Expertos debaten sobre el impacto del packaging en la cadena global de suministro

Factores como el uso de nuevos materiales, el diseño y la innovación aplicados al packaging son fundamentales a la hora de facilitar la organización de cadenas logísticas ágiles y eficientes. El envase y embalaje de productos y mercancías tienen un impacto directo en el coste de las cadenas globales de suministro. Esta sería la principal observación que se vislumbra a raíz de los dos desayunos de trabajo, celebrados los días 20 y 22 de marzo en Barcelona y Madrid, organizados por Hispack y la Fundación ICIL.

En el curso de ambas jornadas se abordaron los principales desafíos que afronta el sector del packaging para así cumplir con las expectativas y necesidades de fabricantes, distribuidores, operadores logísticos y consumidores. De la mano de diversos profesionales, se presentaron varios casos de éxito y se analizaron puntos relevantes para el sector, como el reciclaje y la reutilización de envases y embalajes o su contribución a la reducción de costes en la cadena de suministro.

Ambos desayunos de trabajo contaron con una nutrida representación de expertos en packaging. En el encuentro celebrado en Barcelona intervinieron Oriol Arán (Font Vella/Lanjarón), Menno Veefkind (Idom), Pedro Macià y Pedro Delgado (SSI Schäfer), Juan Carlos Fontela (Roche), Jordi Soler (Zetes), Enric Blesa (Akzo Nobel Paintings), Francesc Font y Manel Muñoz (Cartonajes Font), Albert Martorell (SLI), Joan Prades (Promaut) y Jaume Mira (Fundación ICIL).

Por su parte, el desayuno que tuvo lugar en Madrid contó con las aportaciones de Alberto García (Grupo Mahou-San Miguel), Miguel Salinas (Ferag Ibérica), Alberto Sanz (Cartonajes Font), Oscar de Gruijter (Stork Inter Iberica) y Jaume Mira (Fundación ICIL).

En el diseño de un envase o embalaje no se pueden pasar por alto una serie de premisas de las que depende su funcionalidad de uso y su éxito de aplicación y utilización en el mercado. Son las denominadas “3 R”: reciclable, reutilizable y revalorizado.

Un envase o embalaje ha de ser reciclable cien por cien y reutilizable, en la medida de lo posible, para así reducir costes. También es importante eliminar, al máximo, el material empleado en su fabricación, así como el uso de materiales que contribuyan a reducir su peso global. Asimismo, los envases y embalajes tienen que ser ergonómicos, de modo que su manipulación sea cómoda y su montaje y desmontaje rápido y sencillo, ocupando el mínimo espacio.

En cuanto a la imagen, ésta es básica ya que contribuye, junto al uso de materiales innovadores, a la funcionalidad y, por supuesto, la revalorización del producto. El último factor relevante a tratar es el económico, dado que la relación coste/precio debe ser la adecuada para asegurar su entrada y éxito en el mercado.

Un envase o embalaje ha de ser reciclable cien por cien y reutilizable para así reducir costes. También es importante eliminar, al máximo, el material empleado en su fabricación y el uso de materiales que reduzcan su peso global

Estos profesionales no sólo deben tener en cuenta el uso que va a hacer el consumidor final del producto, para quien el formato ha de ser cómodo, atractivo y funcional, sino que deben lograr que los materiales y formatos escogidos se integren en las líneas de producción y sean fáciles de manipular y transportar hasta los puntos de consumo. Se trata de conjugar el binomio entre lo que el usuario necesita y lo que la empresa puede fabricar, hasta hallar un equilibrio entre la ingeniería del diseño y la del proceso. El fin último es el de reducir al máximo los costes de fabricación de los envases y embalajes.

Según el material con el que se fabrica un envase, su reciclado y reutilización comporta costes elevados. Es el caso de las botellas de vidrio, cuya industria ha optado por diseñar líneas de envases no retornables porque, a nivel operativo y de costes, su recuperación y reutilización es inviable.

Nuestro país, a diferencia de otros países europeos, todavía no ha desarrollado lo suficiente la cultura del reciclado de envases y embalajes, porque tampoco se han puesto en marcha políticas que incentiven esta práctica. Así, en términos generales, la sociedad reciclará y recuperará envases y embalajes en mayor o menor medida, a cambio de que obtenga un retorno y le sea devuelto, de una forma u otra, una parte del importe que ha pagado por los productos consumidos.

Para que la cadena logística sea rentable y operativa, packaging e intralogística deben ir de la mano. El diseño y la funcionalidad del primero no debe interferir en los movimientos que se produzcan dentro del almacén. El equipamiento intralogístico, por la elevada inversión que requiere, no tiene porqué adaptarse a las modalidades del packaging, sino más bien a la inversa. Así pues, los fabricantes de packaking no deben olvidar que el diseño que apliquen a sus envases puede incidir negativamente en las operaciones en almacén y generar problemas operacionales internos.

Con el propósito de evitar que ello suceda, se aconseja utilizar las estandarizaciones existentes, como las ISO internacionales. Éstas, aunque bien definidas, todavía se emplean poco ya que el marketing predomina sobre las operaciones y no se piensa en la cadena logística ni en las personas y procesos, sino únicamente en el consumidor.

