Aeded analiza los principales retos en la transformación de espacios mediante demolición y descontaminación
La Federación de Gremios de la Construcción, de la que forma parte la asociación Aeded, en colaboración con la Feria BB Construmat, ha celebrado el 15 de octubre una nueva jornada del Ciclo de webinars sobre construcción titulada 'Transformación de espacios mediante demolición y descontaminación', en la que han participado Manuel Barrero, de Demoliciones Córdoba, Adolfo García, de dMol, Daniel Anka, de Anka Demoliciones, y Enrique Pelluz, de Lezama. José Fernández, del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE), ha ejercido de moderador.
Los trabajos de demolición y descontaminación cobran cada vez más importancia en entornos urbanos donde sufren escasez de suelo edificable. En estas áreas, ante la imposibilidad de contar con nuevas superficies en las que construir, se hace necesario realizar la demolición total o parcial de antiguas edificaciones y dar a ese espacio “una nueva vida”. Una labor que no está exenta de desafíos como quedó demostrado en el nuevo webinar de la Federación de Gremios de la Construcción-Aeded.
De izquierda a derecha: José Fernández, del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE), Manuel Barrero, de Demoliciones Córdoba, Enrique Pelluz, de Lezama, Daniel Anka, de Anka Demoliciones, y Adolfo García, de dMol.
El principal reside en la enorme generación de residuos que suponen estas actuaciones, entre los 20 y los 40 millones de toneladas al año en España (0,5 - 1 t/hab/año), y la consiguiente gestión de estos para darles un segundo uso, bien mediante la reutilización, la valorización o el reciclaje. Para hacer una óptima labor en este sentido, es fundamental la implicación de todos los agentes que intervienen en estas obras, desde el promotor hasta la Administración, pasando por las propias empresas especializadas en demolición, que son las que tienen el conocimiento técnico.
Por ello, es clave antes de emprender cualquier proyecto hacer un inventario exhaustivo de todos los materiales que están presentes en el edificio que va a ser demolido, especialmente de aquellos que suponen un grave riesgo para la salud de los trabajadores, como puede ser el amianto o el mercurio, y que además podrían contaminar al resto de materiales.
Esta clasificación en origen de los residuos, que muchas veces conlleva trabajos de desmontaje o desmantelamiento de edificios en lugar de los métodos más tradicionales de demolición, supone la mejor fórmula para evitar el grave problema del depósito en vertedero, así como para fomentar el modelo de Economía Circular. De hecho, empleando buenas prácticas se pueden lograr porcentajes de reciclaje de materiales en una obra cercanos al 90%.
Indudablemente para lograrlo también es clave, como se ponía de manifiesto en la jornada, que se evite lo que está ocurriendo actualmente en muchas comunidades autónomas, que cueste lo mismo llevar al vertedero material limpio que material sucio o mezclado (no hay más que ver los productos que se arrojan a muchos contenedores de nuestras ciudades). Desde la Administración, como ocurre por ejemplo en el País Vasco, se deberían imponer tasas de vertido proporcionales a la calidad del material para incentivar precisamente la valorización y el reciclaje, si bien es cierto que estas iniciativas no solo deberían emprenderse por razones económicas sino también de responsabilidad social y medioambiental. No hay que olvidar que las materias primas naturales son finitas.
El que estas competencias estén cedidas a las Comunidades Autónomas hace que haya una gran variedad de normativas y que muchas de ellas ni se cumplan. Habría que copiar los modelos que se han mostrado exitosos y replicarlos al resto de regiones.
Como también habría que emular lo que han logrado algunos países de nuestro entorno, mucho más avanzados en trabajos de demolición y descontaminación, como Dinamarca (sus grandes limitaciones de espacio han favorecido la demolición), Noruega y Suecia (muy concienciados en el aspecto medioambiental), Gran Bretaña (con tasas muy disuasorias para el depósito en vertedero) y Holanda/Bélgica (sin producción propia de áridos).
Pero aún siendo el principal, la gestión de los residuos generados por una demolición no es el único desafío. Aspectos como las dificultades de acceso y ocupación para hacer estos trabajos en áreas urbanas, la falta de gestores especializados en determinados residuos en muchos municipios (lo que supone mayores costes de transporte), la falta de formación, el intrusismo o la “pillería” con la que siguen operando algunas empresas, frenan también su correcta evolución.
Aún así, como se concluía en el webinar, la demolición y la descontaminación son actividades que llevan el camino correcto en España, especialmente en materia de Economía Circular, aunque todavía queda mucho por recorrer.