Diseño biofílico, la naturaleza como valor diferencial en los espacios de trabajo
La naturaleza y el diseño biofílico ofrecen múltiples claves para crear un espacio de trabajo en armonía que fomente el bienestar y aporte valor, mejorando la inspiración y la productividad. Según el informe de investigación 'Espacios Humanos sobre el Impacto Mundial del Diseño Biofílico en el Lugar de Trabajo' de Interface, los niveles de productividad y creatividad aumentan un 6% y un 13%, respectivamente, en aquellos entornos que incorporan elementos naturales.
Por todo ello, desde hace años, Actiu trabaja tanto en el diseño y equipamiento de espacios de trabajo saludables a la vez que eficientes.
“Nuestro Parque Tecnológico de Castalla es, desde su creación, hace más de una década, un referente en España de arquitectura sostenible y diseño biofílico, reconocido con las certificaciones LEED y WELL”, señala Soledat Berbegal, consejera y directora de reputación de marca de Actiu. Y añade: “Nuestra misión es colaborar con las empresas y ofrecerles soluciones que permitan crear espacios de trabajo saludables que aseguren el bienestar físico y emocional de las personas”.
El diseño biofílico utiliza elementos que hacen referencia al mundo natural: conexiones con la vegetación, el agua y la vida silvestre, para aportar experiencias únicas y valor diferencial a los nuevos espacios de trabajo. Acuñada por el biólogo de Harvard, Edward O. Wilson en 1984, la biofilia, hace referencia a la relación que existe entre los humanos y la naturaleza. Su hipótesis se basa en el hecho de que el mundo natural fue la principal influencia en la evolución de nuestro funcionamiento cognitivo y emocional. En un mundo cada vez más urbanizado, el contacto con el entorno natural es cada vez más escaso. Según Naciones Unidas, en 2030, el 60% de la población mundial vivirá en ambientes urbanos. Aspecto que hace más necesario volver la vista hacia el diseño biofílico.
Ambientes naturales
Mediante elementos como el aire fresco, la luz natural, el agua, el confort acústico y los aromas; y conexiones visuales y físicas con el entorno natural, que incluyen plantas, jardines verticales, patios y terrazas ajardinadas, huertos, fuentes o materiales naturales y reciclados, el diseño biofílico convierte los espacios de trabajo en lugares mucho más atractivos.
Poco a poco, la naturaleza ha abandonado su papel de elemento decorativo añadido a espacios ya terminados para convertirse en una herramienta de construcción y diseño. Formas curvas en referencia al mundo natural, una iluminación que reproduce el ciclo circadiano, techos altos que 'engañan' espacialmente a la mente y texturas y colores que despiertan determinadas emociones son algunas herramientas con las que el diseño y la arquitectura biofílica buscan devolver a las personas su esencia más natural.
Adaptación cultural
Con un impacto positivo probado a nivel mundial, el diseño biofílico está, además, condicionado por los factores culturales de cada área o región. Así, mientras en España, la introducción de elementos vegetales está directamente relacionada con la creatividad, el agua aumenta la productividad de los trabajadores en Brasil y, en la India, el color es prioritario. Por ello, resulta fundamental poner especial atención y analizar las diferencias culturales que condicionan la estética y el diseño de cada lugar de trabajo.
Neuroarquitectura y diseño biofílico
Convertir los espacios de vida, ocio, educativos y de trabajo en aliados de la salud es una necesidad que la Covid-19 ha puesto de manifiesto. Antes de la pandemia, al diseñar un espacio de trabajo no era frecuente plantearse cuestiones como la importancia de la luz, la calidad del aire, la acústica, el color, la naturaleza, la morfología y la interacción con sus ocupantes. Hoy es una necesidad.
La neuroarquitectura lleva desde los años 60 estudiando cómo los espacios construidos afectan al estado emocional y al comportamiento de las personas. El diseño biofílico forma parte fundamental de esta disciplina, como herramienta de conexión con la naturaleza. Pero no se trata sólo de incorporar colores y elementos, como el agua, la vegetación y la luz natural o siluetas y formas botánicas, sino de crear espacios que transmitan las emociones, visuales, táctiles y auditivas, propias del mundo natural; y que envíen un mensaje saludable y sostenible a sus ocupantes.
Cultura post confinamiento
La pandemia y la experiencia del confinamiento están creando nuevos lugares y arquitecturas post-confinamiento que encuentran en la naturaleza un modelo que seguir, tanto por su capacidad de cambio y adaptación constante, como por un carácter multidisciplinar y colaborativo que no deja nunca de reinventar nuevas relaciones. Al igual que el entorno vegetal responde a un entorno y unos estímulos determinados, también deben hacerlo estos nuevos espacios, para dar una respuesta personalizada que cuide de sus ocupantes.
Así tal como indica Anna Ferrer, partner del estudio CU4 Arquitectura y Well AP, “desde el punto de vista evolutivo, es muy reciente nuestra vida en ciudades y en edificios, por lo que nuestro organismo no está totalmente adaptado a ellos. Por ello, si diseñamos teniendo en cuenta nuestra fisiología, nuestro organismo, crearemos espacios con más semejanzas a la naturaleza. Una corriente que venía cogiendo fuerza y que la Covid-19 ha acelerado”.
Certificaciones
Si la certificación LEED apuesta por la sostenibilidad, a través de una mayor eficiencia energética de los edificios, aspectos como la calidad del aire y de la luz, el confort térmico y acústico, la biofilia y los materiales, son analizados por el WELL. Un valioso instrumento que, con el foco en el bienestar de las personas, garantiza espacios de trabajo saludables y respetuosos con el entorno.