Es necesario incrementar las inversiones en conservación de edificios e infraestructuras en general si se quiere evitar una obsolescencia prematura de nuestro patrimonio
Arpho destaca la importancia de la conservación de estructuras del patrimonio construido
La Asociación de reparación, refuerzo y protección del hormigón, Arpho, destaca la necesidad de establecer y ejecutar planes de conservación de las estructuras especialmente susceptibles de riesgo en caso de fallo de un elemento.
El hormigón es el material de construcción más usado del mundo pero, al igual que otros materiales, está expuesto a procesos patológicos, daños y factores diversos de deterioro, que requieren de actuaciones de inspección, reparación, refuerzo y protección.
A raíz de hechos recientes, como el desplome del puente de Génova, o el hundimiento del paseo en Vigo, desde la Asociación de reparación, refuerzo y protección del hormigón, Arpho, se recuerda la importancia de la conservación de estructuras. Desgraciadamente, los desastres mencionados ocurridos recientemente no son una novedad, sino que forman parte de una tendencia relativamente extendida debida, por un lado, a la falta de una conservación adecuada y, por otro, a la intervención de personas y equipos no especializados en operaciones de reparación y refuerzo.
Rueda de prensa organizada por Arpho para dar a conocer la importancia de la conservación de las infraestructuras.
Como cualquier otro material, sea cual sea su uso, el hormigón está expuesto a deterioros por el uso, a accidentes, a cambios de aplicación e incluso a procesos patológicos debidos a circunstancias muy concretas. Aunque algunos problemas y deterioros sí muestran una patología evidente (como desconchamientos, grietas y otros signos visibles), muchos otros son difícilmente identificables por un ojo no especializado, hasta que la intervención requiere de recursos extraordinarios.
En cualquier tipo de construcción, a lo largo de toda su vida útil es necesario llevar a cabo acciones de inspección, mantenimiento y conservación. Esta afirmación es general y aplicable no solo a elementos y estructuras singulares (como en el caso de las carreteras puedan ser los puentes, viaductos, túneles, etc.), sino al resto de los elementos constitutivos del patrimonio construido (como en el mismo ejemplo de las carreteras son los firmes, señalización horizontal y vertical, elementos de contención, balizamiento...).
Estas acciones de mantenimiento cobran especial importancia en las estructuras que soportan otros elementos, sean un puente de carretera o ferrocarril, el dique de una presa que contiene el agua, un paseo marítimo o la estructura de un edificio de viviendas o de cualquier otro tipo, que sostiene todo lo que hay en su interior. Dichas tareas también se aplican a cualquier tipo de material (piedra, hormigón armado, acero, madera, ....), independientemente de su fecha de construcción.
Historia
En muchos núcleos urbanos de la geografía española conviven edificaciones y estructuras de diversas épocas, desde los discretos castros celtas a los impresionantes palacios árabes, pasando por acueductos romanos, castillos medievales y multitud de construcciones de épocas y estilos muy diversos.
En muchas de estas construcciones, destaca el uso de materiales naturales (como la piedra y la madera), junto con algunos morteros y hormigones en masa.
Los romanos fueron grandes expertos en el uso de hormigones, que todavía hoy perviven en estructuras por toda Europa.
De hecho, el material más extendido hoy en día en todo el mundo para construcción es el hormigón, principalmente hormigón armado o pretensado (es decir, con un refuerzo en su interior, normalmente de acero, ya sea previamente tensionado o no).
Luis Ortega, presidente de Arpho, durante la rueda de prensa.
El hormigón como material para construcción tiene múltiples ventajas, como su versatilidad, su facilidad de uso y fabricación, y su adaptabilidad a cualquier tipo de edificación y estructura, lo que permite su utilización para fines muy diversos. Por ello, el uso del hormigón se ha extendido y está presente en todo lo que nos rodea: estructuras de ingeniería civil (puentes, túneles, presas, diques, ...), edificaciones (colegios, estadios, viviendas, centros comerciales, aeropuertos, ...), industrias y un largo etcétera.
Partida para presupuestos
Los presupuestos de conservación no pueden ni deben estar sometidos a oscilaciones significativas en función de la coyuntura política y económica. Desde Arpho consideramos que, como país y sociedad, nos estamos jugando mucho escatimando los recursos dedicados a la sostenibilidad de nuestro patrimonio construido.
La conservación no admite las variaciones de inversión, obligadas por tales coyunturas, que podrían admitirse en construcción de obras nuevas, en las que posibles reducciones de tal inversión implicarían no poder acometer una obra nueva.
