ENTREVISTA 34 nuestro sector agroalimentario, pero también científico, que perderían competitividad en el ámbito internacional. Reconocemos la importancia y sensibilidad del debate sobre la propiedad intelectual y, por eso mismo, apoyamos que se haga en los foros correspondientes, por los expertos en patentes, de manera que se pueda hacer una evaluación adecuada de la situación y, en su caso, de las medidas necesarias. Es importante tener en cuenta que esta propuesta regulatoria precisamente lo que busca es un marco regulatorio que facilite el acceso de las PYMES y centros públicos de investigación a estas tecnologías, por tanto, serán estos los que más noten el impacto en caso de no lograrse el acuerdo necesario. ¿Cómo se observa desde el Ministerio la situación actual de los sectores ganaderos? ¿Preocupa la reducción de censo y producciones en algunos de los sectores más significativos, como es el caso de la producción de carne de porcino y de bovino? La coyuntura de mercado ha afectado de manera muy diferente a los diversos sectores ganaderos, en función de su capacidad, en particular, de su capacidad de repercutir los elevados costes de producción, así como de la evolución de la demanda interna y externa, también muy dependiente del valor de la producción. Por esta razón, merece la pena hacer un análisis diferenciado de los sectores bovino y porcino. Sector bovino. Ya desde 2020 con la crisis desencadenada por el COVID-19 se viene siendo testigo de un proceso de reconversión estructural en el sector. A los efectos de la pandemia se han ido sumando estos años, de manera sostenida en el tiempo, otros factores críticos para esta producción, como fue el encarecimiento de los insumos en 2021, evento que se vio agravado por la situación en Ucrania en 2022, con unas muy adversas condiciones climáticas en 2023, y pareciendo apuntar a que puedan replicarse este 2024. Ante este contexto, el sector ha ido evolucionando sobre una tónica de descenso de efectivos productores, no solo de explotaciones sino también de animales, derivando en un menor volumen de producción. Según SITRAN, desde enero 2020 hasta hoy el número de explotaciones bovinas de tipo producción se habría reducido en torno a un 10 %, acompañado de un descenso del censo bovino total del 4 % respecto a 2020 y una caída en el número de nodrizas del 3 %. Para producciones ganaderas con las características del bovino, especialmente en la carne, sustentadas en ciclos de producción más largos y menos flexibles a eventos de mercado que otras producciones como la aviar o el porcino, la reestructuración es un proceso lento, tardando en manifestarse sus esfuerzos de adaptación a la demanda existente. Demanda que mantiene una tendencia descendente a nivel interno (que se ha acentuado aún más este último año principalmente a causa de la inflación y los elevados precios al consumidor) y que solo se puede compensar con la demanda externa (que se ha visto afectada en este último año por el encarecimiento de los costes de envío fuera de nuestro país). A día de hoy es precisamente el comercio exterior el que permite mantener el equilibrio en los precios de venta y dar cierta estabilidad a la actividad, por lo que el sector mantiene un trabajo constante en la apertura de mercados exteriores y cada vez más adapta su producción a estas necesidades. El sector ganadero vive una reconversión estructural. "La coyuntura de mercado ha afectado de manera muy diferente a los diversos sectores ganaderos, en función de su capacidad de repercutir los elevados costes de producción, así como de la evolución de la demanda interna y externa"
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