Grafitis, el lado más vandálico del arte
30 de enero de 2012
El grafiti es, en la mayoría de los casos, producto del vandalismo. Siempre va acompañado de su condición transgresora, destructiva y combativa. Es éste el carácter que constituye su esencia: la ilegalidad. Pretender aceptar el grafiti sin su esencia de ilegalidad es no entender una de sus causas básicas de producción.
“El grafiti es el grado más artístico del vandalismo o el lado más vandálico del arte”, podríamos decir. La mayoría de los grafiteros no guarda respeto por la propiedad privada y asume la ilegalidad como parte del placer de pintar. Toda superficie supone un lienzo donde los grafiteros pintan, rayan y marcan, dejando constancia de su paso, aportando una visión estética muy particular y subjetiva.
El ‘tagger’ o grafitero hace del grafiti parte de su modo de vida y establece desde su óptica una relación con la urbe y el mundo que lo rodea. El reto cotidiano es desarrollar una mayor destreza, un mejor manejo del color y de las herramientas de las que depende y una mayor rapidez en la ejecución tomando cualquier superficie ajena en un cuaderno de ‘prácticas grafiteras’.
Así, el “artista de la noche” va forjando su estilo, que lo identificará entre miles de grafiteros que como él comparten el gusto por el ‘placazo’. Con la actitud de un profesional, el ‘tagger’ imagina la figura, calcula el trazo y con sorprendente habilidad despliega su mejor estilo sobre multitud de superficies como ladrillo, hormigón o mobiliario urbano. Puede simplemente pintar su ‘tag’ (firma), hacer una ‘bomba’ (letras estilizadas rellenas de color) o crear una ‘pieza’ (figuras y letras combinadas).
Variedades de grafitis
Se puede hablar de cuatro formas, de menor a mayor complejidad, que realiza el grafitero, dependiendo de su práctica o pericia: el ‘tag’ (firma), ‘pota’, ‘grafiti’ y ‘pieza’. En un principio el grafitero bombardea la ciudad con sus ‘tags’ simples y pequeñas, generalmente realizadas con rotulador, en las que aparece su apodo. En este primer estado inicial lo importante es “hacerse un nombre” y se antepone la cantidad a la calidad, dando un valor añadido que la zona sea de difícil acceso.
Después se pasa a realizar ‘potas’, grafitis todavía muy simples y de escasa o nula calidad. Luego se llega a los grafitis, donde la calidad prima sobre la cantidad. Y por último, las ‘piezas’ que son grafitis de mayor complejidad en la ejecución, utilización de combinaciones de colores y de mayor tamaño.
Llegados a este punto sería bueno establecer coincidencias y diferencias entre lo que es un grafiti y una pintada. Tanto los grafitis como las pintadas tienen en común que son manifestaciones escritas con aerosol o rotulador, en lugares públicos, en su mayoría ilegales, que persiguen el objetivo de ser vistas. Sin embargo la intención de cada uno de ellos es diferente. Mientras que el autor de la pintada persigue poner de manifiesto una idea de denuncia, de reflexión, de amor o de esperanza, con el grafiti se persigue el reconocimiento de su obra, darse a conocer y conseguir el respeto dentro de su entorno.
La elección de la ubicación de la pintada o grafiti también nos ayuda a presuponer el tipo de receptores a los que va destinado el mensaje. Para los grafiteros cualquier muro de ladrillo u hormigón, una fachada, los cierres de los comercios e incluso vehículos de transporte urbano, son superficies útiles o lienzos urbanos sobre los que realizar su ‘arte’, sin tener en cuenta el daño que ocasionan a los afectados con su irresponsable acción.
Ahora el debate debe centrarse en dos bandos, los que consideran que los grafitis son una forma de ‘arte’ dentro de lo que se podría denominar ‘arte callejero’ y otro, creo que el mayoritario, que creen que ‘grafitear’ no es más que un acto vandálico.
