Coche compartido: de la novedad a la necesidad
21 de junio de 2012
Las medidas dirigidas a que la movilidad en vehículo particular se realice compartiendo éste con otras personas con el mismo origen y destino, sirven de complemento a otras que se adoptan en un marco de nuevas conductas que las ciudades y sus ciudadanos vamos adoptando progresivamente, como la peatonalización de las zonas céntricas o el fomento de la utilización de la bicicleta. Un conjunto de prácticas que hacen de nosotros personas conscientes de nuestra propia huella ecológica, y de la responsabilidad personal de cada uno para minimizar dicha huella.
A estas alturas no hay nadie que no crea necesario reducir el tráfico en las ciudades, ya sea por la contaminación o por el exceso de vehículos y escasez de espacio. Cambiar las pautas de movilidad (entendiendo éstas como la necesidad de desplazarse de un lugar a otro) es tarea más complicada que modificar los hábitos y/o crear nuevas costumbres, como puede ser el desplazarnos a pie, en bicicleta o compartiendo coche.
Todos sabemos que, a menudo, el uso privado del coche es inevitable y, por tanto, necesario. Sin embargo, la alternativa de compartirlo se rechaza a veces por falta de costumbre, comodidad o alguna otra razón menor. Una reflexión personal sobre la conveniencia de compartir coche deparará evidencias sobre el efecto positivo de esta práctica, tanto en lo económico (con ahorros en esa partida importante de nuestros gastos mensuales que representa el transporte), como en lo medioambiental (sacando coches de la carretera y la ciudad).
Los polos de generación de tráfico, como pueden ser universidades, hospitales y grandes complejos empresariales son perfectos objetivos para que esta práctica se vaya extendiendo por toda la geografía, por ello, los proyectos para compartir coche se han convertido en una acción imprescindible en los planes de movilidad sostenible que se llevan a cabo en las diferentes ciudades, polígonos, parques, etc.
El carpooling apareció en EE UU tras la Segunda Guerra Mundial, y tuvo su auge en las crisis energéticas y de petróleo de los años 70. En Europa con la aparición de Internet, se extendió rápidamente y muchos de sus países llevan una década beneficiándose de ello.
En España es algo más reciente, pero ya existen diversas plataformas online para potenciarlo. Los modelos existentes son sencillos y son los propios usuarios los que se ponen en contacto unos con otros, facilitando o solicitando, la información de horarios, precios, rutas, etc.
Ahorro y conciencia medioambiental son las dos palancas principales que llevan a la gente a compartir coche. Dos conceptos que suponen todavía, para unas generaciones, la pérdida de un estándar de calidad de vida; pero que, para otras (las más jóvenes), demuestran precisamente lo contrario: la apuesta por un nuevo estilo de vida. No es cuestión de modas, es, simplemente que las cosas cambian.