Parkinson: la investigación biomédica mira más allá de los síntomas motores
Durante muchos años se creía que esta patología, que afecta en España a unas 150.000 personas, tenía consecuencias exclusivamente de carácter motor; sin embargo, hoy se sabe que también puede manifestarse en trastornos cognitivos, gastrointestinales, sensitivos o del sueño, como recuerda la Sociedad Española de Neurología (SEN) con motivo de la celebración este pasado domingo, 11 de abril, del Día Mundial del Parkinson. De hecho, se calcula que hasta un 40% de los pacientes con Parkinson no presentan temblor, y en un 40% de los casos la primera manifestación de la enfermedad es la depresión.
Hace tres décadas que la levodopa llegó para mejorar los síntomas motores de estos pacientes, pero hoy la investigación se centra también en otros síntomas igual de invalidantes y en el diagnóstico precoz. Los tratamientos para la enfermedad de Parkinson introducidos en los últimos tiempos han reducido significativamente los síntomas relacionados con el deterioro de los sistemas motor, autonómico (cambios en la sudoración, alteraciones gastrointestinales), límbico (responsable de procesar emociones y conducta) y somatosensitivo (cuya función es producir estímulos tales como el tacto, la temperatura y el dolor).
“El Parkinson es una enfermedad comúnmente asociada al envejecimiento de la persona y a la creencia de que el temblor es el síntoma que más representa el Parkinson. Sin embargo, 1 de cada 5 personas tiene menos de 50 años en el momento del diagnóstico”, recuerdan desde la Federación Española de Parkinson (FEP).
De este modo, los medicamentos para personas con enfermedad de Parkinson han logrado mejoras en los síntomas motores y no motores, si bien aún hay que avanzar en la mejora de los efectos no deseados. En la actualidad, existen más de 30 medicamentos en investigación para la enfermedad de Parkinson en el mundo y sólo en España hay 69 ensayos clínicos en marcha.
Recientemente se han comercializado nuevos medicamentos y formas farmacéuticas para reducir los síntomas a largo plazo de la medicación y mejorar la adherencia al tratamiento, y se está investigando en otras opciones prometedoras. Y es que la innovación en esta patología no sólo está llegando de la mano de tratamientos disruptivos, sino que las compañías farmacéuticas -conscientes de lo dura y limitante que puede llegar a ser esta enfermedad- se están volcando en el desarrollo de innovaciones incrementales que contribuyan precisamente a esa reducción de los posibles efectos adversos o a facilitar el seguimiento y cumplimiento de los tratamientos que ya se han mostrado eficaces.
Tecnología integrada en el tratamiento
Es el caso, por ejemplo, de nuevos dispositivos que permiten avisar al paciente o cuidador de los momentos exactos de administración del tratamiento, por lo que la dosificación resulta más precisa. Además, permiten que el paciente informe al médico, de manera que el profesional puede seguir con más facilidad la evolución de la enfermedad.
“Esperamos y necesitamos que se invierta y apoye la investigación en la enfermedad de Parkinson con el objetivo de encontrar una cura. Sabemos que es complicado, pero pedimos esfuerzo, empeño e inversión en esta búsqueda. Y mientras tanto nos gustaría que la sociedad avanzara en el conocimiento de la enfermedad”, declara el presidente de la FEP, Andrés Álvarez. “El Parkinson -añade- es la segunda enfermedad neurodegenerativa en prevalencia en España, tras el Alzheimer, y las cifras van en aumento, pudiendo llegar a duplicarse en menos de 20 años. Por ello es muy importante que avancemos socialmente en el conocimiento de la enfermedad, para normalizarla y promover así la inclusión de las personas que convivimos con el Parkinson en nuestro país”.