En la fase de conservación, estas variaciones suponen no realizar una inspección o una reparación que pone en riesgo algo ya construido y en servicio. Pese a esto, la necesidad de una adecuada conservación de las estructuras, más allá de los aspectos puramente estéticos, siempre ha sido la gran olvidada.
Es cierto que durante los años de bonanza de la economía y del sector de construcción, se iniciaron avances importantes implantando sistemas de gestión de infraestructuras (carreteras, puentes, ...) que implican inspecciones y ensayos periódicos, e incluso adoptando cambios normativos como la obligatoriedad de la redacción del Plan de Mantenimiento de las estructuras al elaborar el proyecto de las mismas.
Pero no es menos cierto que si el PEIT 2005-2020 [1] preveía una dotación presupuestaria progresivamente creciente, hasta situarse en el entorno del 2% anual del valor patrimonial de las infraestructuras, las cifras realmente alcanzadas en 2009 se situaban en poco más de la mitad de ese 2% [2].
Esta situación evidentemente no ha mejorado en la larga crisis que hemos vivido, durante la cual las actuaciones de conservación se han reducido a mínimos precarios.
Estas restricciones amenazan a muchas estructuras que nos rodean:
- en su seguridad, en pocos casos, afortunadamente. Esto ocurre normalmente cuando a los problemas de conservación se unen características de la propia estructura que hacen que esos problemas de conservación resulten críticos, como probablemente ha podido suceder en el puente de Génova.
- en la garantía de que tales obras puedan alcanzar la vida útil que se pretendía para ellas, sin que sean necesarias reparaciones que conlleven la ruina económica de la infraestructura en cuestión.
Importancia del mantenimiento de estructuras
Un ejemplo muy sencillo, que sirve como referencia paralela, para entender esta compleja problemática es el de los vehículos a motor. A nadie se le ocurre, ni se le permite, usar un vehículo (coche, moto, camión, autobús, ...) y no hacer ningún tipo de revisión ni de mantenimiento periódico. Por un lado, el propio usuario realiza esa vigilancia periódica para evitar el incremento exponencial de costes que supone no hacer un mantenimiento preventivo (por ejemplo, un cambio de aceite o la sustitución de la correa de distribución) o por el propio incremento de riesgo desde el punto de vista de seguridad (por ejemplo, por no sustituir los neumáticos o no llevar a punto los frenos).
Por otro lado, la normativa lo controla a través de múltiples mecanismos por el riesgo propio y de terceros que supone no llevar a cabo esta conservación.
Sin embargo, en el caso de las estructuras, las actuaciones de inspección y mantenimiento (tanto preventivo como correctivo) que permitirían una buena conservación siguen sin alcanzar los niveles que deberían. Aunque la implantación de los sistemas de gestión de infraestructuras se ha llevado a cabo en muchos ámbitos, quedan aún otros muchos en los que el desconocimiento del estado de nuestro parque de estructuras es casi total.
Desde el sector se reclaman mayores partidas presupuestarias para trabajos de conservación de infraestructuras.
Con frecuencia se dan casos paradójicos, como puede ser acometer una actuación de reparación de un puente, en base a una inspección y proyecto realizados años antes. Esta situación se produce porque en muchos casos las inspecciones periódicas implantadas con los sistemas de gestión han dado lugar a proyectos de reparación, cuya ejecución de obra posterior ha tenido que ser pospuesta por la insuficiencia de los presupuestos disponibles y por no implicar un riesgo de colapso estructural inmediato.
Cultura de conservación
Desde Arpho lamentamos que muchos gestores públicos no estén dispuestos a invertir en la conservación porque ni “corta cintas” ni lo exigen los usuarios. Tampoco a nivel privado la situación es mucho mejor: la carencia de cultura de conservación hace que, en muchos casos, las comunidades de propietarios contraten, por el imperativo legal que les obliga a realizar la ITE, a supuestos técnicos especializados con la asombrosa capacidad de realizar tal inspección del edificio sin llegar a visitarlo.
Estamos ante el reto de concienciar suficientemente a la clase política y a los ciudadanos en general de que las inversiones en conservación y mantenimiento son tan necesarias o más que las inversiones en obra nueva.
Esta cultura de conservación pasa por:
- Mejorar la formación específica sobre reparación y mantenimiento en nuestras escuelas de ingeniería y arquitectura.
