39 I+D En 2030, se calcula que cerca de 12.000 aviones y 12.000 aerogeneradores pondrán fin a su vida útil. Un problema que se repite en otros sectores estratégicos, como el ferroviario, la construcción o la electrónica. Teniendo en cuenta que, en un año, en el mundo pueden alcanzarse las 430.000 toneladas de desechos compuestos, la tecnología de Bizente, basada en ingeniería de proteínas, será capaz de descomponer al menos el 27% del total de esos residuos. Además, al cambiar incineración por biodegradación, el impacto positivo de Bizente también se reflejará en una disminución de las emisiones de CO2 liberados durante dicha combustión. Una alternativa revolucionaria que responde a los retos de economía circular y sostenibilidad que afronta Europa. MODELO BIOCATALÍTICO DE DEGRADACIÓN ENZIMÁTICA PARA RECUPERAR FIBRA DE CARBONO Y RESINAS La tecnología de Bizente pretende conseguir una biodegradación controlada de los materiales compuestos termoestables mediante el uso de enzimas. Estas serán previamente diseñadas mediante evolución dirigida para adaptarlas al proceso de degradación. Las reacciones se escalarán dentro de reactores químicos industriales. Tras este proceso, se recuperarán las fibras de carbono de los composites, se estudiarán los subproductos del proceso de degradación y se desarrollará su revalorización. Los tipos de polímeros que principalmente pueden ser degradados por enzimas son el poliéster, el poliuretano (PUR) o el tereftalato de polietileno (PET). El mecanismo de degradación es la oxidación o la hidrólisis. Bizente propone una solución novedosa que extiende el proceso biocatalítico a un nuevo tipo de materia prima: tres resinas termoestables (epoxi, poliéster y viniléster) que no han sido abordadas anteriormente en la cadena de valor del plástico. Esta innovación expandirá el horizonte hacia nuevos mercados y oportunidades. Bizente, en el que participan 10 socios de cinco países, es el primer proyecto aprobado por la Unión Europea para el tratamiento demateriales compuestos, una vez que han llegado al final de su vida útil. El proyecto está coordinado por Aitiip Centro Tecnológico. Sectores como la aeronáutica, con 12.000 aviones a punto de ser retirados, la construcción, la automoción o la energía eólica se beneficiarán de este modelo biocatalítico de degradación controlada.
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