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"Con el prefabricado no te arriesgas: se monta, y listo"

Entrevista a Gemma Muñoz Soria, arquitecta técnica por la EPSEB y arquitecta por la ESTSAV, de la UPC

Mónica Daluz12/11/2008

12 de Noviembre de 2008

Es arquitecta técnica por la EPSEB y arquitecta por la ESTSAV, ambas de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) donde es profesora de estructuras del departamento de Construcciones Arquitectónicas II y miembro colaborador del Gabinete Técnico del Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Barcelona (CAATB) en esta especialidad. Actualmente está doctorando en Teoría e Historia de la Arquitectura con el tema de tesis 'Historia de la evaluación de las Estructuras y su Cálculo'. Gemma Muñoz Soria habla alto y claro sobre la utilización del hormigón prefabricado en la edificación en nuestro país.
Gemma Muñoz Soria
Gemma Muñoz Soria.

Es usted una ferviente defensora de la construcción en hormigón prefabricado…

Por supuesto, tiene muchas ventajas.

Cíteme algunas...

Sin duda, la rapidez con que permite construir. Pero una de las mejores cosas del prefabricado es la construcción en seco, no tienes que esperar los 28 días a que el hormigón alcance su plena resistencia. Por otra parte, como las piezas se hacen en fábrica el control es mucho mayor, cuando llega a obra ya se han realizado todos los ensayos, no se agrieta, no da problemas, y además, no hace falta tener muchos especialistas en obra: cuando llegan las piezas, se montan, y listo.

Pero el control de calidad también debería darse en obra

Debería pero, cuando ves cómo funciona la obra, cómo tiran, por decir algo, el paquete de tabaco dentro del forjado, te das cuenta de que siempre estará mejor hecho en fábrica, incluso aunque el control de calidad no sea muy elevado. En una fábrica hay unos mínimos, no se fuma, no se bebe… Además, a esto se añade el factor atmosférico, el hormigón tiene una tracción térmica y con la lluvia, el calor, a veces llega a fraguarse porque no se ha podido regar el tiempo suficiente, y entonces la resistencia es más baja de lo que tenías previsto y se soluciona haciendo algún 'apaño'. Sin embargo, en fábrica las condiciones atmosféricas son siempre adecuadas, de modo que con el material prefabricado no tienes problemas técnicos.

Hábleme ahora de los inconvenientes

Es caro. Por eso no ha entrado. Pero, además, presenta el inconveniente de las luces, la distancia entre las estructuras, dado que el modelaje del prefabricado es de grandes dimensiones, en luces pequeñas, como no hay modelaje que abarque distancias menores, es más rentable utilizar hormigón in situ.

¿Dará el prefabricado de hormigón el paso desde la ingeniería civil al sector residencial privado?

Es complicado, por cuestión de costes y porque la innovación siempre la hace el sector público, nunca el privado. Si en un proyecto el arquitecto ha previsto el uso de hormigón prefabricado en la estructura, cuando el promotor busca un constructor, éste le dice “yo esto no lo hago”, y se le dice al arquitecto, que hace lo que le mandan, que cambie el diseño y haga una estructura tradicional. Es una rueda.

Algo estará haciendo el sector al respecto…

Se está intentando abaratar costes haciendo que un mismo elemento abarque diferentes funciones, que sirva para varias cosas, como estructuras de prefabricado de pared de carga, de manera que con el prefabricado de la fachada lo tienes todo: aislamiento, estructura y pared en un único elemento.

Arquitectónicamente hablando, ¿Da juego el prefabricado?

No da demasiado juego, pero el hormigón in situ tampoco. Es cierto que el prefabricado es bastante acotado y además presenta el problema de que es una estructura isostática, es decir que el techo apoya en la estructura, no está totalmente ligado a ella. Funciona muy bien tipo dominó porque no envía movimientos al terreno y este no queda tan compacto, pero produce cantos muy grandes, deja a la vista el forjado; en ocasiones ya se busca esa estética, pero si no quieres dintel, y lo que deseas son estructuras finas, es difícil con prefabricados. Pero la estética del hormigón gusta, el minimalismo de este material, sus colores tenues, claros, etc.

Pero, éste no es país con tradición de encofrado en hormigón visto…

No lo es, y no hay personal que lo haga verdaderamente bien. Para que un encofrado in situ, que debe ser fenólico, no dé problemas de juntas, tiene que estar muy, pero que muy bien colocado. En Japón, por ejemplo, hay muchísimo hormigón visto, y sin fisura alguna. Aquí, incluso las obras de Ferraté, arquitecto que trabaja mucho el hormigón visto, tienen pequeñas fisuras, porque la colocación no ha sido la óptima, o el color no es regular, etc., con el prefabricado no te arriesgas, pues ya viene con una textura perfecta.

