Entrevista a Fernando Redondo, presidente de la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE)
Recientemente, se ha filtrado la noticia de la intención por parte del Ministerio de Economía de liberalizar el sector. ¿Qué consecuencias podría acarrear para el colectivo y para los ciudadanos?
Yo me pregunto a quién puede llegar a beneficiar una propuesta de este tipo. Desde luego no beneficia a las farmacias ni a los ciudadanos porque un fenómeno de integración vertical, como ya ha ocurrido en otros países, supone una reducción del número de farmacias, que acabarían por concentrarse en los centros de interés comercial. El actual modelo de proximidad y de atención personal al ciudadano se perdería, sobre todo en las zonas menos favorecidas, tanto en las ciudades como en los entornos rurales.
¿Quizá beneficia a la Administración?
Tampoco, porque perdería el control del mercado del medicamento, que es un bien esencial. Perdería la intervención directa sobre precios y márgenes, sobre políticas de medicamento. Esta medida sólo interesaría a las grandes corporaciones, que siempre han querido hincarle el diente a este tema, y que, afortunadamente, las instancias jurídicas han rechazado, primando así los intereses sanitarios sobre los mercantiles.
¿Qué ocurriría si se aprobara?
El modelo anglosajón, por ejemplo, ha supuesto la deslocalización de las farmacias, creando grandes centros que aunque tienen una buena atención, la tienen solamente en aquellos lugares con interés comercial. Además, en este modelo, el dueño del negocio no tiene por qué estar colegiado.
En todo caso, no está aprobado…
No, se trata del borrador de un anteproyecto. Se ha filtrado la noticia, aunque no sabría decir si ha sido una información robada o si ha habido un interés por parte de la Administración de que llegara a los medios de comunicación para tantear el terreno.
¿Qué opinión le merecen medidas como el ‘euro por receta’?
No nos parece mal el hecho de establecer sistemas de copago, pero sí que cada comunidad autónoma lo establezca por su cuenta. Esto provoca inequidades y desigualdades entre los ciudadanos, dependiendo de la comunidad donde vivan. Las farmacias cumplen con su cometido, pero no nos gusta que nos utilicen de recaudadores de impuestos, tasas, tributos y sanciones.
De un tiempo a esta parte, por una razón u otra, el sector de las farmacias siempre es noticia…
Sí, desde el año 2000, las administraciones no han dejado de recortarnos los márgenes y de aumentar las contribuciones que tenemos que revertir al sistema. Pero desde los últimos años han aparecido decretos tras decretos que se han ido acumulando unos sobre otros, medidas coyunturales que se han enquistado y que siguen ahí, llevando a la farmacia a una situación dificilísima.
Y ahora hay que añadir las facturas pendientes de las comunidades autónomas.
Efectivamente, han dejado de pagar las facturas farmacéuticas. Las farmacias son pequeñas empresas, normalmente de carácter familiar, que dependen como mínimo en un 80% de esas facturas. La mayoría no tienen capacidad financiera y crediticia para aguantar este tirón, y soportan la situación con su propio patrimonio personal, quien puede, claro.
Algunas habrán echado el cierre…
Hay farmacias en concurso de acreedores y otras en una situación lamentable. Ya se están empezando a producir impagos a la propia distribución de los laboratorios, porque el farmacéutico ha seguido dispensando medicamentos a pesar de los impagos de la Administración.
Un callejón sin salida…
Sí, ¿pero qué hacemos? ¿Dejamos de servir a nuestros clientes? Normalmente, vivimos cerca de nuestra farmacia, la gente a la que atendemos son nuestros propios vecinos, y la verdad, yo no tengo la sangre de horchata para negarles un medicamento, aun sabiendo que no me lo van a pagar.
En otro orden de cosas, ¿qué opinión le merece la decisión del Ministerio de Sanidad de dejar de financiar algunos medicamentos?
Era una medida estructural necesaria. Había una especie de alegría, esa sensación de que había café para todos. Hay medicamentos que no son de primera necesidad que muchas veces se empleaban a discreción, se abusaba de ellos. Desde mi punto de vista era lógico tomar esta decisión, quizá no en todos los medicamentos que se han dejado de financiar, pero era necesario para el sostenimiento del sistema público.
¿Y cómo ha afectado esta medida al sector?
Bueno, ha habido un bajón en la demanda de ese tipo de productos, pero no es el único ‘medicamentazo’ que hemos tenido que superar.
Otra de las novedades del sector en los últimos años es la irrupción de los medicamentos genéricos. ¿Cuál ha sido su nivel de penetración en el mercado?
A raíz de la obligatoriedad de la prescripción por principio activo ha crecido considerablemente el mercado del genérico sobre el de marca. Sin embargo, aunque el nivel es aceptable, todavía estamos por debajo de lo que se está consiguiendo en Europa. No hay una política decidida y firme de apoyo al genérico para que pueda generar ahorros. Se han utilizado para establecer precios mínimos de referencia y otras cuestiones que luego cada autonomía se va inventando. En el mercado español falta perfilar algunos detalles técnicos como la bioapariencia.
¿Y el margen de beneficio un genérico es el mismo que el que se puede obtener de un medicamento de marca?
Potencialmente, sí, es decir, en proporción. Lo que ocurre es que el precio de venta de un genérico es inferior, por tanto, el beneficio para el farmacéutico es menor.
Dicho todo esto, ¿cómo han cerrado las farmacias este 2012?
Mal. Mal en el terreno financiero y mal en las perspectivas de futuro y de solución de problemas. Estamos francamente preocupados. El farmacéutico es el sector que mayor incidencia ha tenido en las medidas económicas del Gobierno, porque, lógicamente, el Estado es nuestro mayor cliente y ha recortado todo lo que ha podido y más. Nos encontramos ante una situación difícil, de la que necesitamos salir.