Los beneficios medioambientales y el ahorro energético de la agricultura de conservación
3 de julio de 2008
En un momento en el que el precio del gasoil ha hecho saltar las alarmas en todo el mundo y, principalmente, entre los profesionales que dependen de este producto para sus trabajo diario, como son los agricultores, y en el que la FAO acaba de alertar sobre el preocupante aumento de la erosión en todo el mundo, parece más que adecuado el fomentar técnicas agronómicas que luchen contra estos problemas sin mermar la productividad de las explotaciones, haciendo realidad lo que denominamos agricultura sostenible.
Respondiendo a estos importantes retos de futuro, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (Idae) y la Agencia Andaluza de la Energía, en colaboración con la Asociación Española Agricultura de Conservación/Suelos Vivos (Aeac-SV), han organizado recientemente varios seminarios y jornadas de campo para potenciar el conocimiento sobre las técnicas de agricultura de conservación (basadas en no labrar el terreno y sembrar sobre el rastrojo de la cosecha anterior) y demostrar en el campo los beneficios tanto para los agricultores y el medio ambiente.
Así, en la Universidad de Jaén y el Ifapa de Los Palacios (Sevilla) se han desarrollado dos seminarios en los que, por un lado, se ha hablado de los beneficios de la cubierta vegetal en olivar y sus posibles ahorros energéticos y, por otro, de los beneficios medioambientales y de eficiencia energética de la agricultura de conservación. Entre las conclusiones de ambos seminarios se puede destacar que la utilización de cubiertas vegetales en olivar evita al máximo la erosión (fundamentalmente en olivares en pendiente, donde el agua se lleva la tierra en grandes cantidades), retiene el agua sobre el terreno (la cubierta vegetal absorbe el agua) y evita la contaminación de ríos y lagunas al no haber escorrentías.
Desde el punto de vista energético, al reducirse al máximo las labores agrícolas, se ahorra gran cantidad de combustible (entre 30 y 60 litros de gasoil por hectárea según el cultivo) y, en el caso del olivar, existen importantes opciones de valorización energética de los restos de la poda (aprovechamientos térmicos, fabricación de pellet para chimeneas, generación de energía eléctrica, gasificación, etc). Tanto en olivar como en otros cultivos, como en cereales u oleaginosas, la agricultura de conservación es una importante arma contra el cambio climático, ya que al dejar los restos del cultivo en el suelo se fija una mayor cantidad de carbono en el terreno, evitando el efecto invernadero y aumentando la biodiversidad. En los seminarios se han detallado también las ayudas y legislación que ya existe (tanto en Andalucía como a nivel nacional y europeo) para beneficiar a los que utilizan estas técnicas conservacionistas
Por una agricultura sostenible
Sin embargo, la mayor inquietud de los agricultores tradicionales es saber si estas técnicas son aplicables en la realidad y si les permiten mantener la rentabilidad de sus explotaciones. Para ello se han desarrollado dos jornadas de campo de forma paralela a los seminarios, una en Torredonjimeno (Jaén) y otra en Las Cabezas de San Juan (Sevilla), en las que se ha podido conocer la aplicación práctica de la agricultura de conservación. En diversas estaciones temáticas, los agricultores han podido ver cómo se aplican estas técnicas, que maquinaria se usa y los ahorros energéticos que pueden conseguir.
Teniendo en cuenta que estas técnicas se aplican desde hace más de 30 años y ocupan ya más de 150 millones de hectáreas en todo el mundo, y que en Europa superan el 5 por ciento de la superficie agrícola, podemos decir que existen no solo estudios sino multitud de agricultores que ya han apostado por la agricultura de conservación. Las mayores ventajas que presenta este tipo de agricultura es la reducción de los costes de explotación manteniendo las mismas producciones y mejorando la logística de las operaciones agrícolas, reduciendo las horas de trabajo. Muy lejos de las soluciones milagro, para hacer agricultura de conservación hay que ser un agricultor muy profesional, bien formado en estas técnicas y que esté preocupado por su correcto desarrollo en el tiempo. El esfuerzo merece la pena, tanto económicamente como por el beneficio medioambiental que supone. Para ayudar al cambio, existen diversas ayudas agroambientales y de adquisición de maquinaria disponibles en España.