Combustibles líquidos bajos en carbono: la ayuda necesaria

Uno de los frentes en las que la Unión Europea continúa siendo líder a nivel global es el de la protección medioambiental. Mientras centro económico mundial se desplaza hacia Asia, donde China, India, Japón y Corea del Sur ejercen un liderazgo no exento de viejas rivalidades, y Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, parece apostar por el unilateralismo, el denominado Viejo Continente apuesta por liderar las políticas dirigidas a reducir el impacto de la actividad humana en el entorno.

En este contexto internacional, la industria refinera europea tiene claro que debe estar en el pelotón de cabeza de los sectores económicos que liderarán el cumplimiento de los acuerdos internacionales destinados a atenuar la contaminación de la atmósfera y el cambio climático.

El sector europeo reunido en Fuels Europe -algunos de cuyos integrantes son BP; Cepsa; Eni; ExxonMobil; Galp; Q8; Lotos; Lukoil; Phillips 66; Repsol; Rosneft; Saras; Shell; Tamoil o Total, entre otras- ha presentado su hoja de ruta hasta 2050, un plan estratégico con un horizonte temporal de poco más de tres décadas que fija las principales propuestas y proyectos que el sector pretende desarrollar para continuar ofreciendo a la sociedad europea los productos que elabora.

El hecho de que la Unión Europea aspire a liderar al mundo ante el desafío del cambio climático global obliga al refino continental a contribuir a la consecución de este objetivo, para lo cual reducirá sus emisiones de CO2 y suministrará combustibles bajos en carbono y otros productos que la sociedad necesita.

Desde Fuels Europe se asume que el desarrollo de una diversidad de energías y vectores energéticos incrementarán la flexibilidad y resiliencia de la economía continental “y permitirá al mercado elegir la solución óptima para cada sector y uso energético”.

Gracias a sus características, los combustibles líquidos seguirán siendo utilizados en muchos ámbitos del transporte, por lo que refino europeo “continuará jugando durante mucho tiempo un papel importante entre las opciones energéticas”, ya que suministrará a la economía carburantes bajos en carbono “que complementarán a otros vectores energéticos también bajos en carbono como los ‘electrones’, el gas o el hidrógeno”. Fuentes de la patronal refinera europea señalan que “la tecnología y la colaboración entre los diversos sectores industriales facilitarán la producción de estos combustibles líquidos con bajo contenido en carbono”.

Esta contribución del refino europeo puede verse potenciada por la estrategia industrial de la Unión Europea y por un marco regulatorio que facilite su transición, “permitiendo a las refinerías europeas mantener su viabilidad económica ante unos mercados locales en declive y una competencia internacional cada vez más agresiva”.

El colectivo refinero también destaca la aportación de la industria automovilística, que ya construye vehículos más eficientes. La combinación de carburantes con menor intensidad en carbono y los vehículos con menores consumos marcarán “una trayectoria de largo recorrido hacia una economía resiliente y de bajas emisiones”.

Apoyándose en su saber hacer y su flexibilidad productiva, las refinerías del futuro “procesarán en proporciones crecientes nuevas materias primas, como las procedentes de origen renovable, los residuos y el CO2 capturado”. Todo ello, en factorías “muy eficientes integradas en complejos industriales, aprovechando sus sinergias con otros sectores como el químico, la calefacción urbana distribuida, los biocombustibles sostenibles y la generación de electricidad”.

Estos complejos industriales, augura Fuels Europe, “procesarán e intercambiarán una gran diversidad de materias primas y productos semi-acabados”. Desde la patronal refinera europea se enumeran las siguientes posibilidades: hidrógeno renovable; CO2 residual; biomasa sostenible; residuos; calor residual; crudos convencionales y sintéticos y electricidad renovable.

Para alcanzar este escenario, se recurriría a “tecnologías tanto consolidadas como emergentes” y a “modelos de colaboración industrial fundamentados en los principios de la economía circular y el uso eficiente de los recursos”. En todo caso, advierte Fuels Europe, será necesario “contar con el marco legal adecuado”.

Esta visión de la aportación de la industria europea del refino “representa una oportunidad industrial para Europa para desarrollar tecnologías bajas en carbono y ofrecerlas al mundo como contribución a una solución global para el cambio climático”.

Las empresas que conforman Fuels Europe aseguran estar “totalmente comprometidos a colaborar con otras industrias y con los reguladores para materializar nuestra Visión, y para ser actores principales en una solución industrial y energética a largo plazo para Europa, aportando liderazgo en la lucha contra el cambio climático y contribuyendo a la prosperidad económica general”.

