Smart Building, poniendo los cimientos de las ciudades inteligentes

Por Carlos Álvarez. Director de las Áreas de Especialización de Connectis

El reto del Smart Building es conseguir que todos los dispositivos presentes en un edificio, trabajen de forma sincronizada, contribuyendo a que sea más sostenible, más seguro y en una palabra, más Inteligente. El lugar perfecto donde incubar y desarrollar procesos de negocio eficientes.

Dentro de un edificio existen cientos de sistemas y dispositivos, que se encargan de responder a una ingente cantidad de requerimientos técnicos, legales y de negocio. Algunos de ellos comunes a todos los edificios, y orientados a la seguridad, la climatización, la iluminación o las telecomunicaciones. Otros, especializados en procesos propios de un hospital, de un aeropuerto, de un centro comercial o de una sucursal bancaria. En todos los casos, el desarrollo de las soluciones del Internet de las Cosas (IoT) está multiplicando las oportunidades y necesidades de interconexión -Gartner estimaba 1.600 millones de dispositivos conectados en 2016-.

Conseguir que toda la infraestructura trabaje de forma colaborativa, significa que acciones en unos sistemas desencadenen eventos en otros. Que la intrusión de una persona en una zona no autorizada, además de generar una alarma en el sistema de seguridad, genere acciones sobre el sistema de control de la iluminación, sobre las puertas y sobre los ascensores. O que la llegada de un helicóptero produzca que los aires acondicionados que ventilan sobre el helipuerto se apaguen durante unos minutos evitando turbulencias y que el sistema gestor de los ascensores reserve uno de ellos a pie de helipuerto.

Podemos definir entonces el Smart Building, como el edificio en el que hemos alineado los procesos y la tecnología, para hacer posible:

1. La Interacción automática entre sistemas completamente diferentes.

2. La Monitorización unificada de toda la infraestructura, independientemente de los protocolos y tecnología usada por cada fabricante, visualizando en un único portal de control el estado de todos los sistemas integrados: alarmas, eventos, consumos...

3. La Operación desde dicho portal sobre la infraestructura, permitiendo que un usuario al que se le hayan dado los permisos adecuados, interaccione directamente sobre todos los sistemas integrados.

Para hacer posible todo este mundo de interacciones, es necesario un entendimiento profundo de los procesos y reglas de negocio del edificio, que deben quedar recogidas en un BPM (Business Process Management) y un Motor de Reglas, así como en una implementación robusta de las rutas de integración asociadas, utilizando para ello como pieza central un ESB (Enterprise Service Bus). También es clave el estudio de los protocolos de comunicación con cada sistema, desarrollando los conectores correspondientes. Finalmente, una base de datos NoSQL en la que almacenar los logs de eventos y alarmas de toda la infraestructura, nos da algo tan importante como es la capacidad de predicción. Y un portal web y una app móvil son los canales de acceso al punto unificado de control, desde el que monitorizar y operar todas las infraestructuras integradas.

A partir de esta arquitectura tecnológica, podemos empezar ya a implementar mejoras funcionales. Optimizando la climatización y la iluminación, aumentamos el confort del empleado que trabaja y de la persona que visita el edificio. Implementando mecanismos de eficiencia energética, reducimos los costes de operación: según cálculos de Gartner los edificios inteligentes en grandes ciudades, especialmente en zonas industriales o de oficinas, en centros comerciales o en aeropuertos, pueden reducir los costes de mantenimiento del edificio, de gestión del espacio y consumo energético hasta en un 30%. Integrando los sistemas de seguridad con el resto de la infraestructuras (puertas, ascensores, luces...) conseguimos implementar procesos de seguridad más completos.

Y junto con estos sistemas comunes, podemos responder también a las nuevas tendencias en sectores específicos. El mundo del retail vive por ejemplo, una transformación digital apasionante, con un enorme crecimiento de las estrategias Omnichannel y del acceso personalizado a los consumidores. Las tiendas físicas tienen que transformarse para adaptarse a esta nueva realidad, repensando y reenfocando la experiencia del consumidor en la tienda, y preparándose a la vez para ser más productivas y sostenibles. Reconocer la entrada de un consumidor en una tienda permite guiarle en su recorrido por la misma, facilitarle nuevos servicios de alto valor añadido e interactuar con el resto de canales.

Y todo esto implica la existencia de nuevos dispositivos, que deben ser igualmente gestionados de forma óptima, ya sea una red de beacons para la localización, un kiosco virtual o un punto de venta móvil para apoyar la omnicanalidad o los dispositivos de realidad virtual, que pueden ser monitorizados desde el portal único de control del edificio.

Al final, el gran reto del Smart Building no es que cada sistema realice bien su trabajo, si no poner a trabajar juntos a todos ellos, con su diversidad de tecnologías, paradigmas y estándares de comunicación. Y es en esta diversidad de fabricantes y sistemas donde se hace más necesario contar con una capa de integración común. Que orqueste a todos los actores de una manera realmente colaborativa y coronada por un portal de control unificado desde el que gestionar toda la operativa. Hacemos así del Smart Building, el cimiento de las ciudades inteligentes.