Entrevista a Sales Ibiza, responsable de los laboratorios de Microbiología y Entomología de Aidimme
Sales Ibiza es doctora en Ciencias Biológicas y responsable de los laboratorios de microbiología y entomología de Aidimme. Tiene 41 años y trabaja en el instituto tecnológico desde 2005.
¿Cuál es su especialidad en Aidimme?
Como doctora en Ciencias Biológicas, Aidimme decidió apostar por un área estratégica relacionada con la biología de la madera para dar cobertura a las necesidades que plantea el mercado y ofrecer los servicios relacionados a las empresas del sector. De esta forma se inició un trabajo que ha permitido abrir nuevas líneas de investigación y ensayos en la parte ‘bio’ y aportar soluciones técnicas a los acabados superficiales y protección de la madera, y que posteriormente se han ampliado a diversidad de materiales vinculados a la microbiología y la entomología.
¿Cuáles son los principales objetivos de tu trabajo?
Es el mismo que el del instituto tecnológico que es ofrecer un servicio de calidad que atienda las dificultades que las materias primas y sus materiales plantean a las empresas en los procesos productivos, lógicamente en el ámbito de mi especialidad.
Del mismo modo, la investigación y la investigación aplicada es la otra cara de la moneda que facilita resultados acordes con las necesidades planteadas por las empresas, y aporta una variable fundamental para lograr innovaciones que, sin duda, redundan finalmente en la sociedad.
En este aspecto, el área de biología de Aidimme es trascendental para la mejora y desarrollo de materiales de menor impacto medioambiental y en el marco de la economía circular, eliminando componentes perjudiciales y aportando elementos beneficiosos para la salud, puntos clave incuestionables ya en nuestro día a día.
¿Qué cree que aporta su labor a las empresas clientes de Aidimme?
Desde los laboratorios de microbiología y entomología de Aidimme ofrecemos una amplia gama de servicios a las empresas de los sectores vinculados a la madera, por ejemplo para determinar la eficacia biocida de los protectores de la madera, tanto para combatir a hongos como a los insectos xilófagos, entre los que se encuentran las socialmente temidas termitas.
Otro de los ámbitos de trabajo se refiere a la identificación de las especies de madera, una labor complicada que requiere una análisis exhaustivo de la anatomía celular y una comparativa multidisciplinar que cerque la detección de la especie de madera entre todas las especies maderables, que en numerosas ocasiones comparten perfiles anatómicos similares.
Del mismo modo, la identificación de insectos y microorganismos también es una labor compleja que requiere especial atención al estar vinculados directamente con la biodegradación de la madera, una circunstancia especialmente dramática en la preservación del patrimonio histórico-artístico.
Por otro lado, otra de las actividades más relevantes se refiere al control de calidad de los procesos de tratamiento de la madera y, en paralelo, el desarrollo y aplicación de nuevos biocidas de menor impacto medioambiental. Este gran espacio de trabajo se ha ampliado al estudio de otros materiales para lograr superficies antimicrobianas. Actualmente llevamos a cabo numerosos ensayos de caracterización biocida de superficies para distintos usos y aplicaciones en el ámbito público y privado.
¿Cuál es el proyecto más curioso que recuerda?
Con todo, los proyectos impulsados han sido siempre un reto, puesto que la práctica totalidad han partido de cero y han supuesto un desafío. Lo que sí puedo decir es que todos han despertado el interés de las empresas y la sociedad en las presentaciones, jornadas o cursos de formación realizados, especialmente los que atañen directamente a la salud y bienestar.
Hay que destacar el trabajo de apoyo para el comité técnico AEN/CTN 56 Madera y Corcho en la elaboración de la norma UNE 56418 ‘Protocolo de actuación en cascos urbanos afectados por ataques de termitas subterráneas’, y la elaboración de un mapa de termitas de nuestras poblaciones y ciudades afectadas para poder monitorizar su estado frente al ataque de estos insectos xilófagos y llevar a cabo un adecuado seguimiento y tratamiento.
Por el contrario, ¿cuál es el proyecto más complicado al que se ha enfrentado?
Nuestras líneas de investigación siempre se basan en el trabajo con seres vivos, que es un condicionante previo que entraña ya complicaciones de inicio, tanto con insectos como con microorganismos, como son los hongos y las bacterias.
Puedo destacar la iniciativa ‘Desarrollo de superficies antimicrobianas mediante la aplicación de biocidas de origen natural y medioambientalmente sostenibles’, cofinanciada por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) que investiga la eficacia de distintos biocidas de origen natural, como aceites esenciales o moléculas procedentes de plantas, entre otros.
En este proyecto, denominado Antibacteriano, se investiga en concreto una serie de biocidas de origen natural como alternativa a los productos químicos utilizados contra la proliferación de mohos, hongos o bacterias, que generan un entorno de infecciones que no es posible controlar sólo con la limpieza ordinaria o los protocolos de limpieza de centros hospitalarios, residencias, guarderías, o mercados, entre otros lugares de uso público, o de uso cotidiano de superficies como pomos, barandillas, o encimeras, etcétera.
Del mismo modo, por su envergadura, hay que resaltar el trabajo que se realiza para la identificación de maderas de numerosos edificios con patrimonio histórico que requieren de una actuación para su mantenimiento, e incluso para la restauración de obras de arte.
¿Cuál es su meta a nivel profesional?
Por último, ¿qué destacaría de trabajar en un centro como Aidimme?
Por otro lado, destacaría no como menos importante, el puente directo que supone el Instituto Tecnológico Aidimme con las administraciones públicas aportándoles un valeroso flujo de información desde las empresas y hacia la sociedad.