Debate social
En cualquier caso, el ‘grafiti’ como movimiento urbano, tiene más detractores que personas afines. Lo cierto es que al ciudadano común encontrarse con un grafiti en la fachada de su edificio, en las puertas de acceso al garaje o en los cierres de su negocio, le supone un grave problema, principalmente de imagen.
Quizás estamos lejos del modelo americano, como en el caso de la ciudad de Phoenix que para combatir el grafiti de espacios públicos, ha aplicado medidas que califica de ‘tolerancia cero’, consistentes, por un lado, en prohibir la venta de pinturas en aerosol a cualquier menor de 18 años, y por otro lado, en incentivar la denuncia de los vándalos, incluso mediante recompensa pública.
Ya en Europa, también distamos de Dinamarca, que castiga tales acciones con 4.000 euros de multa y un mes de prisión (con ocho horas de trabajo efectiva). En Alemania, esta manifestación cultural es considerada un delito que, cuando afecta a edificios públicos, se castiga con elevadas multas y hasta dos años de prisión, y provoca, en ciudades como Berlín o Colonia, daños que llegan a los 50 millones de euros al año.
Y en España, la pionera ha sido Barcelona, con su ‘Ordenanza de Civismo’ que contempla fuertes sanciones contra los grafiteros, y la misma está siendo aplicada en todo el Estado.
Quizás la solución no sea poner impuestos sobre la venta de aerosoles, ni crear una brigada de inspección en los espacios públicos, ni ofrecer una recompensa a los informantes, ni meter en prisión a los grafiteros…
La cultura del grafiti no tiene por qué ser un acto vandálico. De hecho, mediante un adecuado ‘Plan Urbano’ se han hecho murales que permiten redecorar ciertas zonas que, por diversas razones, se encuentran en peores condiciones. Este tipo de actividades demuestra que los grafiteros pueden enseñar su arte siempre que se persiga el fin de embellecer la ciudad.
Los grafitis deberían de plantearse como una alternativa laboral. Las fachadas de las tiendas y sus cierres sobre la vía pública, deberían de pasar de ser objeto de agresión a convertirse en un lienzo lícito que los comerciantes ofrecen a estos ‘artistas’. Lo más sensato es “si no puedes con tu enemigo, únete a él", sería una perfecta reconversión de tanta energía y pasión por el grafiti.
Sería conveniente acercar posturas para que fuese el arte de decorar la ciudad, con espacios definidos y las autorizaciones correspondientes. Crear una conciencia cívica entre todos.
Operativa de la limpieza y protección en Wadix
Aunque ya hemos diferenciado el concepto de pintada y grafiti, en lo sucesivo hablaremos siempre de pintada, debido a que la motivación que condiciona a ambas para nosotros no es importante. Sólo el hecho en sí.
La presencia de pintadas produce en el ciudadano una imagen negativa que asocia a un lugar de falta de limpieza, de dejadez e incluso de cierta inseguridad. Cuando se pretende erradicar de raíz el problema de las pintadas es necesario proceder a un ‘Asesoramiento Técnico’ que no sólo garantice la eliminación puntual de la pintada, sino que conlleve un conjunto de acciones que nos permitan alcanzar aquellos objetivos que nos hemos marcado en el tiempo.
Para ello el estudio del limpiador a emplear para la eliminación de la pintada, tendrá que contemplar:
- Tipo de soporte (mineral, metálico, plástico) y su ubicación (interior o exterior).
- Características químicas del propio producto.
- Naturaleza de la pintada (rotulador o aerosol).
La limpieza debe ser lo más compatible y respetuosa con el soporte, limitando cualquier agresión a la mínima posible. En esta fase también debe estudiarse la eliminación de carteles y pegatinas.
En Wadix creemos que cuando se produce una pintada debe de limpiarse de forma inmediata, y la explicación es sencilla. El grafitero necesita que su obra perdure en el tiempo debido a que es su manera de llamar la atención (buscar la fama de forma anónima). Si se borra rápidamente, probablemente el autor vuelva. Pero llegará un momento en que la persistencia del equipo de limpieza eliminando la pintada, provocará al sentido común del artista, que cesará en sus pintadas.
