Grupo Solitium conoce las posibilidades de la impresión 3D y sabe que aún queda mucho recorrido para sacar rendimiento a todo su potencial
La Industria 4.0 se prepara para vivir la segunda generación de la impresión 3D
La consolidación de la fabricación aditiva es un hecho. Según los datos barajados en el informe ‘Predicciones TMT 2019’ elaborado por Deloitte, “la industria de la impresión 3D registró en 2014 ingresos superiores a los 1.800 millones de dólares a nivel global”, un aumento notable si lo comparamos con los casi 1.000 millones que marcó en 2009; y, aunque durante los años 2015 y 2016 su crecimiento se ralentizó a tan sólo un 5% anual, Deloitte anticipa que “las ventas relacionadas con la fabricación aditiva por parte de las grandes corporaciones, lo que incluye las impresoras 3D de alta producción, los materiales y servicios, superarán los 2.700 millones de dólares en 2019 y los 3.000 millones en 2020”, lo que supone crecer a un ritmo aproximado de 12,5% en cada uno de los ejercicios.
José María Ferrándiz, director de la línea de Impresión 3D de Grupo Solitium, conoce las posibilidades de esta tecnología y sabe que aún queda mucho recorrido para sacar rendimiento a todo su potencial. De momento, las impresoras 3D se están usando, principalmente, para el prototipado rápido, “que es una de las ventajas que propone, pero no la única. Gracias a la fabricación aditiva la industria puede producir adhoc, personalizar piezas finales, evitar el stock y poner en valor el diseño”, enumera Ferrándiz.
El experto de Grupo Solitium también destaca el aspecto rentable de esta tecnología y cuenta que ya hay fabricantes que están planteándose la posibilidad de fabricar los moldes que utilizan en las preseries, conocidos como moldes cero, a través de impresión 3D. “Una decisión que no sólo ahorra tiempo, también dinero”, apunta Ferrándiz, quien utiliza un ejemplo real para justificar su aseveración. Según el director de la línea de Impresión 3D de Grupo Solitium, uno de sus clientes “está esbozando la idea de imprimir sus moldes preseries en 3D para conseguir piezas finales de caucho. De esta manera, no estaría sujeto a los mayores plazos que impone la fabricación de moldes, y aunque tuvieran una vida útil menor sería suficiente para producir preseries. Con la fabricación aditiva, esta compañía imprimiría el molde en poliamida 12 e inyectar, soplar o termoconformar, a través de ese molde, la cantidad de piezas que necesite. Así agiliza el proceso, pues si se degrada el molde siempre puede imprimir otro de un día para otro, y reducir costes hasta en un 90%”.
El valor del diseño
El crecimiento acelerado que está experimentando la impresión 3D también encuentra respuesta en el valor que se le ha dado al diseño. “Una de las claves para optimizar la capacidad de producción”, aseguran desde el informe de Deloitte, “es el hilo único de datos que se extiende desde el diseño inicial hasta la pieza final” y que la consultora denomina “el hilo digital para la fabricación aditiva”. Algo con lo que coincide con Ferrándiz, quien considera éste uno de los principales aspectos que marcarán la tendencia hacia la que se mueve la Industria 4.0 gracias a la fabricación aditiva. “Con la impresión 3D ya no es necesario externalizar la fabricación, lo que elimina el riesgo de copia industrial”.