Tecnología, estética y confort en los talleres

Ferran Puig30/12/2001

Grasa. Taladrina. Virutas. Paredes grises. Suelos también. Techos desconchados. Cuando no, monos sucios, así blancos como azules. Máquinas feas.

En casa nos procuramos un ambiente confortable, tanto funcional como estéticamente. Para nuestra propia satisfacción, y para la de los visitantes, quienes a menudo, según el denominado "efecto visita", detectan insuficiencias inadvertidas o toleradas por nosotros mismos al habernos acostumbrado a ellas.

Pasamos en (vemos) nuestras casas no más de la quinta parte, en términos anuales de nuestro tiempo de vigilia. En cambio, en nuestras fábricas (u oficinas) vivimos un mínimo de 8 horas al día, es decir, cerca de la mitad del tiempo consciente de nuestra vida. El resto del tiempo lo dedicamos a desplazamientos, viajes – de trabajo o de ocio – y el ocio fuera del hogar, para el que queda un porcentaje mínimo de nuestro tiempo – si alguno.

¿No va siendo hora ya de ocuparse de promover ambientes confortables en los talleres de producción? Los lectores habituales de revistas profesionales tal vez pasen más tiempo en las oficinas, pero también éstos, y muchos, muchísimos operadores de taller, transcurren por las plantas de producción durante la mitad de sus vidas conscientes. Y los clientes que las visitan son también sujetos de ese efecto visita, y sin duda apreciarían un esfuerzo mayor por nuestra parte en este sentido.

Por este motivo resulta acertada la iniciativa de Ona Electroerosión, firma que se ha caracterizado por cuidar tanto el diseño tecnológico (de creación propia) como el aspecto estético de sus máquinas, de presentar uno de sus recientes desarrollos al Premio Nacional de Diseño.

El jurado del Barcelona Centre de Disseny, organizador de estos premios que se fallan a principios de 2002, debería considerar seriamente contribuir a la divulgación de este mensaje. El diseño y la estética no deben convertirse sólo en funcionalidades cotidianas innovadoras o bellas, cuando no sólo en objetos o muebles carísimos. Si el BCD ha premiado ya señalizaciones urbanas y diseños de oficina, ¿qué otra cosa hay más cotidiana, y para muchas más personas, que un ambiente confortable en los talleres?