El arte como vía hacia una ciudadanía crítica
La tesis se titula ‘Proyecto no concluido para la Alhóndiga de Bilbao. La estética objetiva de Jorge Oteiza como método de investigación’. Además, paralelamente a esta investigación, Rementeria también realizó el audiovisual ‘Oteiza y el Centro Cultural Alhóndiga. Proyecto estético para Bilbao’, que fue presentado en el festival Zinebi 50.
El proyecto en el que colaboró Oteiza “marca un punto de inflexión en la historia reciente de la ciudad, porque coincide con un momento en el que la ciudad está sumida en el final del proceso de desindustrialización, y se comienza a ver que la cultura, el arte, etc., pueden suponer un motor de reactivación económica” señala Rementeria. En este contexto, el candidato a la alcaldía por el Partido Nacionalista Vasco, José María Gorordo, presenta en 1988 el Centro Cultural para la Villa de Bilbao en la Alhóndiga, un proyecto que pretendía reutilizar los espacios de la antigua Alhóndiga y el solar del antiguo colegio Santiago Apóstol, para convertirlos en una “fábrica de arte”, en palabras de Gorordo, y cuyas pretensiones se posicionaban del lado de una “cultura participativa” frente a una “cultura espectáculo”. Gorordo solicitó al escultor Jorge Oteiza su colaboración para el desarrollo de este proyecto, quien formó, junto a los arquitectos Juan Daniel Fullaondo y Fco. Javier Sáenz de Oiza, un equipo de colaboración entre el arte y la arquitectura que proyectaría el complejo edificio.
Gorordo consiguió concitar los intereses de otras instituciones públicas para centralizar en el CCAB la Biblioteca Foral, el Conservatorio de Música y el Museo Vasco de Arte Contemporáneo (que finalmente llegaría como Museo Guggenheim). Además, “el propio alcalde propuso a Oteiza la posibilidad de desarrollar en el interior de la Alhóndiga el Instituto de Investigaciones Estéticas que el escultor había pretendido llevar a cabo desde la década de 1960”, recuerda Rementeria.
Fracaso del proyecto
“Desde los años 50, el espacio público de la ciudad se convierte para Oteiza en una cuestión urgente de reflexión y acción desde un tipo de arte cuya función, en colaboración con la arquitectura y la transformación de las estructuras pedagógicas, fuera una función emancipadora, liberadora, que por medio de la educación estética del ciudadano pretendía ser la herramienta de una renovación cultural en el País Vasco”, explica Rementeria. “Un tipo de arte cuya finalidad es formar sujetos libres en sus modos de pensar y sentir; una finalidad contraria a aquella otra función del arte que, según Oteiza, predominaba ya en las ciudades de la década de 1960, y en la que el escultor apreciaba una función ‘espectacular’, entendida como una tendencia en la construcción de los espacios urbanos orientada a una utilidad simplemente decorativa; una función del arte contra la cual el escultor siempre se rebeló al considerar que implicaba un ciudadano domesticado y dócil para el poder”.
Las razones del fracaso del proyecto apuntan a una incompatibilidad del proyecto arquitectónico con la protección que, en aquel preciso momento, la Junta de Patrimonio del Gobierno Vasco aplicó al antiguo edificio, calificándolo de Bien de Interés Cultural. Además, la Junta consideró que la volumetría masiva del nuevo complejo arquitectónico, proyectado como dos grandes plazas públicas unidas por un gran edificio de 80 metros de altura, suponía un ataque contra la trama urbanística del Ensanche. Sin embargo, otras opiniones revelan que cuestiones políticas e incluso personales fueron decisivas en la prohibición final emitida desde la Consejería de Cultura del Gobierno.
Rementeria ha recopilado y estudiado gran número de fuentes documentales que dan cuenta de la complejidad de dicho proyecto, y ha incluido toda esta documentación en su tesis, de forma entreverada, formando un texto de varios niveles, “para facilitar al lector la construcción de una opinión propia sobre el proyecto”. Como guía para ordenar toda esta información, ha utilizado la ecuación estética de Oteiza. Esta ecuación define los factores fundamentales y operaciones internas de los que dispone el artista para conseguir dar cuenta de la principal función del arte, como mecanismo de ‘desalienación’ o emancipación. “Mi pretensión era colocar la investigación en el punto de la verdadera dificultad que supone llevar a cabo un proyecto artístico en el que confluyen tantos intereses y factores tan complejos”, explica Rementeria.