- Mejorar el procedimiento de adjudicación de proyectos y obras de conservación y reparación, tanto en el ámbito público como en el privado, de forma que se garantice la intervención de especialistas y no se prime solo la oferta económica.
- Generalizar la implantación de sistemas de gestión de nuestro patrimonio construido que permitan inventariar, caracterizar, inspeccionar y conocer el estado de nuestras construcciones para poder tomar decisiones sobre sus necesidades de conservación. Esto requiere dotar de recursos adecuados a las administraciones y organismos implicados en la conservación.
- Incrementar las inversiones en proyectos de I+D+i relacionados con la patología del hormigón y otros materiales de construcción, así como sus formas de remediarla. España podría ser un país puntero en el mundo en conservación y mantenimiento de infraestructuras siempre y cuando las administraciones públicas se concienciaran de su importancia y del enorme potencial económico para nuestro sector de la ingeniería y de la construcción.
- Optimizar a largo plazo las inversiones en conservación y mantenimiento de las infraestructuras, comenzando por la redacción seria y cuidada de los Planes de Mantenimiento (exigidos ahora en los Proyectos de estructuras) con la intervención de especialistas en su preparación y en su valoración económica.
Desde Arpho esperamos no tener que lamentar desafortunados incidentes como los sucedidos recientemente, pero para ello creemos necesario un cambio generalizado de mentalidad hacia una mejor conservación de las estructuras que nos rodean.
[1] Ministerio de Fomento: Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT) http://www.fomento.gob.es/MFOM/LANG_CASTELLANO/_ESPECIALES/PEIT/
[2] ACEX: El libro verde de la conservación de infraestructuras en España, ACEX 2010
“El riesgo 0 no existe”
Durante el encuentro con la prensa, Luis Ortega, presidente de Arpho, reclamaba mayores inversiones para los trabajos de conservación de infraestructuras ya que, como aseguraba, “no es cierto que actualmente se esté invirtiendo más en mantenimiento que en obra nueva”.
En España ya se están ejecutando planes de inspección en el patrimonio construido pero el problema está, según afirmaba, “en que estas inspecciones no se están realizando con el rigor que requieren estos trabajos ya que, al primar el factor precio, no son ejecutadas por personal técnico cualificado”. De hecho, recordaba que la gran mayoría de los derrumbes de edificios sufridos en España durante los últimos años han venido originados por trabajos de rehabilitación y reforma en los que, por falta de cualificación profesional, se modificaron elementos estructurales importantes.
Lo que también se quiso dejar claro desde Arpho es que las inspecciones minimizan las posibilidades de colapso de las estructuras pero no las anulan completamente. “El riesgo 0 no existe. No todos los problemas son detectables en una inspección pero sí la mayor parte de ellos”, aseguran. La Asociación recomienda hacer un buen inventario de las infraestructuras y tras las inspecciones priorizar las intervenciones en aquellas en las que pueda existir un mayor riesgo, teniendo en cuenta además que un retraso en la conservación puede multiplicar exponencialmente los costes de esos trabajos.
Por último, Luis Ortega señalaba que el caso del derrumbe del puente de Génova es muy difícil que ocurra en nuestro país. “En el puente de Génova se dieron circunstancias muy especiales. Es un puente construido en los años 60 con una tipología estructural muy específica, que hace que si falla un elemento se pueda dar un fallo en cadena en el resto de la estructura. En España no existen puentes de estas características. Si un tirante se rompe, ese puente no se derrumbará”, aseguraba.
Acex muestra su apoyo al manifiesto de Arpho
La Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras, Acex, desea mostrar su apoyo a la iniciativa lanzada por Arpho, Asociación de Reparación, Refuerzo y Protección del Hormigón, que reclama una nueva cultura de la conservación de las infraestructuras.
El vicepresidente de Acex, Luis Fernández Gorostiza, que participó en la presentación de esta iniciativa de Arpho, señaló que “además de la conservación y el mantenimiento en los elementos singulares de la carretera -estructuras, puentes, viaductos, túneles, etc., es también muy importante la de todos y cada uno de los constitutivos de la carretera, como firmes, señalización horizontal y vertical, elementos de contención o balizamiento…- y los son asimismo todas las actuaciones encaminadas a asegurar la movilidad de los ciudadanos de la forma más segura posible”. Para Fernández Gorostiza, “como país y como sociedad nos jugamos mucho con esta falta de recursos para la sostenibilidad de las carreteras o de cualquier otra infraestructura”.