Autoconsumo: una nueva forma de comprar y gestionar la energía a largo plazo
El descenso de los costes de las tecnologías renovables, especialmente acusado en la tecnología fotovoltaica, ha propiciado que el sector promueva las instalaciones conectadas a las redes interiores de los consumidores. Esto sucede al comprobar que en algunas de ellas, dependiendo de factores como su tarifa contratada, el emplazamiento o la curva horaria de demanda, el periodo de retorno de la inversión es razonable.
De esta forma se confirma que algunas tecnologías renovables han alcanzado la paridad de red, siendo competitivas frente a los precios existentes en el mercado. Actualmente, ya estamos viendo cómo se están realizando algunas instalaciones fotovoltaicas diseñadas en esquema de autoconsumo.
Es el sector renovable, con años de experiencia y convencido de la competitividad de la tecnología y de los beneficios de las energías renovables sobre el medio ambiente, el que está promoviendo en distintos sectores de consumo la inversión en la autoproducción de su energía. Para ello se desarrollan planes de negocio a largo plazo, y se establecen escenarios de cómo evolucionará el precio de la electricidad en los próximos 10 ó 15 años. Es común pensar, y todo apunta a que puede ser así, que el precio de la electricidad que paga un consumidor seguirá subiendo en los próximos años, y es precisamente en esto en lo se afianzan los resultados de los estudios de viabilidad de autoconsumo. Pero ¿podemos asegurarlo? ¿Y la parte regulada de la factura (peajes)? ¿Subirá? ¿Podemos asegurar que el esquema de peajes actual se va a mantener como hasta ahora, con un término variable de gran peso frente a un término fijo? Si analizamos la evolución histórica del precio de venta al público de la energía en los últimos años, todo parece indicar que el precio seguirá subiendo. Si bien el coste puro de la electricidad en el mercado mayorista ha evolucionado con fuertes fluctuaciones al alza y a la baja, el precio total ha ido subiendo por el impacto de los conceptos regulados, especialmente de los peajes.
Parafraseando un conocido 'warning' propio de productos financieros, podemos afirmar que evoluciones pasadas no garantizan evoluciones a futuro. El consumidor conservador o muy prudente, puede no estar 100% convencido de esa posible evolución de los precios y decidir no invertir en autoconsumo, al entender que no se le garantiza con toda seguridad el ahorro a largo plazo.
Y es precisamente en este punto donde creemos que debemos cambiar el enfoque. El sector renovable debe entender que el autoconsumo no es sólo una nueva forma de generar energía, con una inversión y tasa de retorno razonable, sino también una forma de comprar y gestionar la energía a largo plazo. Hasta ahora, el consumidor acogido a tarifas liberalizadas acudía a las empresas comercializadoras y negociaba un precio fijo para el siguiente año. Algunos, preferían asumir riesgo o parte de él y se inclinaban por contratos con precios de la electricidad indexados al pool (precio de la electricidad en el mercado mayorista) con o sin coberturas. Por tanto, el consumidor tenía hasta el momento únicamente una opción: comprar electricidad a una comercializadora, a precio fijo o variable, y con una visión en el tiempo muy corta (normalmente un año). El autoconsumo se convierte en una nueva forma para el consumidor de comprar energía a largo plazo y con un precio fijo.
Pongamos un ejemplo. Un consumidor decide invertir en una instalación fotovoltaica conectada en autoconsumo que le cubrirá, por ejemplo, un 40% de su demanda anual de energía. Supongamos que tiene acceso al crédito y obtiene un préstamo a 10 años para su instalación. Como en una instalación fotovoltaica no hay un coste de combustible (la radiación solar es gratuita), durante los próximos 10 años pagará las cuotas del crédito, más gastos de mantenimiento de la planta. Por tanto, es fácil calcular el coste del kWh generado por la planta fotovoltaica. Imaginemos que dicho coste específico es de 13 c/kWh, precio que a día de hoy ya supone un ahorro frente a las condiciones actuales de una comercializadora. Durante los 10 primeros años, el consumidor ha fijado dicho coste para la electricidad autoconsumida, viéndose reducido sensiblemente el resto de años (comúnmente se acepta una vida útil de 25 años), al no tener que pagar las cuotas del préstamo del banco a partir del undécimo año.
Por tanto, el consumidor ha asegurado el precio para un 40% de la energía consumida en su centro de consumo, lo que comúnmente llamamos “asegurar la posición a largo plazo”. Y además, ha conseguido cerrar un muy buen precio, por debajo del que pagaría hoy en día por la electricidad. Incrementos en el precio de la energía o peajes no afectarán al 40% de su demanda eléctrica. Este tipo de estrategias de limitación de riesgo son habituales en otras compras de bienes que una empresa pueda realizar, ¿por qué no hacerlo con la energía?
Por tanto, entendemos que el consumidor que apueste por el autoconsumo debe valorar dicha inversión, no sólo por el ahorro futuro frente a los precios de mercado (sujeto a cierta incertidumbre, como se ha visto anteriormente), sino también valorar la seguridad que supone cerrar un precio de la electricidad a largo plazo.
Los argumentos económicos de venta del autoconsumo por parte del sector de las renovables deben completarse y reforzarse bajo esta óptica, con el fin de que el consumidor que apueste por autogeneración eléctrica entienda que está no sólo buscando un ahorro, sino también asegurando su posición a largo plazo para un determinado porcentaje de energía consumida, además de estar reduciendo el impacto ambiental de su actividad sobre el medio ambiente.
El autoconsumo no debe verse únicamente como un sinónimo de ahorro. Debe ser considerado como una inversión en aras de un binomio compuesto por ahorro y seguridad, lo que redunda muy positivamente en su tasa de retorno desde esta óptica empresarial.