¿Son buenas las promociones?
Tras una breve conversación en la que le pregunto acerca de lo que tenía planteado para este mes y para los próximos a nivel de campañas, promociones, estrategia... Me explica que todo eso no le va porque le suena a poco profesional, a “mercadillo de barrio”.
Como siempre digo, hay verdades absolutas, pero en el sector de la peluquería sólo opiniones. Y si son acertadas o erradas, sólo los resultados pueden juzgarlo.
No seré yo, entonces quien te asegure de un modo absoluto las cosas que van a funcionar, pero permíteme, eso sí, que te recuerde una frase: “Si sigues haciendo lo mismo, no esperes que cambien los resultados”.
Es obvio que realizar buenos trabajos, estar formado y actualizado, ser creativo e innovador y mimar al cliente son las bases de un salón de éxito. Nada que decir al respecto. Sólo que tal como digo, son las bases y a veces, sólo con las bases no se consigue construir un edificio.
Hace años, sólo con esas bases ya era más que suficiente para que un salón funcionara y hay veces que seguimos anclados al pasado y a cómo funcionaban las cosas antes, perdiendo de vista que lo que antes funcionaba, puede que ahora ya no.
Déjame que, por lo menos, desde mi experiencia, te plantee alguna duda razonable que te impida dictar sentencia de culpabilidad en contra de este tipo de promociones.
Todo está constantemente cambiando. Nosotros, como consumidores estamos comprando productos y servicios de manera diferente a como lo hacíamos antes. Recibimos un bombardeo constante de promociones, ofertas, “ocasiones únicas”, a través de escaparates, televisión, prensa y sobre todo, de internet. Y eso, inevitablemente, hace desviar nuestra mirada hacia marcas o establecimientos en los que no nos habíamos fijado hasta ahora.
Y lo mismo les sucede a nuestros clientes. Hasta el cliente más fiel recibe esos impactos de un modo constante. Piensa en ti como consumidor. Intenta recordar si has comprado algún producto o servicio por alguna llamada de atención, alguna promoción o alguna oferta especial. Si tú lo has hecho, ¿por qué no tu cliente?
Pero voy a dar un paso más allá e intentar llevar tu reflexión un poquito más lejos. Cuando has visto ofertas, promociones, descuentos, campañas, por ejemplo, de luz, de telefonía …, aunque no te hayas cambiado, ¿no te ha hecho replantearte si estás comprando bien? ¿No ha sembrado en ti una duda razonable? ¿No ha menoscabado, aunque sea ligeramente, tu sensación de que estás realizando la mejor elección?
No pienses en ti, piensa en “cliente”. Piensa en los impactos que recibe. Creo que darle alguna “alegría”, tener promociones para incrementar servicios, para premiar su fidelidad, para que noten que el salón está “vivo” no menoscaba tu imagen profesional ni la de tus servicios.
Creo, humildemente, que el problema no está en sí en hacer promociones, sino en planificarlas adecuada y estratégicamente, darles forma de una manera elegante, con buen gusto y sobre todo, que sean temporales, con un comienzo y un fin determinado.
Como muchas cosas en la vida, no es Sí o No, depende mucho del qué, el cuándo y sobre todo, el cómo.
Firmado por Juan Luis Arregui desarrolla el cargo de Director de Marketing en Paul Mitchell España. juanlu@paulmitchell.es