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No más cacharros a la cama

Ibon Linacisoro. Director de Interempresas26/09/2011

26 de septiembre de 2011

La sensatez es algo muy subjetivo. Las afirmaciones rotundas y definitorias de lo que nos ocurre son tan frecuentes como vacías de contenido. Escuchamos tantos diagnósticos que ya no los eschuchamos, pero ello no obsta para que haya verdades como puños. Y hay que decirlas, porque nos preocupa el devenir del humano embrutecido. La verdad es que la cosa está mal, para qué vamos a edulcorar aquí una realidad que no hay quien soporte ni quien saque del campo semántico de la amargura, el temor, la desesperación y el convencimiento de que si dejáramos el mundo en manos de niños o de incapaces, todo iría mejor. Hablando en plata, la angostura intelectual del personal a cargo del mundo es inversamente proporcional a su capacidad para resolver los asuntos para los que se les ha designado. ¿No hay nadie capaz de pronunciar palabras sabias? Por favor, este es un mensaje dirigido a todos los lectores de este modesto escrito que tienen en su haber algo de sabiduría: ¡Transmitidla! ¿A quién? Para empezar a vuestros jefes si en los años buenos decidieron apostar por los planes cortoplacistas, que es una palabra muy de moda y que da gusto usar. Los jefes jefes, claro. Aquellos que cuando la liquidez fluía y todo eran alegrías no pensaron en el mañana. Para seguir, por favor, de verdad, a los que se van a la cama con el iPhone, la BlackBerry, el iPad o el portátil. En los EE UU, el 95% del personal pasa al menos una hora frente a alguna pantalla antes de dormir. Ordenador, consolas y, sobre todo, el teléfono, son los preferidos. Uno de cada diez jóvenes entre 13 y 18 años se despierta por la noche para ver mensajes o llamadas. A todos estos no será suficiente con transmitirles la sabiduría mediante susurros, habrá que recurrir a algo más contundente.

Lo peor es que si nos ha salpicado, y bien, lo de Lehman Brothers, el banco de inversión de Estados Unidos que con su quiebra detonó el desastre, no cabe duda de que esa obsesión por las maquinitas aniquiladoras de la actividad cerebral también nos salpicará. Mirad por favor a vuestro alrededor. Antes eran solo los niños, pero ahora son los adultos los que están todo el día mirando sus aparatejos (los electrónicos, se entiende). Siempre hay alguien ejerciendo el absentismo presencial, con su cuerpo presente, su mente ausente porque no puede dejar de mirar el último ‘whatsapp’ o el último email… Es necesario recordar que no es obligatorio formar parte de una red social. No eres más popular ni tienes más amigos porque tengas 600 amigos en el facebook, no eres necesariamente más algo porque estés todo el día en el Twitter. “En mi pueblo, tomando unas cervezas con los amigos”… pero bueno, y a los demás qué nos importa. Un poquito de cordura, por favor. Salgamos de ésta que ya tendremos tiempo para las maquinitas. Y por favor, maquinitas a la cama, no.