Fumata Blanca: acuerdo con el Ministerio sobre política energética
13 de julio de 2010
Valeriano Ruiz Hernández es doctor en Física por la Universidad de Sevilla, catedrático de Termodinámica del departamento de Ingeniería Energética de la Universidad de Sevilla y coordinador del grupo de investigación de Termodinámica y Energías Renovables. Asimismo, es presidente de la Fundación Centro Tecnológico Avanzado de Energías Renovables (CTAER), de la Asociación Protermosolar (empresas del sector solar de alta temperatura), además de miembro del Consejo Nacional del Clima y de la Academia de Ciencias y Técnicas Hassan II de Marruecos.
Pues sí. Después de muchas reuniones con el Ministerio, entre nosotros y de sensaciones diversas (desesperanza, expectativas, etc.) hemos llegado a un acuerdo con el equipo ministerial que parece puede dar una cierta estabilidad al sector solar termoeléctrico; al menos hasta 2013. No quiero darlo por hecho hasta que el acuerdo tome la consistencia necesaria en el Boletín Oficial del Estado, porque, en realidad, no lo veo todo lo claro que sería de desear.
Una vez hecha esa primera reflexión de urgencia, me apetece hacer un repaso a la situación y tratar de mirar hacia adelante, aunque solo sea como pensamiento deseoso.
¿Por qué llegamos a este atolladero?
- Que las grandes empresas eléctricas y gasistas notan como disminuyen sus ventas y se sienten ‘agredidas’ por las renovables. Para colmo eso ocurre en un contexto económico de disminución del consumo. Y reaccionan, claro, en defensa de sus ‘derechos’ ¿adquiridos? e intereses.
- Un fuerte déficit tarifario, originado realmente por el hecho de que los precios de la electricidad —que se arrastra desde hace algún tiempo— no han seguido la pauta de aumento que sería la normal; y en el mismo contexto de crisis económica eso da lugar a una psicosis colectiva alentada por una prensa ignorante y gritona que solo jalea el escándalo irresponsable y, tal vez, interesadamente. Las culpas, por supuesto, de las renovables.
La retroactividad generaría más problemas
Pero cuando se ponen a ello observan dos circunstancias básicas difíciles de resolver:
- Que los inversores —grandes, pequeños y medianos— se resisten a ceder sus derechos adquiridos de acuerdo a la legislación vigente cuando efectuaron sus inversiones. Cualquier medida retroactiva, además de no ser admisible, generaría una imagen de inseguridad jurídica para nuestro país que tendría efectos en otros sectores de la economía.
- Que las repercusiones políticas —incluidas las del empleo— son muy graves. ¿Nos imaginamos lo que pensará un pequeño inversor —yo mismo— que ha dedicado sus ahorros a una instalación fotovoltaica con unas determinadas expectativas de amortización de su inversión y siguiendo las leyes con graves dificultades administrativas —sortear a tres administraciones con todas sus trabas— le dicen ahora que les rebajan sus ingresos después de haber hecho el desembolso de dinero que fue necesario en su día. Seguro que no volverán a votar al partido en el gobierno y seguro que los dirigentes de ese partido lo saben. No digamos los miles de trabajadores que se quedan en paro por esa causa.
¿Qué hacer?
En fin, ya veremos si lo consigue. Desde luego, nosotros apostamos para que lo logre. Y hemos obrado en consecuencia. Ahora se necesita que el Gobierno vaya más allá de intereses particulares y que consiga ordenar el desbarajuste actual del sistema eléctrico.
Suponiendo que se supere este bache que creo coyuntural, habrá que ir pensando en el 2014, 2020, 2030, y más allá. Mi percepción personal es compleja pero está avalada por haber estado en muchas de las reflexiones que se han intentado. No es el momento ni el lugar para especificar esas sensaciones.
Solo cabe dejar claras otro par de cuestiones al respecto:
- El proceso de sustitución de la forma de generar electricidad pasando de las fuentes contaminantes, centralizadas y externas a fuentes limpias, distribuidas y autóctonas no se puede parar y ni siquiera es inteligente frenarlo. Y todos tienen que tomar nota y asumirlo.
- No basta con sustituir unas formas de energías primarias por otras. Es necesario contar con la complicidad de todos para cambiar el paradigma energético en profundidad. No queda otro remedio. No se puede seguir derrochando las energías intermedias (electricidad y combustibles) como si no pasara nada.
En fin, creo sinceramente que con este proceso de intercambio de opiniones con el gobierno desde las asociaciones y las empresas hemos iniciado un cambio de enfoque de los problemas del sistema eléctrico. El de los combustibles es otro asunto; más grave si cabe.