Entonces es una cuestión de formación, de especialización, ¿Qué hay de ese tema?

Hace mucho tiempo que se pide, pero no llega. En las escuelas dan formación pero al constructor le sale más barato coger a alguien que no sepa, que a un técnico especializado. Si no se obliga por ley, las cosas no cambian. En Alemania sí se ha legislado y se exige una preparación. Dicen que en 2012 llegará a nuestro país el carné.
Vista exterior del pabellón de Aragón en el recinto de la Expo de Zaragoza
Vista exterior del pabellón de Aragón en el recinto de la Expo de Zaragoza.

¿Dicen?

Bueno, tal como van aquí las cosas, seguro que no llegará hasta 2020. El caso es que, a la larga, todos los industriales y trabajadores tendrán que tener un carné que acredite lo que saben hacer, y para obtenerlo deberán haber hecho un curso y un examen.

Volviendo al uso del hormigón prefabricado, y teniendo en cuenta que es usted arquitecto y, además, arquitecto técnico, ¿Cómo se engranan los elementos diseño-materiales-construcción-costes?

Quien determina el material es el arquitecto pero éste tiene una carencia de conocimiento en el tema económico; aunque es conocedor de los materiales, desconoce el precio los mismos. El arquitecto técnico, por su parte, conoce perfectamente el presupuesto y su influencia es a la baja, aunque no necesariamente en calidad. El profesional puede proponer un material alternativo que, siendo más barato, cumpla idéntica función, aunque sea a costa del diseño. Lo cierto es que esa reducción de costes puede cambiar el diseño original. Cuando el cambio llega al arquitecto, como éste lo que quiere es que prevalezca el diseño, en ocasiones acaba ocurriendo que coloca el mismo elemento, para mantener el diseño, pero en una calidad inferior.

¿Ambos tienen intereses opuestos?

Tanto unos como otros son demasiado cerrados. El arquitecto técnico piensa que el diseño no es importante, que la construcción y la ejecución es lo que cuenta, porque le viene dado por la universidad, y el otro piensa que quiere lograr aquel diseño y “matará” por conseguirlo. Llegan a ser sumamente contrarios. Ocurre que en la mayoría de ocasiones el arquitecto lo que hace es acabar firmando un prototipo, así que si consigue trabajar en algo innovador se obsesiona con ese diseño y lucha por él sin importarle el precio ni cualquier otra consideración, sólo piensa en el diseño.

Hablemos de tendencias. ¿Qué me dice de esa “pequeña” contradicción entre la tendencia hacia la casa modular y las exigencias que establece el nuevo Código Técnico de la Edificación?

El CTE resulta problemático para los arquitectos porque dificulta seguir las nuevas tendencias. Creo que es comprensible que hayan exigencias acústicas entre una vivienda y la de al lado, para que no tengas que oír a los vecinos, pero entre estancias dentro de la misma vivienda, lo encuentro exagerado, ello implica que el tabique sea bastante más grueso, con el aislamiento dentro del forjado… en fin, que el edificio siempre será así, porque cambiar paredes implica levantar el suelo, etc., de manera que la flexibilidad desaparece completamente. De todas maneras, en España una pared móvil asustaría.

¿Por una cuestión cultural?

Si, aquí somos bastante puritanos, todo es más cerrado y se valora mucho la intimidad, en Alemania, por ejemplo, las casas son abiertas. A la gente le gusta, lo que considera normal, lo que está acostumbrado a ver. También ocurre con los arquitectos. No te levantas un día y creas algo totalmente innovador, nosotros diseñamos a partir de lo que hemos visto en otros lugares, en libros, etc. Mies o Le Corbusier fueron protagonistas de un gran cambio, pero antes había habido pequeños cambios de los que ellos bebieron.

Así, ¿descarta que el consumidor aproveche la coyuntura actual, una cierta posición de fuerza de la que carecía hasta ahora, para exigir generar innovaciones en las viviendas, como la introducción de la domótica, paredes móviles, etc.?

El consumidor viene con una foto de la casa del vecino y te dice “esto es lo quiero”: una balaustrada, cubierta inclinada de teja o pizarra… y, por supuesto, los gnomos en la puerta.

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