Para satisfacer los objetivos, tanto globales como europeos, de mitigación del cambio climático y, al mismo tiempo, continuar asegurando una movilidad asequible, esencial para los ciudadanos y la industria, serán necesarios tanto ‘electrones’ como ‘moléculas’ con bajo contenido en carbono.

Fuels Europe, que se refiere a la electricidad con el término ‘electrones’, apunta que serán éstos los que se encarguen de asegurar la movilidad de turismos y furgonetas “en las ciudades”, mientras que las ‘moléculas’ de los combustibles líquidos “continuarán siendo necesarias, especialmente para el transporte pesado por carretera, el transporte aéreo y el marítimo, así como para producir materias primas para la industria petroquímica, lubricantes y otros productos”. Por tanto, el colectivo asume que la movilidad urbana, en un plazo aún por determinar, será copada en un porcentaje relevante por vehículos eléctricos, una circunstancia, añadimos, que se producirá en las grandes ciudades, tanto en extensión como desde el punto de vista de la población residente y/o visitante. Y esto será así por los problemas de contaminación que sufren determinadas urbes europeas, como son en el caso español Barcelona y Madrid.

Otro punto destacado de esta proyección es el referido al coste-eficiente, el mismo concepto que el utilizado por la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) en el informe presentado a mediados de marzo de este año para hacer referencia a la favorable relación que presentan en este binomio los combustibles líquidos bajos en carbono, cuya aportación al mix permitiría reducir las emisiones de CO2 en el transporte gracias, en parte, a su extensa y fiable red de infraestructuras ya existente (las estaciones de servicio, claro), que “supone una clara ventaja en comparación con otras alternativas energéticas que requieren la implantación – normalmente financiada con recursos públicos – de nuevas infraestructuras”.

Fuels Europe insiste en la necesidad de que convivan “muchas tecnologías para la producción de líquidos con bajo contenido en carbono”, combustibles que deben facilitar una movilidad de bajas emisiones, en ciclo de vida, en todos los segmentos del transporte: biocarburantes sostenibles, hidrógeno renovable “o combustibles líquidos producidos a partir de electricidad de origen renovable, entre otras”.

Las refinerías del futuro de la Unión Europea deberán ampliar la citada colaboración industrial a través de la participación en iniciativas conjuntas “para el desarrollo de tecnologías innovadoras bajas en carbono que permitan la reducción de las emisiones totales del complejo en el que se integran y de los productos que en él se fabriquen”.

Para ello, tal y como ya está sucediendo en algunas instalaciones españolas, como la refinería de Tarragona, por citar un ejemplo, estas instalaciones tendrán que mejorar sus sistemas de gestión energética y adoptar nuevas tecnologías.

Durante los años que se prolongue la tan anunciada transición energética, “y más adelante, la industria del refino (…) continuará ofreciendo puestos de trabajo cualificados y contribuciones científicas y financieras a la economía de la UE”, un aviso a navegantes muy explícito.

A nivel geoestratégico, asegurará la diversificación energética y la seguridad de suministro a los países de la Unión. Además, Fuels Europe añade que la colaboración entre sectores industriales “facilitará a la UE un liderazgo tecnológico a nivel mundial para la transición a una economía baja en carbono, creando oportunidades para la exportación de tecnologías y modelos de negocio”.

Para alcanzar este marco, Fuels Europe apela a las autoridades, tanto europeas como españolas, “para que ayuden al sector del refino (…) a través de los varios instrumentos. En primer lugar, habría que integrar la Visión 2050 “en la estrategia industrial y tecnológica de la UE y en los programas europeos de I+D a fin de apoyar firmemente el desarrollo y aplicación de tecnologías que fomenten tanto la producción y el uso de combustibles líquidos y productos bajos en carbono, como la colaboración industrial que permita su utilización a gran escala”.

Asimismo, propone la aprobación de un marco regulatorio “que proporcione a los inversores estabilidad y predictibilidad, sobre la base de la neutralidad tecnológica que asegure el éxito de esta estrategia para la transición, en un marco temporal lo suficientemente dilatado (no menos de 20 años)”.

Finalmente, pero no menos importante, la propuesta de Fuels Europe admite que el coste de implantación de soluciones bajas en carbono será “elevado”, por lo que serán necesarias “medidas apropiadas para proteger la competitividad internacional de la industria de la UE y evitar la deslocalización de las actividades industriales hacia otras regiones con políticas climáticas menos ambiciosas, lo que conllevaría un aumento de las importaciones de productos y el consecuente perjuicio para la seguridad de suministro”.