Solange Dessimoulie, fundadora de Decléor
Por Maite Aldazabal
¿Cómo surgió su vocación de esteticista?
La verdad es que no nací como la esteticista en que me convertiría más tarde. No obstante, en mi infancia hubo mujeres como Helena Rubinstein o Estée Lauder que me hicieron soñar. Había vivido siempre en el campo y cuando me trasladé a París me impresionó una cosa: al poco tiempo mi piel perdió su luminosidad, su resplandor. Por ello, quise envasar en unos frascos todo el frescor de nuestros bosques, sus olores y sus beneficios. En definitiva, incorporar toda la naturaleza en unos productos 100% puros, naturales y activos.
¿Qué otros elementos influyeron en la creación la marca Décleor?
La filosofía y la práctica en artes marciales me han permitido comprender la importancia de desarrollar un estado de consciencia. De ahí, la idea de un ritual, un método y un concepto, basado en gestos precisos y exactos para acompañar la eficacia de los productos.
A fin de lograr este estado espiritual, de espacio y de arraigo, de sentirse bien con su propio cuerpo, con su propia piel y con su espíritu, creé una marca cosmética con el nombre de Clé Or, que fue la primera denominación de la empresa. Con ello, quería transmitir la idea de cada cual debe encontrar su “llave de oro” para abrir el templo de la belleza. Cléor nació en 1974 y se convirtió en Decléor en 1985.
Usted fue una de las pioneras en desarrollar una cosmética natural sin ingredientes animales, ¿por qué se decantó por este tipo de cosmética que tanto éxito ha tenido más tarde?
En su momento, nos pareció que “el más hermoso laboratorio natural” que se podía meter en un frasco se encontraba en las plantas. Particularmente, la tecnicidad de la botánica y la ciencia aromática, a través de las virtudes y las potencialidades de los aceites esenciales, nos permiten crear cosméticos eficaces y respetuosos, que se pueden aplicar con un enfoque energético de Do-IN (digito-presión) a nuestra más hermosa tarjeta de presentación, es decir, nuestra piel…
En su opinión, ¿cuáles son las necesidades que debe satisfacer un cosmético natural?
El deseo de todas las mujeres es tener una piel sana y radiante que sea resistente, con una hidratación duradera y un ecosistema equilibrado y regular. Su anhelo es que su piel se autorregenere, de ahí que sea importante aportar activos, vitaminas y los ingredientes necesarios para compensar los cambios de estación, el tiempo que pasa, el estrés y sobre todo… sobre todo «velar por conservar su luminosidad y su frescor, sea cual sea su edad».
Echando la vista atrás, ¿esperaba obtener este éxito internacional?
Referente al éxito, preferiría decir que en el curso de los cuarenta años transcurridos hemos logrado implantar ideas vanguardistas, educar a la consumidora para que sepa cuidarse ella misma a través del tiempo, obtener la fidelidad de consumidoras de “madres a hijas”, de “boca a oreja” y tener una reputación en los tratamientos de cabina y en productos aromáticos valorados y eficaces.
Volviendo a su pregunta, “si esperaba lograr el éxito internacional” citaré a Robert Louis Stevenson: “No juzgues cada día por la cosecha que recoges, sino por las semillas que plantas”. Con esto quiero decirle que estamos más atentos al espíritu que ponemos en la acción que a los resultados inmediatos. Soy de campo y estoy menos preocupada por el resultado que por la manera en que se va a cultivar, con todo lo que esto exige e implica.
¿Cuáles han sido las claves de los logros de Décleor?
En lo relativo a Decléor, ha podido obtener su fama mundial al reafirmarse en su historia, su identidad, su filosofía, sus rituales, sus productos míticos, entre ellos Aromessence, y en particular en su anclaje en la Aroma-Cosmética.
Usted es una apasionada de la firma a la que sigue vinculada como embajadora, ¿qué funciones cumple en este cargo?
En tanto que fundadora, creadora y embajadora de los Laboratorios Decléor mi campo de acción es amplio y variado: contacto con la dirección mundial, transmito las opiniones a los laboratorios de investigación y desarrollo, participo en la elaboración de los productos, en la formación y en los tratamientos en cabina estética. Básicamente, mi misión de embajadora consiste en participar en la integración de nuestra marca en el seno de las estructuras filiales de L’Oréal a fin de dar a conocer el ADN de la marca. Hemos encontrado la oportunidad de apoyarnos en una inteligencia colectiva que descansa sobre el saber adquirido, la experiencia, la bondad, la escucha y el respeto, lo que nos da confianza sobre la durabilidad.
¿De qué se siente más orgullosa?
De haber dado sentido a mi vida consagrándola al objetivo fundamental del “saber envejecer bien” a través de una marca de Aroma-Cosmética, Décleor, integrada hoy en el primer grupo de belleza global a nivel mundial. Gracias L’Oréal.