EL APUNTE La Feria Internacional de la Maquinaria Agrícola (FIMA) celebró su 42ª edición en un escenario que no era todo lo favorable que podía desearse, al desarrollarse en plena pandemia por el COVID-19. Cierto es que la situación es más relajada que meses atrás y las medidas exigidas no son tan duras -de hecho, ni siquiera fue obligatorio el uso de mascarilla en el interior del recinto expositor-, pero su impacto resultó evidente. Para empezar, en la fecha. Tras una primera convocatoria programada durante la primera quincena de febrero, la propia Feria de Zaragoza se ocupó a finales del año pasado de anunciar el traslado de FIMA a los cinco últimos días de abril, precisamente contemplando un escenario sanitario más favorable. Algunas empresas, entre ellas las grandes multinacionales, comunicaron su renuncia casi a renglón seguido, decisión tomada cuando la cifra diaria de infectados era muy alta. También en esos últimos días de 2021 se conoció que la alemana Agritechnica, que también había retrasado su celebración de noviembre a finales de febrero de 2022 -poco después de FIMA-, se cancelaba definitivamente hasta noviembre de 2023. Más allá de las ferias, la mayoría de las empresas vinculadas al sector de la mecanización agraria cerraron un 2021 pletórico, con récords de ventas, capacidad de producción al límite y stocks prácticamente vacíos. En este contexto, no son pocas las que han llegado a cuestionarse su participación en estos certámenes. De hecho, alguna filial en España de estas multinacionales, si finalmente hubiera recibido el visto bueno de su central para estar en Zaragoza, habría tenido serios problemas para mostrar en su stand las últimas novedades de producto. Fueron semanas muy duras, con todo tipo de rumores en el sector sobre la celebración o no de FIMA 2022. Feria de Zaragoza optó por mantener un perfil bajo, no salir a desmentir David Pozo nada y seguir trabajando para ofrecer una edición lo más digna posible, dentro de la coyuntura actual. Únicamente dos meses antes de la muestra emitió una nota de prensa en la que aseguraba contar “con un importante apoyo sectorial”. Entre estos apoyos, y de forma contundente, el de la Asociación Española de Fabricantes-Exportadores (AGRAGEX), cuyo director general llegó a decir que “si no estamos en abril en Zaragoza, el riesgo de que desaparezca FIMA es altísimo”. Con la feria definitivamente en marcha, la gran duda era su capacidad de atracción. Sin la majestuosidad de los grandes equipos de recolección y, sobre todo, de los tractores de alta potencia, ¿iban a ser suficiente reclamo las 1.130 firmas expositoras que cubrieron seis pabellones del recinto ferial, es decir, prácticamente la mitad de la superficie habitual en FIMA? Por supuesto, en paralelo, se organizó un completo programa de jornadas técnicas. Finalmente, los más de 104.000 visitantes cuantificados por los organizadores, y sobre todo el grado de satisfacción entre la mayor parte de expositores, permiten concluir que FIMA 2022 alcanzó las metas trazadas. Quizá sea por que el nivel de exigencia era menor que en otras ocasiones, pero lo cierto es que esta edición deja una huella muy especial por diferentes circunstancias. Ahora se trata de mirar hacia adelante en positivo y desear que en 2024 el sector en su conjunto vuelva a encontrar en FIMA ese punto de encuentro que es desde hace décadas. FIMA 2022: reto conseguido
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