A continuación se estudiará la protección que se va a emplear una vez realizada la limpieza. La protección no sólo facilitará las labores de limpieza del personal, sino que evitará que otras pintadas dañen la superficie. Esta protección contribuirá frente a factores ambientales (penetración del agua de lluvia, nieve, sol) y a la suciedad que se acumula por efecto de la polución.
Para poder elegir qué sistema de protección antigrafiti es el más adecuado deberemos tener en cuenta:
- Tipo de soporte: compatibilidad, aspecto final, adherencia y precio.
- Incidencia de pintadas y sistema de mantenimiento.
Productos disponibles
Si se quiere utilizar productos de bajo impacto ambiental y reducir al mínimo la repercusión con el equipo que se encarga de las labores de limpieza, Wadix dispone de los siguientes limpiadores de grafitis: Wadixclean-A (limpiador) y Wadixclean-SH (se utiliza a continuación, eliminando las sombras que pudiesen quedar). Existen versiones en gel de estos dos productos (Wadixclean-AG y Wadixclean-SHG).
Si se nos plantea el problema de una pintada en un soporte delicado (plástico, señal de tráfico, carrocería de un coche o camión, paneles…), Wadix cuenta con el limpiador Wadixclean-S.
Y para los profesionales que buscan rapidez y eficacia en soportes minerales generalmente en el exterior, Wadix cuenta con las soluciones Wadixclean-T Professional (limpiador) y Wadixclean-W Professional (se utiliza a continuación, eliminando las sombras que pudiesen quedar).
Para superficies que presenten protección antigrafiti del tipo poliuretano alifático de 2 componentes, está disponible el Wadixclean-PM, y para la eliminación de carteles y etiquetas, el LPG-2000.
Wadix, dispone además de dos sistemas de protección antigrafiti: Wadixprotect OneUse (a base de microceras) y Wadixprotect Permanent (en acabados brillo y mate, y la imprimación para soportes porosos Wadixprimer).
En la actualidad el Departamento de I+D+i se encuentra en la fase de desarrollo y pruebas de un producto destinado a las lunas de los escaparates de comercios, concesionarios y bancos que sea capaz de rellenar el hueco producido por la agresión ácida, que lo reemplace y le devuelva su aspecto original.
- Beef: procedimiento de delimitación empleado por los grupos de grafiteros para tapar o cubrir con su firma o grafiti la 'pieza' de los otros.
- Bomba: es la 'firma' o 'tag' realizado con spray, básicamente de dos colores, aunque pueden utilizar hasta cuatro. Son de dimensiones más grandes que los 'tag', pueden ocupar una pared completa.
- Bombardeo: esparcir 'bombas' por toda la ciudad.
- Crew: no son bandas asociadas a un lugar, sino agrupaciones que buscan el prestigio individual de la 'placa', a través de un estilo propio en las pintadas. Para integrarse a un crew es necesario que el aspirante cambie de 'placa' y prometa, si es que se retira, no volver a usarla, como gesto de lealtad a la 'tripulación'.
- End to End y Whole Car: denominaciones del valor de un grafiti en un tren, dependiendo del grado de dificultad de acceso y del tipo de tren (desde un mercancías hasta un AVE).
- Grafiti: sello de identificación y de diferenciación. Es una propuesta estética mediante la cual se construyen lenguajes.
- Misión: término que se usa entre grafiteros con el significado de ir a pintar.
- Placa: producción simbólica de carácter individual, con la cual los 'taggers' compiten y rivalizan. Son muy importantes el estilo y la complejidad de la elaboración, porque con ello se obtiene prestigio y se sellan alianzas dentro de la 'crew'.
- Point: lugar escogido para realizar una pieza, ya sea bomba, ‘tag’ o ‘wild’.
- Tag/Tagger: es la firma del grafitero, rúbrica que marca el espacio urbano y que permite reconocer al individuo dentro de su comunidad.
- Toy: grafitero sin experiencia o incompetente con un estilo demasiado malo.
- Wild: letras entrecruzadas cargadas de color y de difícil legibilidad.