Los procesos de granallado o tratamiento superficiales, se han ido automatizando y los robots industriales han jugado un papel primordial en ello.
Mediante el proceso de granallado, se propulsa un chorro de material abrasivo contra una superficie de alta presión, con el fin de alisar o eliminar los contaminantes de esa superficie. Este proceso se realiza principalmente para limpiar o preparar las superficies que posteriormente se van a pintar.
Gracias a los robots de 6 ejes, los procesos se han ido flexibilizando, permitiendo un aumento de la productividad y expandir los procesos a la industria de aviación, turbinas eólicas, piezas de grandes series, fundiciones.
Mediante el uso del robot, se consiguen un ajuste perfecto de trayectorias, distancias, velocidades y dirección del chorreado permitiendo la optimización del proceso. Son procesos que antiguamente se realizaban de manera manual pero debido a lo penoso de trabajo en cuanto a las condiciones del mismo, se han ido automatizando.
En estos procesos, el mayor problema que se encuentran los robots es la protección del mismo respecto al chorreado. Normalmente, existen 2 filosofías:
- El robot dentro de una cabina cerrada. En este caso, se debe de aislar correctamente el robot para evitar daños en el mismo.
- El robot en el exterior de una cabina y se cierra una de las caras de la célula con una funda. El robot tiene una mayor vida útil, ya que permanece fuera de la cabina de granallado con una menor agresión, facilitando el mantenimiento.
En algunos casos, nos encontramos con usuarios que deciden automatizar las cabinas manuales incorporando un robot. Se tiene la ventaja de que el proceso se automatiza pero se mantiene el opcional de poder realizar operaciones manuales debido a circunstancias excepcionales como avería del robot, piezas que por su geometría el robot no tenga alcance. En definitiva, se automatiza el proceso manteniendo una variable manual.