La receta electrónica es una herramienta que no responde a las necesidades asistenciales farmacéuticas
La receta electrónica (RE) es una herramienta tecnológica con un gran potencial pero que, once años después de comenzar su andadura, tiene muy desarrollada su vertiente administrativa pero muy poco la vertiente sanitaria y asistencial. Esta es una de las principales conclusiones del documento Análisis de la dispensación a través de receta médica electrónica (RE) en las farmacias comunitarias españolas, realizado por la Comisión de Receta Electrónica de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac) con la colaboración de Esteve, y que se ha presentado en el marco de la jornada de Sefac 2015 en su delegación de Madrid y que ha inaugurado el director general de Ordenación e Inspección de la Consejería de Sanidad de Madrid, Mariano Rigabert.
Este estudio ha analizado la situación de los distintos modelos autonómicos de receta electrónica (RE), así como la opinión de más de 400 farmacéuticos comunitarios de toda España sobre la utilidad de esta herramienta. A este respecto, más del 85% de los profesionales consultados confirma que la RE tiene implantada la parte administrativa (facturación y control del gasto en medicamentos, etc.) pero muy poco su vertiente sanitaria y asistencial (atención farmacéutica) hasta el punto de que apenas un 1,2% está en desacuerdo con esta afirmación. Del mismo modo, el documento indica que la crisis económica también ha influido en la aplicación de la receta electrónica, pues en los últimos años las medidas han sido más restrictivas lo que ha provocado que el principal objetivo de esta herramienta haya sido el control y la reducción del gasto sanitario.
Los motivos por los que en la actualidad la receta electrónica no responde a las necesidades sanitarias y asistenciales de los farmacéuticos comunitarios son varios. Entre otras cuestiones, los distintos modelos de RE existentes en España no son ni homogéneos ni interoperables (lo que dificulta la movilidad de los pacientes en periodos vacacionales, etc.) y tampoco permiten al farmacéutico acceder a la información clínica necesaria para realizar una adecuada dispensación, ni siquiera aunque se cuente con la autorización del paciente.
Además, los diferentes sistemas de RE no permiten registrar en la historia clínica aquella información farmacoterapéutica que, conocida también por otros profesionales sanitarios, pueda ser de utilidad para mejorar el tratamiento y evitar problemas relacionados con los medicamentos y resultados negativos asociados a la medicación. En este sentido, el 80% de los farmacéuticos consultados en el estudio señala que la dispensación de medicamentos mejoraría mucho si se pudiera acceder, consultar e introducir información en la historia clínica.
Del mismo modo, y aunque el farmacéutico puede acceder a la información sobre los tratamientos activos de los pacientes, ningún sistema de RE proporciona la historia farmacoterapéutica completa con los tratamientos activos y los anteriormente prescritos, y los prescritos en otros ámbitos asistenciales. La RE tampoco aporta información adicional (alertas o avisos en pacientes de riesgo) que el farmacéutico puede necesitar para realizar correctamente la dispensación.
En la parte positiva, la RE sí ha contribuido a mejorar las dispensaciones desde el punto de vista de que evita errores, al acabar con los problemas de legibilidad de las recetas y permitir la comprobación de que el medicamento dispensado es el prescrito. Así lo creen también el 86,5% de los farmacéuticos.