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Iso se decide finalmente por la elaboración de una guía de RSC y descarta el formato de la norma

RSC, ¿Guía o norma?

Redacción QU01/10/2004
La Organización Internacional de Estandarización (ISO) se ha decidido finalmente por la elaboración de una “guía práctica” de responsabilidad social corporativa que oriente y ayude a las empresas en la implantación de estas prácticas, descartando por lo tanto el formato de la norma, que habría permitido establecer un estándar de certificación internacional.
En un comunicado, la Iso recoge los resultados de las reuniones mantenidas por la dirección de la organización los pasados 24 y 25 de junio en Estocolmo y de la conferencia celebrada también en esta ciudad los días 21 y 22 de junio; en ambos eventos se analizó el documento de recomendaciones presentado el pasado mayo por el grupo consultivo “ad hoc” creado por Iso a principios de 2003.

“ISO desarrollará un estándar internacional de responsabilidad social”, precisa la organización, matizando a renglón seguido que “el objetivo es producir un documento guía, escrito en lenguaje sencillo que sea comprensible y utilizable por los no especialistas, y que no está destinado a su uso en certificación”.

Para su decisión, Iso se basó en las conclusiones del grupo consultivo y de la conferencia internacional, que reunió a 355 delegados de 66 países, entre ellos 33 países en desarrollo, así como representantes de los institutos nacionales de estandarización, empresas, Administraciones, sindicatos, ONGs y organizaciones de consumidores. En esta última conferencia, afirma Iso, se alcanzó un sorprendente grado de consenso entre más de 300 “stakeholders”.

Así, la organización concluye “que es innecesario un nuevo estudio de viabilidad” y que el trabajo para la elaboración del estándar debe comenzar de inmediato, por considerar que la responsabilidad social corporativa incluye cuestiones distintas a las ya reguladas por Iso (materia que también se había discutido).

Al explicar la decisión de optar por un formato de segundo rango, el secretario general de Iso, Alan Bryden, recordó que la organización “no sólo proporciona una creciente cartera de estándares técnicos, sino que también puede ofrecer soluciones y guías sobre cuestiones sociales y medioambientales”. Este documento, añadió, será de gran interés para todos los “stakeholders” implicados en la RSC.

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La organización apunta también que esta guía pretende completar y no sustituir los acuerdos intergubernamentales ya existentes que ya sirven de referencia para la RSC, como la Declaración Universal de Derechos Humanos o las convenciones de la Organización Internacional de Trabajo (OIT).

Ahora, Iso procederá a crear un nuevo grupo de trabajo directamente dependiente de la Oficina de Gestión Técnica (TMB). Iso afirma que los expertos del grupo de trabajo serán seleccionados entre todos los “grupos de interés”, y que se pondrán las máximas facilidades (incluyendo la posibilidad de financiación) para los “stakeholders” de menos recursos o que procedan de países en vías de desarrollo.

Esta guía pretende completar y no sustituir los acuerdos intergubernamentales ya existentes

El mismo debate en Aenor

La decisión de Iso coincide con el debate en España acerca de la elaboración de una norma de RSC en Aenor. Así, en las últimas reuniones del Plenario del Comité Técnico la patronal, ONGs y sindicatos mostraron posiciones divergentes: la Ceoe aboga por la elaboración de una guía, mientras que sociedad civil y trabajadores reclaman una norma certificable. En todo caso, estos últimos apuntan que el proceso en Aenor debe ser independiente del de Iso.

El analista de la Fundación Ecología y Desarrollo Jesús Llaría recuerda que, a pesar de que Iso asegura haber logrado el “consenso” sobre la elaboración de una guía, durante la conferencia internacional de Estocolmo “los representantes de países en vías de desarrollo se manifestaron claramente a favor de la elaboración de una norma”.

Según opinan las ONGs y los representantes de estos países –donde suelen encontrarse los proveedores de las grandes multinacionales–, una norma de Iso supondría una homologación global y “una clara señal de mercado” por parte de la organización que rompería “las reticencias y el escepticismo de numerosas empresas”.

Además, permitiría el abaratamiento de costes, ya que los proveedores no tendrían que enfrentarse a los numerosos requerimientos establecidos por las grandes empresas. También contribuiría a la transparencia del proceso, dado que el conjunto de los representantes de países en desarrollo acapara aproximadamente el 75 por ciento de los votos en Iso.

La decisión de Iso coincide con el debate en España acerca de la elaboración de una norma de RSC en Aenor
La Fundación considera que, en todo caso, los normalizadores de Iso no deberían empezar de cero, dado que ya existe un gran bagaje de experiencias en materia de RSC, “pero no precisamente en manos de los normalizadores”.

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