Cuando la demolición y el medio ambiente se alían
14 de octubre de 2010
Lo verde vende, tranquiliza conciencias, mejora la imagen y rellena carteras. Pocas estrategias de marketing son tan eficaces hoy en día como la de colgarse el cartel de “ecológico”. La preocupación por la ecología y la protección del medioambiente, se ha convertido en una importante baza a la hora de anunciar nuestros servicios y productos.
Dentro del gremio de la demolición el ser ecológico ya no es una oportunidad ni una elección, esto es una obligación. Con las diferentes leyes y normativas reguladoras de la actividad de construcción la ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad Medioambiental, el Real Decreto 105/2008 o la futura ley de Residuos y Suelos Contaminados se ha consolidado el camino para la protección y el respeto hacia el medioambiente.
Esto ha supuesto que las empresas especialistas en demolición hayan evolucionado hacia una concepción integral de la demolición como deconstrucción, entendiendo la deconstrucción como el conjunto de procesos y aplicaciones orientados a la recuperación, clasificación, reutilización de materiales y espacios constructivos. Pero toda esta buena conciencia, este respeto y esta nueva fórmula de marketing esconde un gran problema, el dinero.
Cuesta dinero
Ser verde cuesta mucho dinero (que no quiere decir que sea caro), y la correcta gestión de los residuos de construcción y demolición generados en la obra supone un gran esfuerzo económico. Las técnicas para aprovechar los residuos y hacerlos útiles son muy costosas, y las empresas cada vez tienen menos recursos económicos y más deudas que afrontar.
Hacer una correcta clasificación y separación de los residuos es recomendable, por aprovechamiento final, por el beneficio al medio ambiente y porque reduce el volumen de residuos sobrantes de la ejecución, pero por otro lado, supone una inversión mayor, un gasto sobre el que no se percibe un beneficio inmediato.
Mientras algunas empresas emplean sus esfuerzos en encontrar la manera de burlar la ley, protegiéndose en los pequeños resquicios que hay en la normativa vigente, y en las diferentes interpretaciones que se hacen en las distintas comunidades autónomas, otras muchas, las que sí se esfuerzan en mantener el entorno, en cuidar la naturaleza y gestionar y valorizar los RCD, sobreviven gracias a un gran esfuerzo.
Por un mejor futuro
Ya no se trata de una cuestión de justicia o no, se trata de una cuestión ética, donde cada uno debe analizar en qué medida le interesa y en qué grado quiere contribuir a una gestión sostenible. No hace falta mirar a largo plazo en qué medida las acciones de hoy afectan al futuro, que nuestro presente es el futuro de nuestros hijos y nietos, basta con mirar el día a día y ver todo lo que conlleva la mala educación ambiental, enfermedades, catástrofes naturales, escasez de los recursos, etc. Pero para poner nuestro granito de arena, lo primero que debemos tener en cuenta, tanto las empresas de demolición, contratistas y el público en general, es que ser verde cuesta dinero.
Debemos tener claro que la gestión de los residuos supone un mayor esfuerzo, más personal, más maquinaria, más tiempo invertido, una serie de factores que restan dinero sobre el porcentaje final, pero que, en cambio, suman vida. ¿Estamos dispuestos a pagar lo que cuesta ser verde?