El súper poder de la imagen personal: el estilo auténtico
En nuestra rutina cotidiana es más que presente nuestra imagen personal y su cuidado, en distintas formas y a través de diferentes estilos, que elegimos para obtener una buena imagen social.
De hecho, nuestra imagen es un puente entre nuestra auto percepción y lo que los demás piensan sobre nosotros mismos.
La imagen establece un ligado profundo entre nuestra persona y nuestras relaciones interpersonales: sin hablar, la imagen proporciona muchas informaciones sobre lo que somos y lo que queremos ser. Siendo consciente de esto, me surgen varias preguntas, que van más allá de lo visible: ¿los estilos de imagen que elegimos a diario, ayudan de verdad a expresar la autenticidad de nuestra personalidad?
¿La imagen que proyectamos aumenta nuestro bienestar emocional o lo limita?
¿Nos sentimos verdaderamente satisfechos de nosotros mismos, frente a ese espejo con los estilos que elegimos o con los que nos proponen nuestros profesionales de confianza?
A lo largo de estos últimos años, trabajando como coach potenciadora de imagen emocional, observando a los profesionales y a los aprendices que se forman en imagen personal, me he dado cuenta del fenómeno masivo del "copia y pega" creativo, que invade este sector: a menudo los profesionales son “víctimas inconscientes” de una globalización de tendencias, que acaba con estereotipar y estandarizar la creatividad del estilista.
Esta "masificación creativa" de la imagen personal lleva a dos escenarios críticos, que merece la pena analizar detenidamente: el primero, es que el profesional en pleno desarrollo artístico se acostumbra inconscientemente a auto-limitarse a la hora de crear sus propios estilos, llegando a ser mentalmente dependiente de las propuestas de unos pocos referentes del mercado.
No obstante la mayoría de los profesionales sigan aprendiendo e inspirándose a los mejores iconos de éxito del mercado de la imagen, creo que todavía no tomen conciencia del súper poder de la misma: encontrar y exaltar la esencia profesional de cada uno y ponerla a servicio del cliente, adaptándola e integrándola a sus necesidades y gustos.
El segundo escenario a tener en cuenta, que esta masificación creativa de la imagen nos proporciona, es que se indoctrinan también los clientes consumidores de tendencias: de una forma inconsciente el cliente llega a creerse que lo que es “de moda” es solamente lo que se reconoce como modelo de éxito a seguir en pasarelas, revistas, certámenes, galas, ferias, etc.
En esta visión, la moda, entendida como una de las mayores fuentes de creatividad y de arte en la imagen personal, se arriesga a convertirse en una realidad que despersonaliza el autor de cada estilo y de cada trabajo artístico. Lo que debería haber firmado cada estilista, recuerda o copia totalmente otras creaciones de los mayores referentes del sector.
Creo firmemente que hay que re-encuadrar la figura del profesional de la imagen, indiferentemente del campo en el que trabaje (peluquería, estética, asesoría de imagen, fotografía de moda, etc.), para ayudarle a ser más consciente del impacto emocional y del poder de creación de identidad que ofrece la imagen.
Todo lo que somos y sentimos por dentro, lo reflejamos por fuera y nuestra imagen manifiesta voluntaria e involuntariamente nuestra esencia personal, nuestras emociones y nuestros estilos más auténticos.
Ahora te propongo un reto: ponte delante del espejo y pregúntate: ¿qué estilo soy?
Texto: Chiara Munzi
COACH DE RELACIONES INTERPERSONALES Y PROFESIONALES Y FORMADORA EN DESARROLLO PERSONAL