El Ayuntamiento de Huelva prevé terminar la temporada con un incremento de 600 nuevos árboles y 3.000 arbustos
El Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Huelva tiene previsto terminar la temporada de plantaciones con un incremento de 600 nuevos árboles y 3.000 arbustos en la ciudad. Estas cifras respondieron, tal y como indicó la concejala de Infraestructuras y Servicios Públicos, Mariló Ponce, “al compromiso de recuperar hasta el último de los árboles que habíamos perdido por la borrasca ‘Bernard’, pero también a nuestro proyecto de convertir a Huelva en la capital verde del Sur de Europa y no solo en lo que a energías renovables se refiere, sino ofreciendo a los onubenses espacios sostenibles, abiertos y saludables protagonizados por una arboleda con futuro en la ciudad”.
Hasta el 29 de febrero se habían plantado 470 ejemplares por toda la ciudad, con actuaciones significativas en diferentes zonas: 29 cipreses en la Avenida del Cementerio; 23 ejemplares de Almez en la Avenida de Santa Marta; 19 jacarandas en la Plaza Amparo Correa, trece pinos en la A-49; nueve canelos en la Avenida Nuevo Colombino; nueve ligustrum en Federico Molina, y ocho sóforas en la calle Gómez de Avellaneda.
La campaña de plantaciones se organizó en dos etapas para de esa forma respetar el parón obligatorio que impuso el verano en el ciclo biológico de las especies, realizándose entre invierno y primavera y retomándose después en la temporada otoño-invierno. La elección de las especies ha estado más condicionada cuando se trataba de reposiciones en alcorques vacíos y huecos de alineaciones; sin embargo, las actuaciones concretas de reforestación han permitido una mayor libertad a la hora de elegir las especies.
Habitualmente para el final de la temporada se deja la plantación de naranjos y palmeras, siguiendo el criterio de los técnicos, que habían seleccionado las especies en función no solo de factores ornamentales, sino optando por las más adecuadas para que fructificaran, no dañaran ni las aceras ni infraestructuras instaladas previamente y fueran menos agresivas para los alérgicos. Se pretendía, en definitiva, que las especies elegidas ayuden a mitigar la producción de dióxido de carbono y a generar más oxígeno y, al mismo tiempo, dieran más sombra.