La gestión energética en los edificios inteligentes
El consumo energético representa entre un 20 y un 30% de los costes de operación de un edificio. Éstos, a su vez, suponen hasta el 75% del coste del ciclo de vida del inmueble. Gestionando, operando y actualizando los sistemas para minimizar el uso de energía se puede alcanzar un elevado ahorro económico en la vida de un edificio y orientarlo hacia el concepto de edificio verde e inteligente, es decir: diseñado para un alto rendimiento económico y medioambiental teniendo en cuenta el clima local, las necesidades culturales, la salud, la seguridad y la productividad de sus ocupantes. Para cumplir con este objetivo se hace básica una supervisión constante que nos garantice la disminución del uso de energía, emisiones de CO2 y el impacto ambiental, proporcionando valores medibles para los propietarios de edificios, los ocupantes y la sociedad.
Las certificaciones verdes y las etiquetas energéticas de los edificios son un primer paso necesario hacia la creación y rehabilitación de edificios verdes e inteligentes de alto rendimiento que puedan ofrecer unos resultados sostenibles en toda la vida del edificio.
Son muchas las posibles estrategias de control y gestión de consumos en un edificio inteligente. Éstas incluyen -por ejemplo- aplicaciones de control básico para la gestión del HVAC, como pueden ser el control por ocupación, la gestión de calendarios o la optimización de consignas a través de sensores, actuadores, programadores, …El HVAC es, con seguridad, el sistema que más consume en un edificio (entre un 22 y un 56%), pero no debemos despreciar los costes generados por otros sistemas como el de iluminación (20-40%) en el que podemos aplicar estrategias como el control por ocupación, la gestión de calendarios, y la regulación de luz constante también con diversos dispositivos comunicables. Siguiendo con la misma filosofía, cada vez más los edificios están incorporando el uso de persianas motorizadas que permiten optimizar la disponibilidad de luz natural sin comprometer la eficiencia energética.
Más allá de los propios dispositivos que permiten minimizar los consumos energéticos del edificio, para alcanzar una mejora energética sostenida en el tiempo la tecnología es necesaria pero no suficiente. En este sentido, es imprescindible contar con la figura de un asesor energético que, en colaboración con el propietario, los usuarios y los facility managers, pueda establecer un plan de acción y de mejora continua. De esta manera se podrán fijar unos objetivos, medir los avances registrados, analizar e interpretar la información proporcionada por sistemas como Building Management System (BMS) y Energy Management System (EMS), y mejorar el conocimiento y el compromiso en aspectos energéticos de todos los colaboradores con el objetivo de tomar decisiones que permitan optimizar el funcionamiento de las instalaciones y alcanzar los objetivos energéticos deseados.
El BMS, o sistema de gestión de edificio, representa la capa superior de un sistema de automatización de edificios, también denominado BAS (Building Automation System). Permite configurar y automatizar un edificio de manera que los administradores de instalaciones hagan un trabajo más eficiente y los ocupantes ganen en eficacia, confort y seguridad. Concretamente, un BMS simplifica la automatización de los controles de temperatura, de la iluminación, de los accesos, o de los circuitos de video vigilancia de un edificio según las directrices y estrategias de eficiencia energética, confort y/o seguridad establecidas.
Un EMS, en cambio, se focaliza en facilitar la adquisición, procesado y análisis de diferentes fuentes de datos, con el propósito de cuantificar los parámetros energéticos como distribución de consumos, emisiones de gas de efecto invernadero o costes energéticos. El sistema relacionará esos datos con los procesos diarios propios de cada cliente así como con indicadores ambientales, para facilitar la toma de decisión a nivel energético y control técnico. Múltiples niveles y tipos de usuarios son posibles en la organización, incluyendo finanzas, gestión, operaciones y mantenimiento, ingeniería, usuario del edificio, para facilitar la información y análisis en el formato adecuado.
Así, el asesor energético se responsabilizará de monitorizar y analizar los datos de energía y proponer acciones correctivas para un consumo más eficiente, identificando las distintas herramientas necesarias y los principales procesos y estrategias que permitirán conseguir un mayor rendimiento del edificio a nivel energético.