51 MAQUINARIA En Zaragoza, esemismo año, dos grandes incendios volvieron a ser un claro ejemplo de la hibridación entre miedo, sufrimiento y heroísmo que las llamas grandes y cercanas provocan en la población rural cada verano. Si el de La Culebra calcinó unas 30.000 hectáreas de monte y obligó a desalojar a casi 2.000 vecinos de 14 localidades, los de Ateca y Añón de Moncayo, en esta otra provincia, alcanzaron las 11.000 y las 5.000 hectáreas, respectivamente. Pero en este caso con la particularidad de que a la masa forestal se sumó una nada despreciable superficie agrícola, unas 4.000 ha en el caso de Ateca y, además de frutales, olivos y almendros, ovejas y colmenas en el del Moncayo. En este último fue muy destacada la acción de los agricultores de los municipios afectados, “incansable e imprescindible”, según el sindicato local UAGA, ya que con su maquinaria lograron salvaguardar los cascos urbanos y los elementos importantes de sus territorios, además de resultar de gran valor para ayudar a la Administración en el control del fuego. En el mismo sentido se manifestaban el presidente de la comarca de Tarazona y el Moncayo y los alcaldes de la zona. Y Navarra fue otra de las comunidades fuertemente castigadas por un rosario de incendios que en junio obligó a las autoridades a pedir la colaboración de los territorios vecinos. También en este caso los agricultores se sumaron a los operativos con cisternas de agua y maquinaria para hacer cortafuegos y desbroces. Inicialmente descoordinados, poco a poco estas brigadas de voluntarios fueron integrándose en los operativos de la UME (Unidad Militar de Emergencias) o de otros servicios de extinción, según relata David Navarro, agricultor y miembro de la ejecutiva de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Navarra (UAGN). En Yotube se pueden encontrar numerosos vídeos de agricultores que con sus tractores ymaquinaria labran tierras y dibujan cortafuegos para defender sus cultivos y sus casas de la amenaza que suponen las llamas. Muchos de ellos con críticas a la Administración e incluso a la UME por el abandono de los montes o una supuesta pasividad en ciertos momentos críticos. NO A LA CRIMINALIZACIÓN Pero si el campo es una de las primeras líneas de defensa frente a los incendios, no puede obviarse que también es una de sus principales causas. De acuerdo con los informes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miterd), rayos, negligencias y accidentes, incendios intencionados y reproducciones de incendios son los grupos en que se divide el origen de los siniestros, además de las causas desconocidas. De los 131.113 siniestros contabilizados en el periodo 2006-2015 (últimos datos disponibles), más de 69.000 están catalogados como intencionados y cerca de 37.000 se deben a negligencias y accidentes. Los intencionados están muy relacionados con el medio rural y agrupan categorías relacionaEstamos entrando en lo que se ha dado en llamar la “era de los grandes incendios”, los incendios de sexta generación, que desbordan las capacidades humanas, devastan grandes superficies, ponen en grave riesgo propiedades, bienes materiales y vidas das con prácticas tradicionales, caza, pesca, propiedad, manifestación de desacuerdos, protestas o venganzas, entre otras; se incluyen aquí las quemas con fines agrícolas, de eliminación de matorral o regeneración de pastos. El otro gran grupo, el de las negligencias y accidentes, también está ligado (no exclusivamente) a la actividad agraria. Este alto porcentaje de incendios conectados con la agricultura y el medio rural ha puesto el foco sobre los agricultores y ganaderos, y algunos episodios espectaculares debidos a incendios de maquinaria agrícola han magnificado esta atención sobre ellos, que, si bien estadísticamente es lógica, socialmente es vista desde el sector como una criminalización injusta. David Navarro se queja en este sentido: “a veces se nos criminaliza, pero el foco hay que ponerlo en la falta de limpieza de la mayor parte de los montes”. Si hay incendios imparables, muchas veces es por esta causa, mantiene. Desde UAGN comprende la alarma social que existe y se esfuerzan en explicar a sus conciudadanos que el trabajo en el campo es necesario y conlleva riesgos. El cereal de invierno hay que cosecharlo en verano en condiciones de muy baja humedad, no se puede hacer de otra manera, lo mismo que otras labores agrícolas que implican el uso del fuego o riesgos inherentes a este. No obstante, asegura que hoy en día se trabaja conmucha más seguridad que
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