La contribución de la impresión 3D al futuro de la sanidad
Stefan Holländer, General Manager en EMEA de Formlabs
03/06/2020Ante una escasez de productos sanitarios propios y una gran dependencia de suministros importados de otros países, hospitales, distribuidores de material sanitario y gobiernos han tenido que buscar soluciones nuevas, flexibles y autónomas. A finales de marzo, ya vimos que la escasez de suministros sanitarios iba a ser uno de los principales retos de la pandemia, como se vio con los casos de compra de mascarillas y tests defectuosos a China.
Una de las principales ventajas de la impresión 3D es que puede reaccionar de forma rápida y flexible. Además del hardware, es decir, las impresoras, todo lo que se necesita es el archivo digital con el diseño de lo que se quiere imprimir y el material adecuado (en el caso de Formlabs, trabajamos con casi 30 tipos de resinas sintéticas diferentes, algunas de ellas biocompatibles, como es el caso de la utilizada para la producción de hisopos). Esto hace que la producción pueda realizarse de manera descentralizada y que esta pueda ser fácilmente dimensionada en función de las necesidades.
Como muchos otros países, España ha sufrido escasez de hisopos. China e Italia son los principales productores y exportadores de este material, pero con la altísima demanda interna y las dificultades en el transporte transfronterizo, lo han tenido difícil para abastecer también al exterior. A partir de la iniciativa que el Hospital virtual Valdecilla (HvV) ha llevado a cabo en Cantabria con impresoras de Formlabs, se ha logrado que la comunidad autónoma pudiera autoabastecerse de hisopos, llevando un ritmo de producción semanal de más de 5.000 unidades. Esta iniciativa ha sido adoptada por otros hospitales en España, a partir de la experiencia del HvV, proporcionándoles la posibilidad de autoabastecerse de hisopos.
Gracias a la impresión 3D también se han podido producir otro tipo de equipamiento, como los adaptadores que hicieron posible que máscaras de snorkel se utilizaran en los hospitales como elemento de protección individual para el personal sanitario. Además, la tecnología 3D no tiene solo una aplicación estrictamente sanitaria, sino que también se han creado productos accesorios no clínicos, como pantallas de protección facial o clips para ajustar y fijar mejor las mascarillas, y así hacer más fácil para la población el uso de productos de protección de contagio esenciales durante la desescalada.
La impresión 3D ha demostrado su capacidad para hacer que la producción de suministros sanitarios sea más autónoma y rentable a escala local, pero aún queda mucho camino por recorrer. Hasta que no se encuentre una vacuna contra el COVID-19, la principal estrategia de las autoridades sanitarias es controlar los casos mediante la realización masiva de tests. Según la plataforma ‘Our World in Data’ de la Universidad de Oxford, España ocupaba a mediados de mayo la decimonovena posición en cuanto a la tasa de producción de tests por cada 1.000 habitantes, una cifra que ha de mejorar y a cuyo crecimiento la impresión 3D puede contribuir de manera importante.