagonista más allá del velo que es. Recuerdo perfectamente, en este mismo lugar en el que esta- mos ahora, charlando con un gran amigo de mi padre y compañero de la Escuela TS de Arquitectura de Madrid, Javier Carvajal, y que este le preguntó el motivo por el cual había matizado el vidrio de la piel exterior y mi padre le contestó textualmente: ‘Tengo muchas explicaciones que pue- den hacer referencia a la belleza del material, a razones prosaicas, cientí- ficas o de estilo… pero a ti te diré la verdad, para mí, el vidrio reflectante arquitectónicamente es poco elegante. El vidrio no hay duda que es un material que me apasiona, pero no su aspecto exterior y he querido que recuperara este matiz de misterio’. Hoy día, la Torre Castelar, con el CTE, los Eurocódigos, las normas y regla- mentos ¿hubiese sido posible? No tan solo por esto, la manera de proyectar de hoy también lo habría impedido. Los arquitectos formados en los 50 del siglo XX, que crecieron profesio- nalmente en la década de los 60 y 70 decidían y hacían con autoridad, pues había confianza en su criterio y cono- cimiento, su oficio daba credibilidad a sus decisiones. Había también en aquella generación un afán de inno- Detalle de las pieles interior y exterior de la fachada. Fotografía: Rafael de La-Hoz.

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