Innovar en vacunas, una responsabilidad compartida
La industria farmacéutica reclama un marco estable favorable a la I+D y la participación de todos los agentes para potenciar los avances en inmunización. El 80% de las vacunas que se ponen en circulación en Europa se fabrican en suelo europeo, y las compañías invierten más de 2.000 millones al año en investigación, según apunta Farmaindustria.
La historia de la inmunización es una historia de éxito. Las vacunas, que suponen apenas un 0,5% del presupuesto sanitario a escala europea, salvan cada año entre dos y tres millones de vidas en el mundo al prevenir una treintena de enfermedades. Exceptuando el acceso al agua potable, difícilmente se puede encontrar otra intervención humana que, a lo largo de la historia, haya logrado atesorar un mayor beneficio en términos de salud y calidad de vida.
Sin embargo, queda aún mucho por mejorar. Desde el punto de vista del acceso, hay casi 20 millones de niños en los países más desfavorecidos que siguen sin poder vacunarse, mientras que en los países desarrollados enfermedades que, precisamente gracias a la vacunación, parecían estar contra las cuerdas, como el sarampión, están viviendo un resurgimiento debido a que las tasas de inmunización se hallan por debajo de lo previsto.
En el caso concreto del sarampión, una enfermedad que debería haber sido erradicada de la región europea en el año 2000 según los objetivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han registrado más de 44.000 casos en los últimos tres años en una treintena de países europeos debido a deficiencias en la cobertura vacunal. “Estas cifras son inaceptables, especialmente teniendo en cuenta que contamos con una vacuna efectiva contra esta enfermedad desde los años 60”, consideraba recientemente Vytenis Andriukaitis, el anterior comisario europeo de Salud y Seguridad Alimentaria.
Pero no sólo hay que trabajar en la mejora de las tasas de cobertura de vacunas ya conocidas, sino que resulta esencial avanzar en la investigación y desarrollo de nuevas vacunas, una medida que constituye, sin duda, una de las herramientas más valiosas de cara al futuro para proteger la salud de la población y arrinconar las enfermedades infecciosas y, cada vez más, ciertos tipos de cáncer.
Se trata, además, de un terreno en el que Europa puede y debe jugar un papel protagonista de la mano de las compañías farmacéuticas que trabajan en este campo. De hecho, según datos de Vaccines Europe, que reúne a las compañías europeas que trabajan en el ámbito de la inmunización, cerca del 80% de las dosis puestas en circulación por estas compañías se fabrican en Europa, donde también trabaja el 45% de los profesionales de estas compañías, frente al 35% de Norteamérica y el 20% del resto del mundo.
Un proceso cada vez más arriesgado y costoso
Europa es también el destino de más del 70% de las inversiones en I+D de estas compañías, que dedican más de 2.000 millones de euros anuales a escala global (datos del año 2014) a investigar y desarrollar nuevas vacunas, en el marco de un proceso cada vez más costoso. “Sabemos que desarrollar la nueva generación de vacunas será más complejo, arriesgado y costoso que nunca antes”, señala Nanette Cocero, presidenta global de Vacunas de Pfizer, que representó a la industria farmacéutica en la reciente Cumbre Global de Vacunación, celebrada el pasado día 12 en Bruselas.
Para la industria farmacéutica, resulta evidente que, pese a los progresos logrados en el pasado, hay que avanzar en el desarrollo de nuevas vacunas contra enfermedades contra las que aún no se han conseguido grandes logros en el terreno de la inmunización, como la infección por VIH o el Virus Respiratorio Sincitial (RSV), o en la mejora de las ya existentes en casos como la gripe o la tuberculosis.
Otra área de crecimiento es la I+D de las vacunas que se administran durante el embarazo, de forma que la inmunización pasa de la madre al niño, otorgándole protección tras el nacimiento, el momento en el que es más vulnerable. Ya existen vacunas de este tipo en fase de desarrollo contra el RSV, el virus del herpes simple o el estreptococo del grupo B, infecciones todas ellas potencialmente mortales para los bebés.
Para la industria farmacéutica no hay duda de que es necesario seguir avanzando en la I+D de nuevas vacunas, una labor que requiere del apoyo y la colaboración de todos los agentes implicados y que necesita, entre otras cosas, que se ponga en marcha una política estable que permita el desarrollo de la I+D en el terreno de la inmunización, un proceso que puede prolongarse hasta los 18 años y suponer un coste superior a los 900 millones de euros. “Las vacunas requieren un desarrollo más prolongado que otros medicamentos –indica Cocero–, y las políticas actuales no incentivan los esfuerzos en I+D de nuevas vacunas; hace falta un mayor reconocimiento del valor que aportan las vacunas”.
Más interacción con las autoridades europeas
Además, las compañías que trabajan en este campo necesitan que se creen las condiciones necesarias para una mayor interacción con las autoridades reguladoras, de forma que se garantice que no se están destinando recursos de I+D al desarrollo de nuevas vacunas que luego tengan pocas probabilidades de ser aprobadas.
Al mismo tiempo, desde la óptica del sector, ha llegado el momento de fortalecer la investigación dirigida a solventar las necesidades de los países con menos ingresos y a prevenir la aparición de pandemias, partiendo de la base de que “prepararse ante los grandes desafíos de salud del futuro es uno de los mayores retos de nuestro tiempo, y las vacunas pueden ser parte de la solución”.
La industria farmacéutica entiende además que hay que llevar a cabo un “cambio de mentalidad” en torno a la inversión en salud. De hecho, los sistemas sanitarios siguen basándose en tratar las enfermedades, no en prevenirlas, hasta el punto de que menos del 3% de los presupuestos sanitarios, de media, se dedica a prevención, y es el 0,5% el porcentaje de fondos dedicado expresamente a comprar vacunas.
Además, tampoco hay que olvidar, en el ámbito de la financiación, que las vacunas son de las medidas sanitarias más coste-eficientes que existen. A modo de ejemplo, sólo la vacunación de la gripe común genera en Europa un ahorro de 96 millones de euros en costes laborales al evitar la pérdida de 75.000 días de trabajo por baja laboral.
Con todos estos elementos sobre la mesa, parece evidente que ha llegado el momento de concitar el apoyo de todos los actores implicados (administraciones, investigadores, profesionales sanitarios, organizaciones de pacientes en industria) para hacer posible, entre todos, que lo que hasta ahora se ha convertido en uno de los mayores logros de la historia de la Humanidad siga siendo una historia de éxito en el futuro.