Esta realidad viene contrastada por un dato relevante: España es el país europeo más caro en costes logísticos por unidad posicionada en punto de venta. Los pedidos son pequeños y con poca rotación, a lo que se suma una distribución capilar aún poco eficiente. En nuestro país, los supermercados y las grandes superficies son los que han ganado más peso dentro de la cadena de suministro y los que actualmente ponen las pautas en el diseño de las cadenas logísticas por delante de los propios operadores. Éstos acaban asumiendo riesgos y dificultades para así optimizar las cadenas de sus clientes.

Otro dato que avala esta situación atañe al sector de gran consumo, donde se produce una pérdida del 40% de las ventas debido al aprovisionamiento por flujo tenso, que en ocasiones genera que los productos no estén en el lineal en el momento oportuno. De este volumen, un 25% se podría evitar ya que el producto se halla en el almacén de la gran superficie, pero no hay suficiente personal reponedor de lineal.

Los requerimientos del mercado hacen que ciertos envases y embalajes, además de resistentes y seguros, hagan posible la trazabilidad de los productos que contienen.

Desde hace años, se habla de la RFID como una opción para lograr esa trazabilidad, pero las pruebas piloto llevadas a cabo hasta la fecha demuestran que la radio frecuencia es un sistema que aún no puede sustituir al código de barras.

La RFID no se ha podido aplicar en la totalidad de una cadena logística, precisamente porque intervienen muchas fases: desde el diseño del packaging pasando por los almacenes, las infraestructuras y el transporte. Además, no se puede garantizar la visibilidad total de un producto en la cadena logística si éste pasa por un eslabón en el que no se aplica la RFID. El éxito de la RFID radica en que debe ser un sistema impuesto por el fabricante, con continuidad en el resto de la cadena de suministro.

También aparecen nuevas formas de lectura y tecnología paralelas, como la visión masiva a través de fotografía que, en pocos segundos, puede leer todos los códigos de barras visibles en los envases o embalajes de una agrupación de productos o mercancías.

Así pues, la alternativa a la implementación de la RFID continúa siendo el código de barras, un sistema bidimensional y estandarizado cuyo uso es sencillo, económico y permite avanzar en la trazabilidad y la visibilidad de la cadena de suministro.

En las sesiones de trabajo también se expusieron diversos casos prácticos y de éxito que demuestran cómo la innovación en el packaging y su relación con el transporte y manipulación de mercancías puede contribuir a ganar en eficiencia logística, valor añadido y calidad, además de satisfacer las necesidades y exigencias de los clientes en diversos aspectos.

Cartonajes Font

Francesc Font, de Cartonajes Font, dio a conocer una de sus novedades, el Bottle Pack, diseñado para que las empresas de reparto y mensajería puedan realizar envíos de botellas de vidrio. Este embalaje evita la rotura de, por ejemplo, botellas de vino durante su transporte.

También dio a conocer diversos tipos de contenedores de cartón plegables para el transporte y manipulación de líquidos o semilíquidos con capacidad hasta los 1.000 litros. Estos contenedores llevan en su interior una bolsa de plástico de un solo uso.

Roche

Juan Carlos Fontela, de Roche, especificó que los envases que utilizan tienen que estar adaptados a las características de sus productos, desde los congelados a -20 grados, hasta los dos u ocho grados, pasando por los de temperatura ambiente. Asimismo, las más de 5.000 referencias con las que trabajan, de tamaños diferentes, se transportan generalmente en cajas de unos cinco kilos.

Por ello en Roche han diseñado el sistema Varipack. Un tipo de caja que se recorta por la parte superior, una vez llena, para adaptarla al volumen de productos que van dentro. Con ello se asegura la verticalidad de los envases en su interior, se reducen los costes de embalaje y el volumen de los mismos, optimizando con ello el volumen transportado. A modo de ejemplo, con este sistema Roche ha conseguido reducir un 20% el volumen del embalaje, lo cual implica haber sacado de la carretera un tráiler y medio.

Mahou-San Miguel

Alberto García, del Grupo Mahou-San Miguel, explicó con detalle el proyecto de las plateas de plástico retornables. Se trata de un palé de polietileno destinado al uso de cajas retornables en Mahou-San Miguel. Con una vida útil de 15 años y sin mantenimiento, es un sistema pionero en España y posiblemente en Europa, dentro del sector de cervezas y bebida.

Las principales ventajas del palé de plástico en relación con el de madera son: un peso 10 kilos inferior, con lo cual en un camión con capacidad para 24 palés, se transportan 240 kilos menos, con el consiguiente ahorro en consumo de combustible y la menor emisión de CO2. Además, en términos de seguridad, el palé de plástico presenta una mayor y mejor adherencia de la carga en caso de frenado en seco hasta 15 km/h (en condiciones de suelo mojado y seco).

También en el apilado presenta ventajas, ya que está diseñado para trabajar tanto en pila, a cuatro alturas, como en estantería, de modo que soporta 1.100 kg sin ninguna dificultad.